Cuatro décadas. Ese es el tiempo que, según un estudio publicado en la revista científica Environmental Research: Infrastructure and Sustainability a finales de julio, por la Universidad de Edimburgo y la de Oxford, llevará desescombrar Gaza.
Más de 40 años en los que, suponiendo que la masacre acabase ya, los gazatíes vivirán entre ruinas, rodeados de escombros que, calculan los investigadores, generarán más de 90.000 toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Contaminación que, además, afectará al aire que respiran.
Y es que, indica el estudio, la devastación israelí en la Franja, que incluye la destrucción de casas, escuelas y hospitales, generó entre octubre de 2023 y diciembre de 2024 —el primer año de la escalada del conflicto— al menos 39 millones de toneladas de escombros de hormigón.
Ahora, Médicos Sin Fronteras (MSF) y Naciones Unidas cifran en más de 50 millones de toneladas los restos de edificios e infraestructuras convertidas en escombros en suelo gazatí.
Además de las pérdidas humanas derivadas de los bombardeos y la hambruna actual, los investigadores de Reino Unido intentan, con su estudio, poner cifra al coste medioambiental de la guerra y la ocupación. Pues, recuerdan, afectará a largo plazo a la tierra y a los recursos hídricos y alimentarios de la población gazatí.
El coste de la masacre
Como recuerdan desde MSF en un comunicado, la oenegé está "presenciando la aniquilación deliberada y sistemática de las condiciones necesarias para la vida de los palestinos por parte de las fuerzas israelíes".
Y remarcan "la destrucción de la atención sanitaria, los ataques indiscriminados contra la población civil, la privación de ayuda (alimentos, agua, electricidad, combustible, suministros médicos), el desplazamiento forzoso de la población dentro de Gaza y la devastación de edificios e infraestructuras".
Esto, además, insisten desde MSF, es visible en las nuevas fotografías satelitales realizadas por Google Maps. Algo que se puede observar en un vídeo compartido por la entidad humanitaria.
Ya lo aseguraba la pasada semana el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres: "Los datos son innegables". Y, sin duda, hablan por sí solos.
Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), el 92% de los hogares de la Franja habrían sido destruidos o dañados. Y, según el Centro de Satélites de la ONU (UNOSAT), el 70% de todas las estructuras gazatíes habrían desaparecido o estarían a punto de hacerlo.
Asimismo, MSF y la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertan de que el 94% de los hospitales han sido atacados. Y solo 18 de los 36 centros hospitalarios de Gaza son, mientras se escriben estas líneas, "parcialmente funcionales".
Desde MSF lamentan que "hospitales como Nasser y Al Aqsa hayan sido bombardeados en numerosas ocasiones y algunos, como el Hospital Europeo de Gaza, no funcionen en absoluto debido a los ataques".
El Hospital Bautista Al-Ahli Arabi de la ciudad de Gaza, justo después de ser bombardeado el pasado 13 de abril de 2025.
A esto se le suma que, indican desde la entidad, en el norte de Gaza ya no haya "ni un solo hospital que funcione a pleno rendimiento" y que el 61% de los centros de atención primaria no estén operativos.
El nuevo sistema de repartición de suministros, que llegan a Gaza a cuentagotas, está provocando, a su vez, un incremento de las personas que acuden a los pocos recursos médicos existentes con heridas más o menos graves.
"El sistema hospitalario está desbordado y colapsando", indica Mohammed Fadlalla, médico gazatí que trabaja en el hospital de campaña de la organización Zawaida, en Deir Al-Balah, en el centro de la Franja.
Los centros educativos no han corrido mejor suerte: 2.308 guarderías, escuelas y universidades han sufrido algún tipo de ataque o han colapsado, según la ONU.
Las infraestructuras en ruinas, que se acumulan desde el 7 de octubre de 2023, habrían arrasado consigo al menos 60.138 vidas, según el Ministerio de Salud de Gaza. A esto habría que sumarle los al menos 146.269 heridos.
Inanición en Gaza
"Una catástrofe humanitaria de proporciones épicas". Esas son las palabras exactas que utilizaba esta misma semana el secretario general de Naciones Unidas para resumir la situación de los palestinos en Gaza.
A lo que añadía que la situación "no es una alerta", sino "la realidad sucediendo ante nuestros propios ojos". Guterres ha vuelto a poner de manifiesto la imperante necesidad de que "la comida, el agua, las medicinas y el combustible fluyan e inunden Gaza sin impedimento".
El biberón de un bebé gazatí.
Porque la hambruna asola la Franja. El pasado 29 de julio, Acción contra el Hambre —junto a otras oenegés— alertaba de que ya hay, al menos, 20.000 niños y niñas hospitalizados con malnutrición aguda.
Según el Ministerio de Salud gazatí, en los últimos 11 días han muerto de inanición más personas que en los 21 meses previos de conflicto. Los fallecidos por culpa de la hambruna hasta el 30 de julio ascendían a 154, de los que 89 eran niños.
A su vez, de las 74 muertes por desnutrición registradas en lo que llevamos de año, 63 tuvieron lugar durante el mes de julio.
No es de extrañar, por tanto, que el pasado jueves 31 de julio, la OCHA publicara en X su última actualización humanitaria sobre la Franja hasta la fecha. La situación, decía, no es halagüeña.
"Gaza está al borde de la hambruna" o "la ayuda no es suficiente" son algunos de los mensajes que las distintas agencias y programas de la ONU lleva lanzando con cada vez más intensidad en las últimas semanas.
Los últimos datos de la Integrated Food Security Phase Classification (IPC), publicados la última semana de julio, aseguran que los gazatíes están viviendo "el peor escenario posible de hambruna" posible.
El conflicto y el desplazamiento se han intensificado hasta niveles inéditos y el acceso a alimentos y servicios esenciales "se ha hundido como nunca antes", indica el IPC. Y añade: "El hambre, la malnutrición y varias enfermedades relacionadas están derivando ya en muertes".
Por eso, el secretario general de Naciones Unidas ha pedido, una vez más, que "acabe la pesadilla".
