"Se ha vuelto de sentido común preocuparse por el clima y exigir políticas climáticas", explica la profesora Teodora Boneva, de la Universidad de Bonn, en Alemania. "Pero la mayoría cree que los demás no se preocupan tanto ni están dispuestos a hacer algo al respecto".
¿Estamos todos preocupados por la crisis climática y sus consecuencias, pero nadie se atreve a hablar de ello? ¿Es miedo a ser unos pesados o que estamos sobreestimando el negacionismo real porque es muy ruidoso?
Los estudios al respecto apuntan a que ahora es posible que ocurra todo a la vez, e incluso el diario británico The Guardian lo ha bautizado como la espiral de silencio climática.
El estudio Globally representative evidence on the actual and perceived support for climate action (evidencia globalmente representativa sobre el apoyo real y percibido de la acción climática), publicado en la revista Nature en 2024, estima que el 89% de la población mundial querría ver más acción política contra la crisis medioambiental.
Boneva, una de las autoras, señala que "a nivel mundial, existe una brecha de 26 puntos porcentuales entre la disposición real y la percibida para actuar contra el cambio climático".
Aunque los investigadores creen que existen diferentes razones posibles para que esto ocurra, "el hecho de que las personas no hablen con frecuencia sobre este tema podría ser una de ellas", explica.
Y añade: "Otra posible razón es la tergiversación de las opiniones de la gente en los medios de comunicación, con una cobertura desproporcionada de las opiniones minoritarias".
En España sabemos que no somos una excepción. Al contrario, quizás somos de los países donde el fenómeno —mucha preocupación particular, pero prudencia por pensar que el resto no, y la política menos— se da de forma más acusada.
La Encuesta Anual sobre el Clima encargada por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) de noviembre de 2024 señala que el 95 % de los españoles apoya la adopción de medidas para hacer frente a los efectos del cambio climático, y la mayoría cree que invertir ahora en adaptación también evitará mayores costes en el futuro.
Miedo a la polarización
Anthony Leiserowitz, profesor especializado en comunicación climática de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, explica que, en países como el suyo, la reticencia a hablar de la crisis climática se debe a la politización.
"Se ha convertido en un tema polarizado, lo que hace que muchas personas se muestren reacias a iniciar una conversación", indica.
Esto a nivel particular, a nivel general se ha detectado el fenómeno denominado "la ignorancia pluralista", que, explica Leiserowitz, "significa que las personas (y los líderes) en prácticamente todas partes subestiman el nivel de preocupación por el cambio climático y el apoyo a la acción entre sus conciudadanos".
Para Teodora Boneva esto es preocupante por lo que los estudios en economía del comportamiento llaman "cooperadores condicionales". Son aquellas personas "dispuestas a cooperar en la provisión de un bien común, pero solo mientras crean que otros también están dispuestos a cooperar", añade
"Por esta razón, si las personas subestiman la disposición de los demás a actuar, podrían estar menos dispuestas a hacerlo", concluye.
Desde el colectivo Contra el diluvio explican que "a nadie le gusta ser el que da la chapa a los demás: se ve por ejemplo con los veganos, a nada que alguien hace un comentario sobre que reducir el consumo de carne es bueno para la salud o el medio ambiente, se recibe como un ataque".
Contra el diluvio es un colectivo de estudio, reflexión y acción sobre el cambio climático y sus efectos que, desde sus redes, difunde alternativas de adaptación. Desde su newsletter, La vida que vendrá, intentan ofrecer un enfoque positivo de la situación.
Ilustración de una protesta ambiental.
"En esas encuestas tan optimistas se habla de que en la mayor parte de los países desarrollados donaría el 1% de su salario para luchar contra la crisis climática, ¿qué pueden ser 15 o 20 euros a lo mejor? Está muy bien, pero no sería muy útil", indican.
En ese sentido, los activistas de Contra el diluvio son pesimistas: "Esa conciencia es real, pero quizás el compromiso no, porque no se explican los cambios que habría que hacer en nuestras vidas. Ya es difícil con temas como usar menos el coche; con transformaciones más profundas, hay mucha resistencia".
Pesimismo climático
Por su parte, Anthony Leiserowitz señala dos problemas graves: "La falta de concienciación básica en gran parte del mundo en desarrollo y la distancia psicológica en el mundo desarrollado".
Esto es, dice el experto, el hecho de que "muchas personas aún creen que los impactos son distantes en el tiempo y el espacio".
Es decir, hay gente que, aunque cree que el cambio climático es real, "piensa que los impactos afectarán a las generaciones futuras, o a otras especies y no a los humanos". O incluso, señala el investigador, "a personas de países lejanos, no a su propio país, sus propias familias o a sí mismos".
La buena noticia es que "generalmente encontramos que muy pocas personas son pesimistas climáticas, o que hayan concluido que estamos condenados y que es demasiado tarde para hacer algo", zanja.
Los activistas de Contra el diluvio sí lamentan que "da la impresión de que en cuestiones de comunicación del cambio climático seguimos una década de atrás. Aunque el consenso es más grande que nunca, seguimos combatiendo planteamientos negacionistas como si fuesen mayoritarios".
Por otra parte, "cuando se habla de que el 10% más rico del planeta tiene más responsabilidad, no se explica que quizás gran parte de la Unión Europea, de España, está ahí dentro. Así que a veces parece que sí que somos conscientes de los cambios que hacen falta, pero no queremos asumirlos", indica el colectivo.
No obstante, precisamente por ello, animan a romper el dichoso silencio climático: "Nos parece interesante hablar con gente, ir ampliando círculos más allá de las personas muy convencidas y concienciadas. Entre otras cosas, por tomar conciencia de que no estamos solos y romper esa sensación de desesperación que a veces existe también entre el activismo".
