Musawenkosi Dhlamini tiene 22 y vive en un pueblo de Sudáfrica rodeado de minas. Desde niña sufre un asma que le impide llevar una vida normal. "Afecta muchos aspectos de mi vida. [De pequeña] siempre terminaba internada en el hospital y tenía que llevar mi inhalador a todas partes", cuenta.
Su afección respiratoria, como la de cientos de niños de su zona, tiene una relación directa con la contaminación que provoca la minería. En el caso de R. L. Srinivasan, pescador de la India, son las refinerías de petróleo las que han contaminado las aguas donde solía faenar —y sus antepasados antes que él—.
Sus historias solo son una pequeña muestra de las que recopila el último estudio de la Alianza Global por el Clima y la Salud. Y es que, como escribe en el prólogo Lujain Alqodmani, expresidenta de la Asociación Médica Mundial en el prólogo del último estudio de la Alianza Global por el Clima y la Salud, "la conexión entre la salud de la humanidad y la de nuestro planeta es innegable e ineludible".
Publicado en la madrugada del 16 de septiembre, De la cuna a la tumba: el impacto de los combustibles fósiles en la salud y la necesidad de una transición justa analiza en profundidad las consecuencias sanitarias asociadas a esta energía.
El informe, explican desde la Alianza Global por el Clima y la Salud, combina "datos rigurosos sobre los resultados en materia de salud con las experiencias vividas por las comunidades y profesionales sanitarios que trabajan en primera línea".
Sus conclusiones muestran la manera en que las "condiciones sociales y ambientales determinan la capacidad de las personas para llevar una vida saludable".
De la cuna a la tumba, literal
Según el estudio, la contaminación que producen los combustibles fósiles afecta en todas las etapas de la vida. La evidencia científica apunta a que impacta en la salud desde el desarrollo fetal hasta la vejez.
Boina de polución en Madrid tras el paso del temporal Filomena en 2021.
Los autores recalcan el "mayor riesgo de bajo peso al nacer, cáncer infantil, asma, trastornos neurológicos, enfermedades cardiovasculares o muerte prematura" de la exposición a estos contaminantes.
Asimismo, recuerdan que los niños son particularmente vulnerables a que la quema de combustibles fósiles afecte a su salud, incluso cuando el feto se está gestando.
"Durante el período prenatal, cuando se forman los órganos vitales, la exposición a contaminantes derivados de la extracción y combustión de carbón, petróleo y gas se vincula con partos prematuros, abortos espontáneos y una variedad de anomalías congénitas", indica el informe.
Muchos de los daños sufridos en las primeras etapas de vida, además, son "permanentes" y van empeorando con el paso de los años.
La vulnerabilidad de los más pequeños se debe a que su ritmo respiratorio es más rápido, sus vías respiratorias son más estrechas y sus órganos están aún en desarrollo.
Cáncer y salud mental
Según la investigación, la contaminación relacionada con los combustibles fósiles influye directamente en "múltiples sistemas del cuerpo". Por ejemplo, son capaces de deteriorar la función pulmonar y agravar las patologías respiratorias.
Pero también incrementan el riesgo de enfermedades cardiovasculares o alteran la función cognitiva y la salud mental, pues afectan directamente al cerebro y al sistema nervioso. También estarían relacionados con un mayor riesgo cancerígeno y causan daños reproductivos.
Desde la alianza, además, insisten en su contribución a una mortalidad prematura. Pues, dicen, "las personas mayores son especialmente vulnerables debido al deterioro progresivo de la función de los órganos, la presencia de enfermedades crónicas preexistentes y la exposición acumulada a lo largo del tiempo".
Efectos en la salud
El informe ejemplifica los principales impactos en la salud humana de los combustibles fósiles:
Fracking, minería del carbón, perforación en alta mar. La extracción de este tipo de materia prima libera benceno, metales pesados, materiales radiactivos y partículas. Eso "eleva las tasas de enfermedades respiratorias, afecciones cardiovasculares, cánceres, resultados adversos en el embarazo y trastornos neurológicos en las poblaciones circundantes".
