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"Tal y como hemos evolucionado, todos los seres vivos tenemos que estar sincronizados con el sol, excepto los animales estrictamente nocturnos", explica Manolis Kogevina, investigador experto en medioambiente y salud a lo largo de la vida del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). Esto, dice, también incluye a los seres humanos.

Pero en la última semana, esa sincronía con el astro que calienta la Tierra se ha convertido en fuente de malestar y bronca. Esta madrugada —la del 25 de octubre— se cambiará la hora y los relojes adoptarán su posición invernal. Algo que a muchos desespera, incluido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Fue el propio jefe del Ejecutivo el que, el pasado 20 de octubre, aseguraba en un mensaje en redes sociales que "cambiar la hora dos veces al año ya no tiene sentido".  Sus palabras, una vez más, han provocado polémica. El debate estaba servido.

Y esta vez, la realidad es que el consenso científico no es tal. Las posiciones están encontradas: hay quienes apoyan la eliminación de los cambios horarios y hay quienes prefieren quedarse como estamos.

Lo único que está claro es que, como indica Kogevina, hace ya mucho que "se demostró que no hay ahorro energético". Es decir, la principal excusa de los cambios horarios se ha desmoronado como un castillo de naipes: las bombillas de bajo consumo y el estilo de vida europeo han hecho que eso de gastar menor energía con los horarios de verano o invierno pierda su razón de ser.

"Complicaciones innecesarias"

Como recoge EFE, el comisario europeo de Transporte, Apostolos Tzitzikostas, asegura que la digitalización y los cambios tecnológicos habrían eliminado el ahorro energético que se conseguía cuando se introdujo este sistema. Práctica que, como aseguraba el griego, "nos afecta a todos, nos frustra a la mayoría y […] ya no sirve a ningún propósito".

Desde la Comisión Europea apuestan por la idea de Sánchez de dejar de cambiar las manecillas del reloj dos veces al año. Pues, como advierte Tzitzikostas, "se ha convertido en una fuente de complicaciones innecesarias para la sociedad".

El comisario europeo puso de ejemplo para hacer su alegato al sector del transporte: "Los operadores tienen que ajustar las horas de llegada y salida dos veces al año a costa de la confusión y frustración de los pasajeros. Nadie debería verse obligado por ley a experimentar un cambio horario en su vida diaria, especialmente cuando sabemos que daña la salud de la gente".

Adiós al cambio de hora

Como Tzitzikostas o Sánchez opina también la Sociedad Española del Sueño (SES), que celebra la propuesta del presidente del Gobierno de suprimir el cambio horario en la UE. Además, lo hace apostando, como recoge EFE, por mantener el de invierno "por ser el más beneficioso para la salud y porque el de verano provoca que se duerma menos".

La SES espera que el de esta madrugada sea el último ajuste y que, a partir de ese momento, se mantenga de forma permanente el horario de invierno (GT+1). El motivo, dicen, es sencillo: "Promueve un ritmo biológico más estable que el del verano, lo cual contribuye a mejorar el rendimiento intelectual y a disminuir la aparición de enfermedades como las cardiovasculares, la obesidad, el insomnio y la depresión".

Este sería, por tanto, el horario más beneficioso para la población, especialmente para los grupos más sensibles a los cambios de hora y a padecer trastornos del sueño y de la salud: los niños y las personas de edad avanzada.

Según la SES, el control del sueño corre a cargo de un reloj interno situado en el cerebro que depende de factores externos como la temperatura y la luz. Y aunque sea solo una hora, este cambio es capaz de alterar el tiempo de exposición al sol durante el día y desequilibrar ese reloj interno.

Este tarda varios días en reajustarse, lo que provoca que, durante los primeros días tras el cambio de horario, algunas personas puedan referir irritabilidad, falta de concentración, bajo rendimiento laboral e insomnio.

Doble adelanto

El problema está en que esto no soluciona un problema de base en nuestro país: España no se encuentra en su huso horario.

Por eso, tal y como apunta Daniel Gabaldón Estevan, profesor titular de Sociología en la Universidad de Valencia, en un artículo publicado en The Conversation, "necesariamente, el debate ha de ser otro". Y es que "en el caso de España deberíamos acumular dos cambios sucesivos de invierno (y ninguno de verano) hasta quedarnos en la zona horaria que nos corresponde".

Para unos el cambio de hora es un sinsentido. Para otros, una manera de ajustarnos a los ritmos biológicos.

Solo así, dice, "podremos erradicar para siempre el cambio de hora". El motivo no es otro que la discordancia que sufre España entre la hora oficial y la solar. El nuestro sería, zanja el experto, el país europeo donde esta es mayor.

La cuestión española

El motivo de esta discordancia de horarios tiene, explica Gabaldón Estevan, un origen peculiar marcado por dos momentos históricos "bien reconocibles".

Y lo explica: "El adelanto permanente de una hora se estableció en 1940 al fijar de manera arbitraria que la hora oficial en la España peninsular, Baleares, Ceuta y Melilla fuese la que corresponde al huso horario de Centroeuropa (GTM+1). Así se abandonaba el huso del meridiano de Greenwich (GTM) que nos corresponde por ubicación geográfica (y adelantando, a su vez, a GTM el horario de Canarias, que hasta aquel momento se situaba correctamente en GTM-1)".

El segundo adelanto, indica el profesor universitario, tiene un carácter "intermitente" durante todo el siglo XX y hasta 1973, donde se consolidó con la conocida como crisis del petróleo. Es este segundo cambio el que, precisamente, trataba de reducir la factura energética.

Para muchos expertos, volver al huso horario que corresponde por la situación respecto al sol sería un paso previo fundamental a esa eliminación de los cambios de hora estacionales que, apuntan muchos expertos, son tan perjudiciales para la salud.

¿Y si nos quedamos igual?

Sin embargo, la comunidad científica no goza de consenso respecto a las 'maldades' del cambio horario. Son muchos los expertos que, en la última semana, se han manifestado en contra de la petición de Sánchez a Europa.

Para Kogevina, por ejemplo, no cambiar la hora implicaría "que nos pasemos meses enteros desincronizados con el sol". Algo que pasa más, dice, en el sur del continente que en el norte. "Nuestra manera para seguir nuestros ritmos biológicos es adecuando el reloj al sol", matiza.

Y asegura que está comprobado que "los daños para la salud solo duran tres días", pero que una "desincronización con el sol sería peor".

José María Martín Olalla, profesor de Física de la Universidad de Sevilla, coincide con Kogevina es una entrevista con EL ESPAÑOL en la que asegura que "el impacto que tiene [el cambio horario] es tan pequeño que se puede mitigar". E insiste que "el ciclo circadiano no depende de la hora que aparezca en el reloj, sin de cuándo amanezca y anochezca".