El proyecto Zitroladors, desarrollado por WWF España y la Fundación Espigoladors, revela en su estudio Diagnóstico de las pérdidas en el sector de cítricos la magnitud y las causas de las pérdidas alimentarias en este tipo de fruta en España.
Especialmente cuantifica y estudia el desperdicio en el primer eslabón de la cadena de suministro: el campo. El análisis, en concreto, busca sopesar las consecuencias derivadas de los recientes fenómenos meteorológicos extremos que han sacudido zonas como la Comunidad Valenciana o Tarragona.
Los autores advierten de que el sector afronta un "reto urgente" por las toneladas de fruta desaprovechadas, con un coste ambiental y social en aumento y consecuencias directas sobre los agricultores y los recursos naturales.
En concreto, en España cada ciudadano tira a la basura una media de 190 kilos de comida al año. Al hablar de cítricos, según las cuantificaciones realizadas en Sevilla, Tarragona y Valencia, hasta un 8% de la producción de naranjas y casi un 5% de la producción de mandarinas se pierde cada campaña.
Esto, asegura el estudio, genera miles de kilos de CO₂ y supone un derroche de agua en zonas especialmente afectadas por fenómenos meteorológicos extremos como la sequía prolongada o las danas y lluvias torrenciales.
Transición hídrica justa
Por eso, el informe urge a flexibilizar los criterios comerciales, asegurar precios justos para los productores y apostar por la educación y sensibilización ciudadana. La idea es, así, evitar una "crisis estructural" que amenaza la sostenibilidad del sistema agrario español.
Tal y como recuerda Celsa Peiteado, responsable del programa de Alimentos de WWF España, "reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos es fundamental para avanzar hacia una transición hídrica y agroecológica justa, que cuide del planeta y de quienes trabajan la tierra".
Por eso, insiste, "en un momento en que el campo español afronta sequías históricas y catástrofes climáticas extremas, esta problemática debe tenerse en cuenta en el pacto de Estado frente a la emergencia climática".
Las principales conclusiones del estudio apuntan a que, además del impacto de plagas y enfermedades asociadas al cambio climático, el exceso de exigencia estética por parte de consumidores y empresas distribuidoras provoca el descarte de grandes cantidades de fruta perfectamente comestible.
El desperdicio, en datos
Sevilla. El estudio estima que la capital andaluza acumula en torno a los 3,27 kg de naranjas perdidas por árbol. Esto significa que en la parcela analizada tiran 1,70 toneladas por hectárea. Lo que implica un coste de 277 euros.
Tarragona. El desperdicio de mandarinas en la provincia catalana es dispar según las fincas analizadas: puede ir de 0 a 10 kilos de cítrico por árbol. Esto puede llegar a ser hasta 80 kg por árbol. En la finca más grande de las analizadas se ha llegado a contabilizar una pérdida anual de 16 toneladas por hectárea.
Valencia. En 2024, la pérdida de mandarinas supuso 3,88 kilos por árbol. Es decir, 3,37 toneladas por hectárea. Lo que se traduce en 651 euros por hectárea menos.
El duro golpe de la dana
Las cifras analizadas dan una visión de lo que ocurre en toda España. Esta realidad, recuerdan desde WWF, resulta "aún más alarmante" en un contexto en el que el campo atraviesa momentos críticos.
Las sequías prolongadas, los episodios de lluvias torrenciales y los incendios complejos de extinguir, todos ellos provocados principalmente por los efectos de la crisis climática, ponen a prueba la viabilidad económica de la agricultura. Pero también la capacidad de resiliencia de los propios cultivos.
Por eso, el estudio recoge el ejemplo de la dana de noviembre de 2024. Las cifras son claras: devastó 25.000 hectáreas de cítricos en la Comunidad Valenciana, con pérdidas superiores a los 1.000 millones de euros.
Provocó, además, hasta un 40% de daños agrícolas en Tarragona, provocando a su vez graves destrozos en infraestructuras, que dificultan la recolección y distribución de alimentos.