Refinación y procesamiento. Ambos emiten sustancias químicas cancerígenas, como el benceno, el tolueno y compuestos orgánicos volátiles (COV). Todo ello, explican los autores, presenta riesgos graves para los trabajadores y la población que vive cerca de zonas industriales.
Transporte y almacenamiento. En esta parte del proceso, los riesgos de filtraciones y derrames de sustancias químicas aumentan. De darse, contaminan el aire y el agua. Además, provocan efectos agudos y crónicos en la salud, como daños respiratorios y neurológicos.
Combustión (en centrales eléctricas, vehículos u hogares). La quema de combustibles fósiles genera las partículas conocidas como PM2.5, pero también óxidos de nitrógeno y otros contaminantes. Esto "incrementa significativamente los riesgos de asma, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, cáncer, demencia y mortalidad prematura".
Residuos derivados de la combustión. Las cenizas de carbón o la quema de gas, por ejemplo, continúan exponiendo a las comunidades a metales pesados y toxinas una vez se ha consumido el combustible en cuestión. Esto contribuye a la degradación ambiental a largo plazo y aumenta la prevalencia de enfermedades crónicas.
Contaminación heredada. Los sitios de explotación de combustibles fósiles abandonados siguen contaminando. "Provocan daños persistentes incluso décadas después".
Contaminan siempre
El estudio es tajante: los combustibles fósiles producen "graves daños a la salud" en todas y cada una de las etapas de su ciclo de vida.
Desde la extracción hasta su combustión, pasando por la refinación, el transporte o el almacenamiento. En todas ellas se "liberan contaminantes nocivos al medioambiente". Muchos de ellos, matiza, son "persistentes y se acumulan en los organismos vivos".
Los autores insisten, además, en que muchos de los daños para la salud que provocan "siguen sin estudiarse lo suficiente". Esto, advierten, "supone un peligro".
Especialmente porque "se desarrollan a lo largo de décadas, cuando el daño ya es irreversible". Y alertan: "El impacto acumulado de múltiples proyectos en la misma región rara vez se toma en cuenta, dejando a comunidades enteras expuestas sin la debida evaluación ni protección".
Un cambio justo
La Alianza Global por el Clima y la Salud hace una serie de recomendaciones en materia de políticas públicas para evitar que la vida de las personas siga viéndose afectada.
- Detener la nueva exploración y desarrollo de combustibles fósiles.
- Poner fin a los subsidios a este tipo de materias primas y redirigir los ahorros hacia la salud.
- Mitigar los daños causados por la producción actual.
- Internalizar los costes sanitarios de los combustibles fósiles mediante el principio de 'quien contamina paga'.
- Iniciar investigaciones y acciones en salud lideradas por comunidades para zonas afectadas por combustibles fósiles.
- Regular, limitar y contrarrestar la publicidad y desinformación de la industria fósil.
- Poner fin a la financiación de combustibles fósiles y, por tanto, alinear las instituciones globales con los objetivos climáticos.
- Liderar con el ejemplo desde el sector de la salud, descarbonizándolo.
Exposición desigual
El estudio de la Alianza Global por el Clima y la Salud es claro: los efectos de la contaminación derivada de los combustibles fósiles es "persistente" y no desaparece con el paso del tiempo (ni con el fin de la explotación).
Asimismo, la manera en que afectan a la salud es, también, "desigual". Pues está condicionada a distintos determinantes sociales que marcan quién vive cerca de las explotaciones y quién trabaja en ellas.
"Los factores económicos, políticos, raciales y geográficos agravan estos riesgos", insiste el informe. Y señala a los pueblos indígenas, las minorías raciales, las poblaciones de bajos ingresos y los trabajadores migrantes como los principales afectados.
El motivo es simple: "Viven de manera desproporcionada cerca de infraestructuras contaminantes y enfrentan barreras sistémicas para acceder a servicios de salud, vivienda adecuada y un entorno seguro".
