Publicada
Actualizada

Temperaturas de más de 50 °C que baten récords. Embalses por debajo del 14%. Cierre administrativo de la capital. Eso es a lo que se ha estado enfrentando buena parte de Irán durante esta semana. 

Al mismo tiempo, los termómetros del sur de Europa tiemblan con la ola de calor africano que golpea lugares como la isla italiana de Sicilia, pero también Grecia o, incluso, Turquía.

Mientras tanto, en España observamos las temperaturas de nuestros vecinos mientras las nuestras se relajan y dan, por fin, un poco de tregua. 

Pero no, el tiempo no está loco. Y sí, es normal que en verano, en el hemisferio norte, haga calor. Sin embargo, los registros históricos aseguran que, una vez más, lo más probable es que el de 2025 vuelva a ser el verano más fresco del resto de nuestras vidas. 

Y es que en un contexto de calentamiento global en el que las sequías prolongadas, como es el caso iraní, empiezan a ser la norma —combinadas con lluvias torrenciales de tanto en tanto—, los termómetros alcanzan cifras récord con cada vez más frecuencia

Calor a la siciliana

La semana del 21 al 25 de julio de 2025 ha estado marcada por lo que puede considerarse un episodio histórico de calor extremo en el sur del continente europeo, a excepción de España. 

Las temperaturas en muchas localidades de la región alcanzaron niveles récord y se acercaron peligrosamente a los máximos absolutos continentales.

Gente en Catania durante la ola de calor italiana. Marco Restivo Reuters

Ese sería el caso de Sicilia Interior, donde la estación de Borgo Pietro Lupo registraba, por ejemplo, el pasado 23 de julio, temperaturas de hasta 46,2 °C. La sensación térmica, dicen los medios locales, podrían haber superado los 50 °C en algunos puntos de la isla. 

Por su parte, Palermo ha sido la única localidad italiana en alerta roja esta semana por altas temperaturas y, en concreto, condiciones de riesgo extremo por incendios, con máximas de 39 °C. Otra veintena de ciudades han ido entrando y saliendo de la alerta amarilla durante estos últimos días.

La Acrópolis echa el cierre

Esta ola de calor sería la tercera del verano de 2025 para países como Grecia. Y, en algunos puntos, los registros históricos de temperaturas demuestran que se ha llegado a superar los récords para estas mismas fechas de las últimas tres décadas. 

Turistas se refrescan mientras visitan la Acrópolis durante la ola de calor de principios de julio. Louisa Gouliamaki Reuters

El 22 de julio, por ejemplo, Atenas rompió los termómetros al registrar una máxima de 39,2 °C. En algunas zonas del país han llegado a subir hasta los 43 °C.

La situación helena ha sido tal esta semana que las autoridades llegaron a tomar una decisión drástica: cerrar durante varias horas la Acrópolis de Atenas. La sensación térmica era tal que, como informan desde Reuters, se pidió a los turistas precaución extrema. 

Anomalías térmicas

El aumento de temperaturas máximas en Europa puede observarse a través de los datos históricos de los últimos 30 años. 

Por ejemplo, hace tres décadas, Sicilia registraba valores máximos en un mes de julio de entre 32 y 35 °C. Hace una, se situaban entre los 35 y 38 °C. Hace un lustro, subían ya a 39 °C. En los últimos años, han llegado a alcanzar los 46 °C.

En el caso de Atenas, en las últimas tres décadas se ha pasado de registrar valores máximos en un mes de julio de entre 35 °C y 37 °C a termómetros de entre 39 °C y 43 °C. 

Quiebra hídrica en Irán

Otro país, esta vez asiático, que ha roto todos los mercurios esta última semana es Irán. Con máximas por encima de los 50 °C el día 22 de julio, según el servicio meteorológico nacional, el Gobierno persa tuvo que declarar la jornada como festiva en Teherán para evitar exponer a la población a las temperaturas adversas.

Pero el problema iraní es más complicado que una simple ola de calor. El país se enfrenta a una grave crisis hídrica que le aboca a una quiebra.

Amanecer en una plantación de caña de azúcar en Irán durante la ola de calor. Morteza Nikoubazl Reuters

Una sequía de cinco años, con precipitaciones en mínimos históricos este año, les está llevando a pensar en soluciones que pasan por la importación de agua de Turkmenistán, Afganistán, Tayikistán o Uzbekistán. 

Las presas iraníes se encuentran a medio gas por la falta de lluvias. Esto, junto al envejecimiento de las infraestructuras y las olas de calor cada vez más frecuentes, han llevado al país a sufrir graves cortes eléctricos. 

La situación es tan extrema que, tal y como informa The Guardian, incluso el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, ha reconocido que "la crisis del agua es mucho más seria de lo que parece".

En una reunión de su gabinete esta misma semana ha reconocido que si no toman "medidas urgentes ya", se enfrentarán a una situación "para la que no habrá remedio".