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En una convención de cómics de esas que se celebran anualmente en Estados Unidos, asistía a un panel o mesa redonda el guionista Roger Stern, muy conocido en los años 80 y 90 por su trabajo en personajes como Los Vengadores, Spider-Man o el Capitán América, entre otros, además del mayor superhéroe de todos: Superman.

En la ronda de preguntas, uno de los aficionados presentes preguntó a los autores por la motivación del héroe. Spiderman tiene el trauma del fallecimiento del tío Ben, Batman tiene el trauma de las muertes de sus padres, pero, ¿por qué combate Superman el crimen?

Stern pidió responder y le dijo: "Porque ha sido muy bien educado y ayudar a los demás es lo correcto".

Sí, lo sabemos: suena buenista. Pero el personaje está a punto de cumplir 90 años (sus primeras aventuras se publicaron en 1938) y de estrenar su cuarta versión cinematográfica. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.

El 11 de julio se estrena en cines el nuevo Superman, dirigido por James Gunn. El 25 de julio será el turno de Los 4 Fantásticos: primeros pasos, una nueva versión de los héroes fundadores de la Marvel Comics dirigida por Matt Shakman. Coincidirán en el tiempo con la nueva temporada de Star Trek: Strange New Worlds.

¿Qué tienen en común? Que confían en la ciencia y en la gente, como Clark Kent, alias Superman, que ha tenido una buena educación y hace cosas buenas porque es lo correcto.

Fotograma de la nueva película de Los 4 Fantásticos.

El líder de Los 4 Fantásticos, Reed Richards, es un personaje solo posible en el mundo de los superhéroes: el científico más brillante del mundo, capaz de controlar tanto de física cuántica como de biología o química, que se pone un uniforme y combate el mal junto a su mujer y sus mejores amigos.

La gracia de Reed, alias Mr. Fantástico, es que cree que, bajo cualquier circunstancia, si confiamos en la ciencia y los unos en los otros, el futuro será mejor. En la época en la que se estrena un apocalipsis zombi cada semana y solo imaginamos fines del mundo, parece su mayor superpoder.

Los 4 Fantásticos fueron creados por Stan Lee y Jack Kirby, escritor y dibujante, en 1961. Star Trek, la serie de televisión del capitán Kirk y el doctor Spock –otro que creía en la ciencia y la lógica–, en 1966.

En julio en EEUU y en agosto en España se estrenará la última entrega de la popular franquicia, la tercera temporada de la serie Strange New Worlds, que intenta recuperar el estilo más clásico, inocente y juguetón de la serie original.

Antes de las crisis del petróleo y otros apocalipsis contemporáneos, la ciencia-ficción creía que el futuro solo podía ser mejor, que siempre avanzaríamos.

Entre los 70 y los 80 del siglo pasado, distopías y futuros pesimistas como Blade Runner, Mad Max o las más recientes Hijos de los Hombres, además de cualquier drama de zombis que se les venga a la cabeza, fueron ganando terreno. Entre medias, Superman, Reed Richards o el Doctor Spock quedaron arrinconados.

Una de las escenas de 'Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos'.

Pero, sorprendentemente, las antiguallas siguen regresando, a pesar de la popularidad de superhéroes más pesimistas antropológicos como Batman, el amigo emo y con tendencias depresivas del bueno de Superman.

En los carteles de los cines de todo el mundo, Reed Richard y Clark Kent se van a cruzar con Jurassic World: Rebirth, la séptima entrega de la saga Parque Jurásico, cuya moraleja camina en la línea de la novela fundacional de la ciencia-ficción occidental, Frankenstein: la ciencia sin límites éticos nos destruirá.

Curiosamente, la principal lección de Star Trek o Los 4 Fantásticos –y Superman por osmosis, ya que el inmigrante ilegal Kal-El es adoptado por los Kent porque su padre, un brillante científico, lo salva del fin de su mundo– es que es posible ese nivel de avance sin sucumbir.

La ficción moderna cree que los humanos somos tan miserables, idiotas o torpes que cualquier avance lo suficientemente avanzado siempre acabará en un mal uso. La ciencia ficción optimista del siglo pasado sabía eso también, pero creía que las mejores intenciones siempre saldrían adelante.

Ese, quizás, es su principal superpoder.