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En la primera quincena de agosto se han quemado más de 100.000 hectáreas y en mitad de este caos destaca una pregunta: ¿se podría haber hecho algo para evitarlo? La respuesta es una moneda de dos caras: la primera mira al pasado de forma condicional, con condescendencia y culpabilidad; pero la segunda se muestra optimista en presente y futuro.

Sí, es posible trabajar en la prevención de incendios y la preservación y conservación de espacios naturales de la mano de un plan de gestión forestal sostenible. Y entre las medidas cautelares para ello se encuentra el empleo del pastoreo y la trashumancia.

Esto no es nada nuevo. De hecho, el origen de estas prácticas se encuentra en la prehistoria, vinculadas también al inicio de las labores ganaderas. Según Tito Livio, los celtíberos ya eran pastores.

De acuerdo al historiador Julius Klein, las costumbres de las migraciones semestrales para conducir al ganado de las dehesas de verano a las de invierno se remontan precisamente a la época de los íberos. El norteamericano también señaló en sus estudios que los musulmanes contribuyeron a la consolidación de la trashumancia, lo que a su vez dio lugar a la raza merina. 

Animales contra incendios

De acuerdo a datos de la Unión Europea, la comunidad cuenta con 70 millones de cabezas de ganado ovino (85%) y caprino (15%). En España, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, a fecha de 2022, había un censo de 14 millones de ovejas y dos de cabras. 

Según la plataforma medioambiental de ecomovilización Ecólatras, un solo rebaño, dependiendo de su tamaño, puede limpiar entre 90 y 2.500 hectáreas de pasto. Por otro lado, una cabra adulta consume entre un kilo y medio y dos kilos y medio de vegetación seca al día, mientras que una oveja puede ingerir entre dos y tres.

Pero, ¿cómo funcionarían los hábitos alimenticios de estos animales como freno ante los incendios? La respuesta es sencilla: a medida que van comiendo, limpian el sotobosque y reducen las zonas de pasto seco, que normalmente son parte del caldo de cultivo perfecto para la generación o rápida propagación de las llamas.

Concha Salguero, experta en ganadería extensiva y trashumancia, lo tiene claro: "El pastoreo ha sido una herramienta tradicionalmente esencial para la gestión de las zonas rurales y paisajes. En los últimos años, hay un porcentaje altísimo de abandono y eso provoca una acumulación de masa forestal que está ahí dispuesta para arder". 

Imagen de las proximidades de Urraca-Miguel, en Ávila. Raúl Sanchidrián EFE

Igualmente, estos animales no solo actúan en el plano que ya se ha mencionado, sino que a su paso van creando zonas seguras y estratégicas para los bomberos, como señalan en Ecólatras. "El pastoreo extensivo y controlado es empleado en áreas de cortafuegos, fajas auxiliares y pistas forestales", destacan en la página web de Ecólatras. 

Salguero, comenta además algo imprescindible: "Estas actividades son una herramienta de gestión de prevención de incendios muy eficiente y barata. Una hora de helicóptero igual te da para pagar rebaños municipales durante un año". 

Por supuesto, todas estas prácticas se hacen de forma controlada con un equipo técnico que coordina a cada una de las partes implicadas. 

Mitos y realidades

En la explicación anterior se muestra una visión casi idílica de la trashumancia como elemento clave en la prevención de incendios. Al escribirlo, parece que se está narrando una de esas escenas Disney donde los animalillos cantan y se ponen manos a la obra para hacerle la vida más llevadera a la princesa de turno. 

Sin embargo, como en todas las situaciones que se presentan en la vida, las cosas no resultan ni blancas ni negras, sino todo lo contrario. Y ese contraste no es un punto medio, sino una escala de grises. ¿Cuánto hay de cierto y cuánto de mito en esta práctica y su capacidad para evitar los fuegos y su propagación?

Las verdades

Reducción del combustible vegetal. Como ya se ha expuesto, estas especies consumen flora seca y densa (matorrales, pastizales, rastrojos), lo que se traduce en una disminución del material altamente inflamable del bosque o monte. 

Cortafuegos naturales. Estas labores, cuando se plantean de forma estratégica, pueden crear caminos y franjas en el paisaje que de forma natural funcionen como estas herramientas, dificultando así la propagación de las llamas y, además, facilitando el trabajo de los bomberos y equipos de extinción. 

Fajas y áreas de protección. En ciertas zonas del país hay acuerdos con pastores para que sus rebaños mantengan las zonas en las que pastan y moran.

Otros beneficios. El pastoreo y la trashumancia ayudan a la dispersión de semillas, mejoran la fertilidad del suelo con estiércol y favorecen la biodiversidad local.

La España vaciada. El apoyo a este tipo de actividades supone un revulsivo a la economía local de áreas rurales.

Los mitos

Los milagros no existen. Al menos no de la mano de la naturaleza, que puede llegar hasta donde sus leyes le permiten. Aunque estas prácticas son útiles para la prevención, no sirven para reemplazar tareas de vigilancia ni otras medidas contempladas en planes integrales destinados a la gestión forestal.

En estos contextos se funciona como un todo y cuando alguna de las piezas cae, el planteamiento se tambalea. 

Un control fundamental. Cualquier decisión relacionada con las labores del pastoreo y la trashumancia en este sentido ha de estar supervisada por expertos.



De hecho, el año pasado se comenzó a hablar de la reintroducción del bisonte europeo en España como elemento para la prevención de incendios. Sin embargo, a finales del mismo 2024, un comité de especializado de cuarenta investigadores reafirmó en la revista Conservation Science and Practice que desaconsejaban esta acción.

