El agua del océano Índico baña, insistentemente, el litoral de las islas Seychelles. Con cada caricia, las playas de este archipiélago africano se erosionan un poco más; pierden un poco más de arena.
Tanto que empieza a poner en peligro las infraestructuras isleñas. "La erosión está causando muchos problemas a las instalaciones humanas", explica a ENCLAVE ODS Luca Saponari, responsable científico y técnico del equipo de Nature Seychelles.
Esto, dice, "significa que se destina mucho dinero al mantenimiento o la renovación de infraestructuras como carreteras, viviendas y otros edificios". Aunque a este científico le preocupa en particular cómo este fenómeno afecta a la fauna silvestre, especialmente a las tortugas marinas.
La isla de Cousin, donde se encuentra uno de los centros de Nature Seychelles, es uno de los polos "más importantes de anidación en el Índico occidental", cuenta. Pero a medio plazo la supervivencia de las crías de tortuga puede ponerse el jaque.
Y todo por la degradación de los corales. Este fenómeno, que lleva produciéndose desde hace más de dos décadas a nivel global, ha venido afectando al archipiélago africano con crudeza en los dos últimos años.
Porque, como indica Jamie Craggs, biólogo marino y cofundador de Coral Spawning Lab, "se han producido episodios de decoloración muy extensos en todo el mundo, y como resultado, muchos corales han muerto".
Imagen de corales tomada por el Coral Spawning Lab.
Sin embargo, recuerda Saponari, la biodiversidad coralina es "esencial para el desarrollo de la comunidad local de Seychelles", que vive principalmente de la pesca. Pero también para el turismo —supone el 27,2% del PIB del país— y para sus ecosistemas.
Un proyecto pionero
De ahí que Coral Spawning Lab (CSL) y Nature Seychelles se hayan unido, auspiciados por Canon, para crear un centro de investigación pionero: el primer laboratorio de reproducción de coral en el océano Índico occidental.
Se trata de la primera instalación terrestre de acuicultura de coral del continente africano y busca reforzar el proyecto de Recuperación Asistida de Corales de Nature Seychelles. Y lo hace a través de la reproducción in vitro de estos animales.
Porque, como explica Craggs, el lado positivo de los eventos de estrés oceánico que hacen que los corales mueran es que "los que sobreviven tienen más capacidad de resiliencia en su código genético".
Los tanques de reproducción asistida de corales donde se observa el desove.
Esto, que es parte del proceso de selección natural que dice que solo los más fuertes sobreviven, es en lo que se basa la técnica reproductiva que CSL lleva ahora a la Seychelles.
"A través de la reproducción hacemos hincapié en que los más fuertes sobrevivan y, por lo tanto, podemos empezar a aprovechar la diversidad genética mejorada que se obtiene como resultado", indica.
Para ello, el vivero terrestre se centrará "en los corales que son termotolerantes por naturaleza", explica Saponari. Es decir, aquellos "que se están adaptando o aclimatándose de forma natural a las condiciones cambiantes del clima". Esas que están haciendo "que los arrecifes no puedan adaptarse por darse de manera cada vez más frecuente".
Reproducción asistida
Los sistemas que Coral Spawning Lab está poniendo en marcha en las Seychelles mientras se escriben estas líneas son una suerte de peceras en la que se observará el proceso de desove de los corales.
Peceras, sí, pero, dice Craggs, "con bastante tecnología añadida". Pues cuentan con "la filtración adecuada para mantener la química del agua", al igual que la iluminación necesaria para la reproducción coralina, "relacionada con los cambios estacionales que se producen en el océano".
Por ello, cada uno de los tanques o peceras de corales cuenta con un microprocesador codificado para simular el cambio de temperatura estacional, la duración de la luz del día, los cambios a lo largo del año y los ciclos lunares.
De esta manera, continúa, "el microprocesador controla la iluminación LED no solo para reproducir el tiempo de encendido y apagado de las luces, sino para imitar la manera en que sale el sol en el cielo y luego vuelve a desaparecer".
