Hace 10 años que la comunidad internacional adoptó la Agenda 2030 con la promesa de no dejar a nadie atrás. 17 objetivos con el propósito de hacer un mundo en el que todos los ciudadanos tuvieran las mismas oportunidades.
Con su Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 4, se comprometía a garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad. Sin embargo, la realidad actual parece distar de estas intenciones. Y es que, según el último informe de la oenegé Entreculturas, 272 millones de niños y niñas permanecen hoy fuera de las aulas.
Incluso, muestra el documento, de cumplirse todos los compromisos previstos, en 2030, aún 84 millones de menores seguirían sin pisar una escuela.
La intención inicial tras este ODS se centraba en ampliar las aspiraciones fijadas en los Objetivos del Milenio del año 2000. Estas se limitaban a la enseñanza primaria universal. La Agenda 2030, en cambio, buscaba asegurar desde la educación en la primera infancia hasta la formación técnica y universitaria, incluyendo oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida.
El alcance era ambicioso, pero las cifras actuales revelan un desfase entre los compromisos y la realidad. De hecho, Naciones Unidas advierte de que, en promedio, solo el 17% de las metas de los ODS progresa de manera adecuada. Mientras, más de un tercio está estancado o retrocede.
En lo que respecta a educación, ninguna de las siete metas vinculadas al ODS 4 se alcanzará en el plazo previsto. Esto, dicen de la oenegé, se traduce en exclusión y desigualdad. Pero, ¿cuáles son los motivos detrás de estos hechos?
El golpe de la pandemia
La irrupción de la Covid-19 en 2020 marcó un antes y un después en la educación mundial. El cierre simultáneo de escuelas en 188 países dejó sin clases presenciales a 1.540 millones de estudiantes. Es decir, a más del 90% de la población escolar global.
Las consecuencias se hicieron visibles de inmediato. Entre 2018 y 2022, los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) registraron caídas sin precedentes. En concreto, 15 puntos en matemáticas y 10 en lectura.
Pero, como es habitual, la pérdida de aprendizajes no fue homogénea. Se amplió la brecha entre estudiantes de entornos favorecidos y aquellos que enfrentan pobreza, migración o violencia.
Y así lo aseguran las palabras de Lidia López, gestora de proyecto del proyecto Fe y Alegría en Honduras: "Creemos que la educación cambia vidas, pero para lograrlo es imprescindible responder de forma integral a una deserción escolar motivada por factores como la pobreza, la migración, el embarazo adolescente, la violencia y el trabajo infantil".
Financiar la educación
El déficit de recursos es uno de los grandes lastres para cumplir con este objetivo. Sin embargo, el informe revela que los países de bajos ingresos destinan en promedio 2,8 veces más al pago de la deuda que a la educación.
Por su parte, el gasto público en educación se mantiene estancado en torno al 4,2% del PIB. Una cifra que lo sitúa lejos del rango recomendado por la UNESCO, que se encuentra entre el 4% y el 6% del PIB o entre el 15% y el 20% del gasto público total.
Además, tras la pandemia, el 40% de los países de ingresos bajos o medios bajos recortaron en un 13,5% su presupuesto educativo.
La iniciativa Fe y Alegría del proyecto Entreculturas.
La ayuda internacional tampoco ha acompañado. La cuantía destinada a la educación permaneció casi congelada entre 2015 y 2023, y las proyecciones son pesimistas. Se prevé una caída del 14% en 2027.
"La conclusión es clara: no estamos cumpliendo, y no solo por falta de recursos, que también, sino sobre todo por la falta de iniciativa y voluntad política", expresaba la responsable de incidencia política de Entreculturas, Lucía Rodríguez Donate, durante la presentación del informe en la sede de la oenegé.
Avances parciales
Pese a todo, el avance no es únicamente negativo. A nivel global, se alcanzó la paridad de género en la matrícula de primaria y secundaria, aunque con excepciones. Regiones como África subsahariana y Afganistán todavía permanecen lejos de este hito.
Sin embargo, la educación técnica en el área subsahariana ha crecido en los últimos años. Actualmente, ofrece alternativas de inserción laboral. Al mismo tiempo, en lo que respecta a educación preescolar, su cobertura global ha mejorado sostenidamente y podría alcanzar el 95% en 2030 si se mantienen las tendencias actuales.
Desigualdades agravadas
La desigualdad barre todo el sistema educativo a nivel mundial. Y es que solo el 32% de los estudiantes más pobres logra completar la secundaria, frente el 95% de los más ricos.
En el caso de la infancia refugiada, las cifras son aún más alarmantes. Según el informe recientemente publicado, dos de cada tres niños desplazados están fuera de la escuela.
Asimismo, las diferencias de género persisten en determinadas regiones. Por ejemplo, en África subsahariana, en 2020, por cada 100 niños matriculados en el segundo ciclo de secundaria solo había 87 niñas.
En Asia occidental y el norte de África, los conflictos armados elevan las tasas de exclusión. Mientras que en Gaza el sistema educativo ha quedado prácticamente destruido.
Estudiantes de Kenia en un proyecto de la ONG Entreculturas.
Por su parte, América Latina y el Caribe presenta otro contraste. Aunque la educación primaria es casi universal, la cobertura en secundaria se ha estancado en torno al 94% en el primer ciclo y no supera el 52% en el segundo.
El reto docente
El déficit de profesorado es, además, uno de los problemas más críticos. Según Entreculturas, el mundo necesita 44 millones de docentes adicionales en primaria y secundaria para cumplir con las metas del ODS 4.
Sin embargo, las condiciones laborales precarias, los bajos salarios y la falta de formación dificultan la contratación y la retención de maestros.
Porque esto, en resumidas cuentas, impacta directamente en la calidad educativa y en los aprendizajes de los estudiantes, sobre todo en áreas rurales y comunidades vulnerables.
España en el espejo
Aunque la mirada global suele centrarse en los países de ingresos bajos, España no se mantiene alejada de los desafíos.
La tasa de abandono escolar temprano se sitúa en el 13%, muy por encima de la media europea del 9,5%. Además, la inversión en becas representa apenas el 0,21% del PIB, frente al 0,44% de la Unión Europea.
Y es que, pese a que la cobertura de la educación obligatoria es casi universal en España, esto no implica equidad.
Porque "nuestro sistema actual no logra revertir las desigualdades sociales, sino que a menudo las reproduce".
O, por lo menos, así lo indica Claudia Ponce de León, técnica de incidencia política en la Plataforma Organizaciones de Infancia.
