El número de personas que padecen hambre en el mundo descendió en 2024 hasta los 673 millones. Esto significa un 8,2% menos de la población mundial, según el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI 2025), publicado por cinco organismos especializados de las Naciones Unidas.
En concreto, de acuerdo a los datos de la investigación, esta reducción supone un total de 15 millones menos de personas en comparación con 2023. Sin embargo, los niveles continúan siendo superiores a los registrados antes de la pandemia.
Y es que, tal y como advierten los responsables de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), si bien es cierto que los avances son alentadores, estos se caracterizan por ser desiguales y dejar atrás a las regiones más vulnerables.
Motivo por el que, afirmaba el director general de la institución, Qu Dongyu, "SOFI 2025 sirve como un recordatorio fundamental de que debemos intensificar los esfuerzos para garantizar que todas las personas tengan acceso a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos".
Luces y sombras
El informe, recientemente publicado, detalla que Asia meridional logró reducir la prevalencia de la subalimentación del 7,9% en 2022 al 6,7% en 2024, lo que representa a 323 millones de personas.
Por su parte, en América Latina y el Caribe, la proporción bajó al 5,1%, con 34 millones de personas afectadas, consolidando la tendencia descendente iniciada en 2020.
Se trata de un cambio que, para el presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, Álvaro Lario, evidencia cómo "las inversiones en la transformación rural y agrícola son esenciales, no solo para garantizar la seguridad alimentaria, sino también para sostener la estabilidad mundial en un contexto de cadenas de suministro frágiles".
Sin embargo, mientras algunas regiones muestran señales de recuperación, África concentra más del 20% de su población en situación de hambre —307 millones de personas—, y Asia occidental alcanza el 12,7% —más de 39 millones—.
De hecho, la falta de recursos internacionales amenaza con agravar aún más la situación. De ahí que la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, Cindy McCain, advirtiese que los recortes presupuestarios ya afectan a millones de personas.
Palestinos esperan recibir comida de un comedor social, en medio de una crisis de hambre, en la ciudad de Gaza, el 24 de julio de 2025.
"El año pasado atendimos a 124 millones de personas, pero los fondos disponibles han caído hasta un 40%, lo que significa que decenas de millones perderán el salvavidas que proporcionamos", mencionaba.
Ahora, Naciones Unidas prevé que, de continuar estas tendencias, en 2030 habrá todavía 512 millones de personas subalimentadas, casi el 60% de ellas en África.
Indicadores nutricionales
En materia de nutrición infantil, el retraso en el crecimiento bajó del 26,4% en 2012 al 23,2% en 2024, y la lactancia materna exclusiva pasó del 37% al 47,8% en la última década.
Sin embargo, otros indicadores permanecen prácticamente estancados: el sobrepeso infantil aumentó levemente hasta el 5,5%, la emaciación descendió apenas al 6,6% y la obesidad adulta alcanzó el 15,8%. Además, la anemia entre mujeres de 15 a 49 años se elevó al 30,7% en 2023.
En este contexto, Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF, destacó que son los menores, una vez más, los más golpeados por estas desigualdades. Pues más de 190 millones de niños y niñas menores de cinco años sufren desnutrición.
A su juicio, "el aumento de los precios de los alimentos priva a millones de familias de la posibilidad de proporcionar una dieta nutritiva a sus hijos, lo que limita de forma irreversible su desarrollo físico y mental".
El peso de la inflación
SOFI 2025 identifica la inflación alimentaria como un factor decisivo en la persistencia del hambre. Y es que, entre 2021 y 2023, los precios mundiales de los alimentos se dispararon por encima de la inflación general, alcanzando un 13,6% en enero de 2023. En los países de ingresos bajos, el impacto fue todavía mayor, con picos del 30%.
El encarecimiento ha empujado a millones de hogares a renunciar a una dieta saludable. En 2024, 2.600 millones de personas no podían costearla.
La falta de ayuda humanitaria paraliza los esfuerzos mundiales para aliviar el hambre.
Aunque la cifra es inferior a la de 2019, el problema crece en los países más pobres. En los de ingresos bajos, el número de personas en esta situación pasó de 464 millones a 545 millones en cinco años.
Motivo por el que Lario defendió que una mayor inversión en infraestructuras agroalimentarias permitiría reducir la vulnerabilidad de los sistemas de producción y amortiguar los efectos de las crisis internacionales.
Hacia 2030
La inseguridad alimentaria moderada o grave afectó al 28% de la población mundial en 2024, lo que supone unos 2.300 millones de personas. Pero, si bien es cierto que la cifra refleja una ligera mejoría frente al año anterior, todavía supone 335 millones más que en 2019.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, recordó que los avances, aunque notables en algunos frentes, "muestran también a quién se está dejando atrás y hacia dónde deben dirigirse los esfuerzos para garantizar que todo el mundo tenga acceso a una dieta saludable y nutritiva".
Así, la edición 2025 del informe SOFI concluye que, pese a la ligera disminución del hambre global, las desigualdades regionales, el encarecimiento de los alimentos y la falta de recursos ponen en riesgo el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2, Hambre Cero.
O, en palabras de Qu Dongyu, la meta exige "trabajar de manera colaborativa e innovadora con gobiernos, organizaciones y comunidades, porque los avances logrados no serán sostenibles mientras millones de personas sigan quedando al margen".