Así, los corales se adaptan a esta vida en cautividad y "esos ciclos simulados son los que desencadenan el desove".
Territorio inexplorado
En muchas partes del mundo, indica Saponari, "el proceso por el cual los corales lanzan gametos o algas, dependiendo de la especie, al agua es sobradamente conocido". Sin embargo, matiza, "en las Seychelles no: no sabemos cuándo los corales están desovando de forma natural".
Esto implica dificultades de partida para los proyectos de restauración de arrecifes basados en la reproducción (sexual) de estos animales.
Detalle de corales.
Y precisamente por eso, indica Craggs, el punto de partida del nuevo laboratorio es "entender cuándo y cómo se reproduce cada una de las especies". Motivo por el que, dice, "este primer año de funcionamiento del laboratorio tendrá mucho que ver con la formación del equipo".
Las imágenes, en esta fase, son vitales para observar de cerca el proceso reproductivo. "Supongamos que tenemos una rama de coral, la rompemos en una más pequeña, como si fuese el esqueje de una rosa, y luego observamos la sección transversal", explica Craggs.
Y continúa: "Tomamos una imagen macro que nos permite observar el interior del coral y observar los huevos y, dependiendo del tamaño y el color de estos, podremos saber cuándo se van a reproducir".
Así se resume el trabajo que llevarán a cabo durante el primer año de funcionamiento del invernadero de Seychelles: "Fragmentar, tomar muestras y comprobar si hay gametos que nos proporcionen los meses en los que tendrá lugar el desove".
El desove de los corales
El objetivo final de estas instalaciones terrestres no es otro que crear las condiciones que se dan en la naturaleza para el desove y observar este proceso.
Pero ¿por qué no hacerlo directamente en el arrecife? Saponari y Cragg coinciden en que es más costoso, pues "la mayoría de los corales desovan de noche" lo que supone "un desafío" que depende de las condiciones meteorológicas.
"Si llega una tormenta y hace mal tiempo, es imposible sumergirse, y pierdes la oportunidad de recolectar los óvulos y el esperma y de, luego, crear los corales juveniles para regenerar el arrecife", cuenta Cragg.
"Necesitamos acceder a los óvulos y al esperma para realizar fecundaciones in vitro", continúa. La última fase de este proyecto a largo plazo consiste en hacer crecer esos corales jóvenes durante un periodo de tiempo que puede ir de seis meses a dos años para, luego, trasplantarlos al arrecife y dejar que la naturaleza siga su curso.
Diversidad genética
Cragg hace hincapié en la manera en que se realiza el tipo de restauración de arrecifes que hacen desde CSL y que, ahora, también harán en Nature Seychelles. Romper una rama de coral para comprobar si hay huevos es el proceso tradicional en la que se restauran los corales.
"De este modo, se pueden producir fragmentos asexuales como si se tratara de un esqueje de una planta: rompes un trozo, lo pegas en el arrecife, crece y se convierte en una nueva colonia". El problema con esta técnica radica en que "genéticamente, los corales nuevos son exactamente iguales".
Pólipo de Acropora tenuis liberando un paquete de óvulos y esperma durante el desove 'ex situ'.
Esto hace que no se esté aumentando la diversidad genética, vital para que los arrecifes sean más resilientes a los eventos de blanqueamiento o el aumento de temperaturas.
Por eso, lo que Cragg está enseñando a hacer al equipo en el que está Saponari es a realizar una reproducción sexual con la que "se produce nuevo material genético a través del proceso reproductivo".
De este modo, no solo no se limita la diversidad genética de los corales, sino que se incrementa. Y se hace, matiza Cragg, "con la esperanza de que algunos de esos individuales sean más resistentes al cambio climático".
Asimismo, concluye este biólogo marino, "debido a que se crea más diversidad genética, en cierto modo se aumentan las probabilidades de que la restauración tenga éxito". Y ese es el objetivo final del primer centro de reproducción asistida coralina en África.
