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El biogás o biometano es una de las energías renovables consideradas estratégicas por España y la Unión Europea (UE) en la transición energética.

Entre otras cosas, porque sus aplicaciones son muy similares a las del gas natural y ayudarían, más allá del nivel medioambiental, a reducir la dependencia del continente.

Como su nombre ya indica, hablamos de un combustible que se genera a partir de las reacciones químicas de biodegradación de la materia orgánica.

Pueden intervenir diversos factores, como los microorganismos o la ausencia de oxígeno en la reacción, pero lo importante es el origen biológico. Es decir, muy habitualmente, los desechos animales, es decir, los excrementos procedentes, por ejemplo, de granjas o macrogranjas.

"En La Calahorra nos encontramos en lo que se llama el geoparque de Granada, una zona con mucha biodiversidad, pero también muy deprimida económicamente, donde no hay industria", explica Juana Valderrama, de 'La Calahorra en Acción', plataforma vecinal de este municipio donde hay proyectada una planta de biometano.

"Ni cuatro puestos"

"Nos han vendido la planta de biogás como que va a traer esos puestos de trabajo, pero lo que vemos es que ha sido una llamada a que se pidan permisos para aumentar macrogranjas porcinas y avícolas. Una llamada a que haya más purines en el pueblo, pero no más trabajo", asegura Valderrama.

Una mujer se enfrenta a varios agentes de Policía durante una concentración contra la instalación de una macroplanta de biogás. Isa Saiz EFE

El miedo de las vecinas del pequeño municipio de apenas 700 habitantes y de organizaciones como Ecologistas en Acción es que la futura planta —y las granjas a las que aseguran que hace "efecto llamada"— se note en el acuífero sobre el que se sitúa el pueblo y que abastece a toda la comarca.

También, afirma Valderrama, que "no se crean ni cuatro puestos de trabajo en total, no se fijan familias en un territorio que pierde población". Para ella, "nos dejan todos los inconvenientes, como los olores o la contaminación, y ninguna ventaja".

'Ni en tu pueblo ni en el mío'

La organización granadina fue una de las decenas que participaron el pasado 31 de mayo en una manifestación en Madrid bajo el lema Ni en tu pueblo ni en el mío. Reunían por igual a vecinos de todas las comunidades autónomas que rechazan instalaciones de biogás en sus municipios, casi siempre pueblos pequeños en zonas en despoblación.

En su manifiesto aseguraban que se trata de "grandes instalaciones industriales contaminantes, que reciben y procesan residuos" y de las cuales "se obtiene un residuo tóxico: el digestato, que contiene metales pesados, bacterias resistentes, fármacos veterinarios, nitratos y otras sustancias contaminantes".

El "esparcimiento o almacenamiento inadecuado" del digestato, afirman, "puede generar focos de contaminación en suelos, acuíferos y atmósfera, provocando olores insoportables, proliferación de insectos y aumentando los riesgos para la salud pública".

Alternativa al gas natural

Sin embargo, si uno acude a la web del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, se encuentra con todo lo contrario.

Entre otras cosas, se defiende que "su composición química y poder energético muy similares al del gas natural, por lo que puede utilizarse para los mismos usos" en calefacción o transporte.

También que es "100% renovable, ya que el biogás o syngas del que procede, pueden originarse a partir de desechos biológicos, cultivos energéticos, lodos de aguas residuales o residuos orgánicos domésticos e industriales" y "contribuye al desarrollo de la economía circular como alternativa sostenible al tratamiento de residuos".

Tendencia en la UE

En Europa, el biometano no hace más que crecer. En 2024, Alemania generó 100 TWh de electricidad gracias a esta fuente de energía.

Italia alcanzó los 33 TWh, Francia los 17 TWh e incluso fuera de la UE, Reino Unido, que también pelea por su independencia energética, llegó a los 29 TWh.

España, por su parte, va algo rezagada, con 252 Gwh en 2023, el último año del que hay datos. Aunque esto, en parte, se debe a que nuestro país apuesta más por otras renovables como la solar o la eólica.

Otros socios europeos, como Dinamarca o Suecia, tienen como objetivo reducir al 100% su consumo de gas natural y sustituirlo por biometano.

"No viene a crear un problema"

"El biogás no genera polémica por lo que es, sino por lo poco que aún se conoce", asegura Luis Puchades, presidente de la Asociación Española de Biogás (AEBIG). "Las dudas que a veces surgen suelen venir de la falta de información".

Para el empresario, "estamos hablando de una forma muy eficiente de valorizar residuos, además de una energía renovable, cercana, que ofrece beneficios claros tanto para el medioambiente como para el desarrollo sostenible del territorio".

A las preguntas de ENCLAVE ODS sobre las protestas de plataformas como la de La Calahorra, asegura que "es lógico que las personas quieran proteger su entorno, y por eso creemos que la clave está en explicar bien cómo funciona, qué medidas se aplican para evitar molestias y, fundamentalmente, qué hace para eliminar residuos que ya están presentes en el medio".

La planta de biogás, asegura, "no viene a crear un problema, sino a solucionarlo. Una planta bien diseñada y gestionada no solo no supone un problema, sino que puede generar empleo local, ingresos para agricultores y ganaderos, y ofrecer soluciones sostenibles para el tratamiento de residuos orgánicos".

"Aprovechar mejor los residuos"

Añade Puchades que "en Europa existen miles de plantas que llevan funcionando con éxito desde hace más de una década".

Los desechos agrícolas alimentan las plantas de biogás. EP

Recuerda también que "el último sitio donde se instalaría una granja sería adyacente a una planta de biogás, entre otras razones, porque es imposible por un régimen de distancias vinculada a la bioseguridad".

Los proyectos de biogás, según la asociación, "no necesitan aumentar el número de animales ni fomentar un modelo ganadero concreto". "Al contrario", comenta su presidente, "parten de una premisa muy distinta: aprovechar mejor los residuos que ya existen para generar energía renovable y otros productos útiles, como fertilizantes orgánicos".

Además, muchas plantas se nutren de subproductos de la industria agroalimentaria, como alperujos, vinazas, suero lácteo o restos vegetales, "sin que intervenga la ganadería en absoluto".

Por último, desde AEBIG insisten en algunas ventajas. Por ejemplo, que el biometano "se puede producir y usar todos los días del año, haga sol o llueva, haya o no haya viento. Por eso, es una energía muy estable, que siempre está disponible y se puede almacenar en una red gasista que ya existe".

Otra ventaja importante es que "no necesita grandes infraestructuras: puede aprovechar residuos que ya se generan en pueblos, granjas, industrias o ciudades. Y esos residuos se transforman en energía, en lugar de convertirse en un problema".

Además, finaliza Puchades, "no solo sirve para producir electricidad. También puede dar calor o incluso moverse vehículos con él, lo que lo hace muy versátil. En resumen, el biogás ayuda a dar solución a varios retos a la vez: limpia el entorno, da energía renovable, genera empleo local y ayuda a reducir la contaminación".