Al parecer, estos planes se han vendido como proyectos de restauración de la naturaleza (rewilding), aunque, en realidad, no cumplen este objetivo. De acuerdo al artículo, esta especie no tiene capacidad de restaurar hábitats perdidos en el país ni cumple con estas funciones de forma diferente a como ya lo hacen herbívoros autóctonos y domésticos de la zona. 

Despoblación rural. Al igual que incentivar estas actividades puede ayudar a reactivar zonas rurales, lo cierto es que la disminución de la población que se dedica al sector primario hace más difícil la aplicación de forma efectiva y eficaz de estos métodos. 

Limitaciones. Hay áreas a las que debido a su orografía es complicado acceder, por lo que siempre será imprescindible contar con medidas complementarias de cara a su gestión, prevención de incendios y preservación y conservación de la biodiversidad de la misma.  

La PAC

Una zancadilla para llevar a cabo el pastoreo y la trashumancia como actividad profesional y, por ende, como medida de prevención antiincendios, es la de la Política Agraria Común. 

De acuerdo a un informe de WWF del año 2022, no es que estas medidas no hayan reconocido tales acciones, sino que de hecho las han penalizado. "Hasta la fecha, la PAC no ha considerado convenientemente las necesidades ni las particularidades de la ganadería extensiva. Los apoyos que ha recibido han sido insuficientes y los requisitos muchos y complicados", afirman.

Vacas pastando. Foto de Kalin Dimchev en Unsplash

Concha Salguero también se manifiesta en esta misma línea al respecto: "No nos han ayudado a sostener a los pastores ni a sus actividades en el campo. Muchas veces ha habido que dejar de hacerlo debido a la inexistencia de subvenciones para ello, con todo lo que conlleva".

Por otro lado, indica además que por la vaca, cuyas labores de cuidados difieren del ganado caprino y bovino, la PAC paga más y eso ha hecho que se abandone más la ganadería de las otras dos especies, que son las que más aportan a esos planes preventivos ante el fuego. 

Palabra de experta

Concha Salguero, aparte de detallar para ENCLAVE ODS cómo funciona el pastoreo y la trashumancia en relación a las medidas cautalares antiincendios, también se ha expresado sobre cómo se gestionan, cómo se asume esto a nivel institucional y qué papel juega social y culturalmente en las zonas rurales de la España vaciada. 

Concha Salguero en primer plano participando en la tercera jornada del Observatorio ODS en 2022. Esteban Palazuelos

¿De qué forma funcionan estas medidas de prevención naturales?, ¿se deja seguir el curso de las acciones de los animales o se van dirigiendo de algún modo?

Depende del animal, pero tradicionalmente los pastores estaban con estos en el campo, entonces se trataba de algo dirigido. Eran profesionales, sabían muy bien dónde llevar a las reses para que no se quedaran zonas sin pasto, consiguiendo al final un equilibrio.

Ahora quedan muy pocas personas que se dedique a esta labor de tal forma. Además, antes estos trabajadores se encargaban de hacer quemas controladas, que es algo que se ha demonizado mucho en estos últimos años. Ellos sabían qué se quemaba, cómo y cuándo había que hacerlo para, precisamente, trabajar en la prevención de incendios. 

Pienso que habría que volver a estas técnicas en invierno, de forma controlada, claro, y de acuerdo con lo que marque la administración. Es una buena combinación junto a la ganadería extensiva, aumentando el número de rebaños en España, y la trashumancia. 

En la naturaleza todo está interconectado y hoy en día tendemos a buscar una solución única para todo. Eso es imposible. Hay tantos elementos que influyen... 

¿Se trabaja en este tipo de soluciones a nivel institucional?, ¿cuál es la percepción que tiene en ese sentido?

Creo que lo estás viendo tú al igual que yo. Cada comunidad autónoma tiene su política y estos temas además se utilizan como arma, lo que es tremendamente lamentable. 

Cuando vas a recopilar datos resulta que tienes que tirar de bases europeas porque España no hace estas recapitulaciones. El Ministerio descarga responsabilidades en las regiones y dice que algunas no mandan la información necesaria. Pienso que todo es altamente mejorable.

¿Cómo se podría actuar? Para empezar, habría que tener un plan de emergencia establecido entre el Gobierno central y las autonomías, ya que parece que vamos a salto de mata, como se dice de forma coloquial.

Y, por supuesto, habría que plantear varios escenarios. ¿Qué sucede cuando una comunidad se ve sobrepasada como sucedió ayer en Extremadura?, ¿cómo se puede cooperar a nivel estatal y europeo? Aquí también entraría en juego trabajar en una propuesta de pastoreo nacional, algo que ya está funcionando en Igualada, por ejemplo. 

¿Cuál es el papel social y cultural de estas prácticas en las zonas rurales españolas?

Plantear esta serie de alternativas es hacerlo también pensando en la creación de empleo con sentido en estas áreas, elaborando un proyecto profesional con posibilidades reales y no de manera puntual. Hay que crear escuela. En estos entornos hay que diseñar propuestas laborales que dignifiquen a la persona y que además velen por la biodiversidad. 

Una apuesta de este tipo tendría un carácter totalmente vertebrador para estas sociedades. Nos consta que hay gente que de verdad quiere dedicarse a ser pastor, pero no saben cómo conseguirlo. En España tenemos escuelas, pero copiadas del sistema francés, que sobre todo están orientadas a la producción de queso, por ejemplo, pero no al pastoreo y la trashumancia. 

Muchas veces se comenta que este tipo de salidas profesionales son muy duras, pero quizás a mí me parece mucho más complicado vivir en un sótano por el que se paga un precio disparatado y estar encerrada en una oficina durante horas. ¿Qué marca al final el éxito y el fracaso?