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A las puertas de Argentina, cientos de barcos pescan calamar en alta mar sin reglas claras. Es la llamada Milla 201, una auténtica "ciudad de luces" en mitad del océano que cada año sigue la migración del Illex argentinus, piedra angular del ecosistema marino y de la economía del Atlántico sur.

Una nueva investigación de la Environmental Justice Foundation (EJF) revela que esta explotación industrial está empujando a la especie al borde del colapso, mientras expone a las tripulaciones a abusos laborales y de derechos humanos: violencia física, intimidación, jornadas de más de 18 horas y muertes a bordo.

Casi dos tercios de los buques poteros chinos investigados estuvieron vinculados a agresiones o fallecimientos de tripulantes.

"Me golpearon porque cometí un error". "Pensé que moriría ese día… Ninguno de los oficiales [del capitán] lo detuvo. Me pateaba continuamente. Mi quinta o sexta costilla estaba fracturada". "Cada día, vivíamos rodeados de violencia". "No había wifi. Jamás me comuniqué con mi familia durante la operación de pesca. Pude hacerlo cuando el buque atracó, y tardó un año".

Estos son algunos de los testimonios de tripulantes de buques poteros (aquellos dedicados a la pesca de calamar) que operan en el Atlántico suroeste recogidos por la organización Environmental Justice Foundation (EJF) entre 2019 y 2024.

El material forma parte de una investigación publicada el pasado miércoles, 24 de septiembre, que documenta abusos laborales, violaciones de derechos humanos y animales, así como riesgos ecológicos ligados a la pesca no regulada de calamar argentino en alta mar fuera de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Argentina.

Poteros fuera de la ZEE argentina en el área de la milla 201. ENVIRONMENTAL JUSTICE FOUNDATION

"Lo más impactante es la magnitud de estas operaciones, que se pueden ver desde el espacio, pero que pasan desapercibidas para los controles internacionales. Mientras tanto, cientos de tripulantes trabajan en condiciones de esclavitud moderna, aislados de todo el mundo, y parte de esas capturas acaban en supermercados españoles y europeos", explica Jesús Urios, responsable de Políticas Oceánicas de EJF.

Abusos humanos y daños al ecosistema

El informe incluye 169 entrevistas con marineros indonesios y filipinos, además de análisis de imágenes satelitales y operaciones conjuntas con la Guardia Costera argentina.

Los testimonios describen trabajo forzoso, aleteo de tiburones, ocultación de matrículas de barcos y la matanza deliberada de lobos marinos.

Urios confirma la gravedad: "Documentamos desde golpes, amenazas e intimidación, hasta casos de tripulantes retenidos contra su voluntad, salarios impagados y fallecimientos por falta de asistencia médica. Son abusos sistemáticos que cumplen con los indicadores de trabajo forzoso de la OIT".

Entre 2019 y 2024, las horas de pesca de la flota china aumentaron un 85%, a pesar de que las capturas muestran signos de agotamiento alarmante.

España, el 2º importador mundial

España es el segundo mayor importador de calamar y sepia del mundo, y concentra el 65% de las importaciones de la Unión Europea.

El producto de estas pesquerías no reguladas entra a través de puertos como Valencia, Bilbao, Vigo, Algeciras y Barcelona, con destino tanto al consumo local como a la reexportación.

Esto genera una triple amenaza:

  • Para el mar, al acelerar la sobreexplotación de una especie clave.

  • Para los derechos humanos, al alimentar cadenas de suministro vinculadas a la esclavitud moderna.

  • Para nuestros pescadores, que sí cumplen normativas europeas y nacionales y deben competir en desigualdad frente a esta pesca sin ley.

"España es un mercado clave y tiene una responsabilidad enorme: representa el 15% de las importaciones mundiales de calamar y sepia. No podemos permitir que entren productos manchados de abusos y explotación", advierte Urios.

Pescadores gallegos

La denuncia de EJF sobre la pesca ilegal de calamar en la Milla 201 encuentra eco en Galicia, donde la flota española también reclama reglas claras. La Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI) ha salido al paso de las críticas defendiendo la sostenibilidad de sus barcos en el Atlántico sudoccidental.

Reconocen que cumplen estrictamente con las normas europeas y piden al Gobierno que refuerce los controles para impedir la entrada de productos pesqueros obtenidos con abusos laborales o malas prácticas ambientales.

Imágenes del documental de la ZEE argentina en el área de la milla 201. ENVIRONMENTAL JUSTICE FOUNDATION

Para ellos, se trata no solo de proteger el mar y los derechos humanos, sino también de garantizar una competencia justa frente al calamar barato que llega de flotas extranjeras sin regulación.

Una llamada a la acción

EJF advierte que España no puede seguir siendo la puerta de entrada de estos productos y pide al Gobierno que refuerce los controles de importación, implemente los principios de la Carta Mundial para la Transparencia de la Pesca y use su posición en la UE para impulsar cambios globales.

"Pedimos más transparencia, reforzar los controles de importación, mejorar la cooperación internacional y, sobre todo, garantizar que España no sea cómplice de la esclavitud moderna en el mar ni de la sobreexplotación del calamar argentino", concreta Urios.

"Sin medidas urgentes, nos acercamos al desastre", coincide Steve Trent, CEO y fundador de EJF. "La sobrepesca y la crisis climática están añadiendo una enorme presión sobre esta especie clave, mientras que los responsables cometen abusos con impunidad".