Enviar un correo electrónico fuera del horario laboral, recibir un WhatsApp, una llamada… o incluso tan solo revisar las últimas notificaciones del trabajo. Esto son, en términos generales, acciones de lo más comunes en el día a día de quienes están dentro del mercado. Pero no son inocuas.
Pese a que el 58% de los trabajadores asegura que esta actitud les genera estrés, el 81% revisa mensajes fuera del horario laboral. Un hecho que ejemplifica la brecha existente entre lo que sabemos que es bueno para nuestro bienestar y lo que realmente hacemos.
O, por lo menos, así lo explica un estudio realizado por Alan —la empresa europea de seguros de salud digitales—, publicado recientemente. Y es que, como dice Yoann Artus, general manager de la compañía en España, este es el resultado de "una combinación de factores tecnológicos, culturales y de liderazgo".
¿El principal culpable? La tecnología. Desde la introducción de los nuevos dispositivos móviles en el ámbito laboral, tales como los smartphones o los portátiles, se han "desdibujado las fronteras" entre la vida personal y la profesional. Pues ahora, indica Artus, el trabajo nos acompaña "a cualquier lugar y a cualquier hora".
Sin embargo, este no es el único factor vinculado a este nuevo comportamiento. Y es que el portavoz de Alan asegura que "existe una cultura muy arraigada de disponibilidad permanente, donde se valora estar 'siempre conectado' como sinónimo de compromiso".
Y lo explica: "Cuando los managers envían mensajes fuera de horario, establecen expectativas que el resto del equipo siente que debe cumplir. Esta suma de elementos nos ha llevado a normalizar una situación que, como muestran los datos, es insostenible".
Desgaste mental
Esta hiperconexión impacta directamente en la salud mental… pero también en la física. Pues, menciona Artus, "estar permanentemente disponibles impide que nuestro cerebro desactive la respuesta al estrés, lo que eleva los niveles de cortisol, afecta al sueño, la concentración y la creatividad".
Al mismo tiempo, indica, la vinculación constante al trabajo puede derivar en "problemas de ansiedad, fatiga crónica e incluso síntomas físicos como dolores de cabeza o musculares". Y, además, favorece hábitos sedentarios y dificulta mantener rutinas saludables, repercutiendo negativamente en la salud general.
Y es que, según muestran los resultados de la encuesta nacional a 800 trabajadores en España, el 79% pasa más de seis horas sentado al día y el 26% supera las 10 horas diarias. Un umbral que, señalan los expertos, está asociado a "menor energía, fatiga mental y molestias físicas".
Algunas señales que nos indican que, efectivamente, algo no está yendo como debería son experimentar "dificultades para dormir, irritabilidad, sensación de agotamiento constante, problemas de concentración o memoria y una disminución de la motivación".
Por otro lado, a nivel físico, continúa Artus, pueden aparecer dolores de cabeza, tensión muscular o molestias digestivas. "También es preocupante cuando el trabajador empieza a descuidar sus hábitos de autocuidado o a aislarse socialmente", señala.
Por eso, apunta el portavoz de Alan, es "fundamental" prestar atención a esta sintomatología y actuar cuanto antes.
Una gran mayoría (81%) revisa mensajes de trabajo fuera del horario laboral.
Identificar este tipo de sentimientos en el personal tiene un impacto claro: se está incrementando el riesgo de la fuga de talento y reducen el compromiso.
Y así lo muestra la investigación publicada recientemente: el 39% de los españoles está considerando cambiar de empresa y el 63% asegura que el principal motivo es el estrés o la falta de productividad.
Y es que Artus lo tiene claro: "Cuando los equipos no se sienten respaldados en su bienestar, disminuye la motivación y el sentido de pertenencia, lo que afecta directamente a la productividad y la retención".
Desconexión digital
Contrario a la hiperconexión es la desconexión que, según explica Artus, hace referencia al respeto de los tiempos y los espacios en los que el trabajador no debe estar pendiente de asuntos laborales, permitiendo un descanso real y necesarios para su salud.
Sin embargo, siendo realistas, existen profesiones en las que esta norma no es aplicable o, por lo menos, no de la misma forma. Ejemplo de ello serían las personas que se dedican a los servicios de emergencia o a la atención 24/7, aunque Artus asegura que, independientemente del sector, siempre es posible "adaptar protocolos y expectativas para proteger el bienestar de los empleados".
"Lo importante —subraya el portavoz de Alan— es que la empresa marque límites claros y ponga en valor el derecho al descanso".
En ese sentido, el experto demuestra que existen políticas internas y normas para evitar llegar al punto de burnout (el síndrome que hace referencia al agotamiento derivado del desempeño laboral).
Algunos ejemplos de las acciones más efectivas podríamos resumirlos en "establecer horas tranquilas, sin reuniones, evitar enviar comunicaciones fuera de horario, formar a los managers en liderazgo saludable y utilizar herramientas digitales que faciliten rutinas de desconexión y bienestar".
Y es que, en este contexto, dice Artus, es clave "definir protocolos claros para urgencias reales y reconocer públicamente a los equipos que mantienen un buen equilibrio".
En definitiva, "las empresas deben crear un entorno que facilite el autocuidado" y esto, apunta el portavoz de Alan, incluye "ofrecer un acceso sencillo a especialistas (psicología/fisioterapia) o promover el uso de herramientas digitales que apuesten por hábitos saludables como caminar, meditar o hacer pausas activas".
La cuestión es que, de no ser así, la propia compañía estaría siendo presa de sí misma. El coste de este comportamiento es elevado, tanto a nivel humano como económico, convirtiéndose en responsable de las bajas por estrés, la reducción de la productividad y la aceleración de la fuga de talento.
El 63% cita la conciliación, el estrés o el burnout como principal causa de querer dejar su trabajo.
De hecho, según el último estudio realizado por Alan, "los problemas de salud relacionados con el estrés y el sedentarismo cuestan a las empresas españolas cerca de 16.000 euros por empleado al año". Lo que, para una compañía de 100 empleados, se traduciría en un coste que supera los 1,5 millones de euros al año.
Aunque no solo eso; en los últimos tres meses, los trabajadores encuestados han reportado perder de media siete días laborables por bajas causadas por estrés, molestias físicas o fatiga. Y es que, pese a que muchos lo intentan, el 60% confiesa que le cuesta mantener hábitos saludables en el entorno laboral.
Motivo por el que, concluye Artus, "corregir esta tendencia no es solo una cuestión de bienestar, sino de sostenibilidad y éxito empresarial a largo plazo".
