Mariana Goya
Publicada

¿Puede un pájaro tener un amigo? Durante mucho tiempo, la respuesta parecía ser negativa. Y es que la cooperación entre animales se explicaba casi exclusivamente por los lazos de parentesco.

Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Nature acaba de demostrar que algunas aves van mucho más allá de la ayuda familiar.

Los estorninos africanos (Lamprotornis superbus), que habitan las sabanas del este de África, establecen vínculos estables con individuos no emparentados y se ayudan mutuamente bajo una lógica de reciprocidad, muy parecida a la que sustenta las amistades humanas.

El hallazgo procede de una investigación dirigida por Alexis Earl, antigua estudiante de doctorado en el laboratorio del profesor Dustin Rubenstein, de la Universidad de Columbia.

El equipo analizó más de dos décadas de datos sobre interacciones entre estorninos, recopilados entre 2002 y 2021, y descubrió que estas aves no solo colaboran con parientes directos, sino también con individuos sin relación genética.

"Las sociedades de estorninos no son simplemente familias, son mucho más complejas y contienen una mezcla de individuos emparentados y no emparentados que viven juntos, de forma muy similar a como lo hacen los humanos", señaló Rubenstein.

Estornino soberbio en el Serengeti, Tanzania. Darren Bennett Istock

La comunidad científica sabía desde hace tiempo que muchos animales ayudan a sus familiares, un comportamiento que aumenta la probabilidad de perpetuar los propios genes.

Pero la ayuda constante entre no parientes era mucho más difícil de demostrar. Ahora, el nuevo trabajo ofrece ahora pruebas sólidas de que estas interacciones existen y pueden mantenerse durante años.

Reciprocidad como motor

Los investigadores descubrieron que los estorninos practican la reciprocidad. Es decir, prestan ayuda con la expectativa de que, tarde o temprano, el favor será devuelto.

Este patrón se observó de manera consistente a lo largo de 40 temporadas reproductivas, lo que sugiere que las aves son capaces de recordar y mantener vínculos con individuos concretos.

"Muchas de estas aves están forjando amistades con el tiempo", explicó Rubenstein. "Nuestro siguiente paso es explorar cómo se forman estas relaciones, cuánto duran y por qué algunas se mantienen sólidas, mientras que otras se desmoronan".

Demostrar la existencia de amistades animales no es tarea sencilla. Se requieren observaciones constantes y, además, datos genéticos para distinguir parientes de no parientes.

En este caso, el equipo combinó información comportamental con muestras de ADN tomadas a lo largo de dos décadas, lo que permitió analizar con detalle cómo y con quién se ayudaban los estorninos.

El resultado fue concluyente: las aves colaboran preferentemente con familiares, pero también lo hacen con individuos no emparentados, incluso cuando había parientes disponibles para recibir ayuda.

Más allá de los genes

Pero, la investigación de Rubenstein y su equipo no se limita a las aves. Desde hace años examinan la vida social de una gran variedad de especies, entre ellas camarones mordedores en el Caribe, avispas en África, escarabajos en Asia y roedores y lagartos en Australia.

El hallazgo en los estorninos refuerza la idea de que la reciprocidad podría estar más extendida de lo que se pensaba en el reino animal.

"Creo que este tipo de comportamiento de ayuda recíproca probablemente ocurre en muchas sociedades animales, y la gente simplemente no las ha estudiado el tiempo suficiente como para poder detectarlo", afirmó Rubenstein.

El descubrimiento supone un cambio de perspectiva en el estudio del comportamiento animal. Hasta ahora, gran parte de la investigación se centraba en explicar la cooperación por el parentesco.

Según los expertos, la evidencia de vínculos recíprocos entre no parientes indica que la sociabilidad puede tener raíces más complejas y que las alianzas no genéticas también aportan ventajas evolutivas.

En términos humanos, las amistades permiten apoyarse en otros para sobrevivir y prosperar. Algo muy parecido parece ocurrir entre los estorninos africanos, que construyen redes de confianza y colaboración con quienes les devuelven la ayuda.

El equipo planea ahora estudiar cómo se establecen estos vínculos, qué factores determinan su duración y qué condiciones favorecen que se mantengan o se rompan.

Aun así, los resultados sugieren que otras especies podrían esconder comportamientos comparables, a la espera de ser documentados con la misma paciencia y rigor.