Los bosques son una de las herramientas más poderosas del ser humano, a lo largo de la vida nos han servido de gran ayuda. Pese a su resiliencia frente al cambio climático, el paso del tiempo y las nuevas adversidades ha hecho que se cada vez sean mas los árboles que mueren.

Según WWF, los bosques nos brindan refugio, un medio de vida, agua, alimentos y combustible. Todas estas actividades involucran directa o indirectamente a los bosques.

En la ciudad, los árboles urbanos ayudan a que los edificios se mantengan frescos, reduciendo la necesidad de ventiladores o aires acondicionados, mientras que los grandes bosques pueden hacer frente a tareas desalentadoras como frenar el efecto de "isla de calor" de una ciudad o regular las temperaturas regionales.

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Casi la mitad de las especies conocidas de la Tierra viven en bosques, incluido el 80% de la biodiversidad en la tierra que es clave, tanto para los ecosistemas como para las economías humanas. Ahora, tanto los bosques como la biodiversidad que abunda en ellos, están amenazados por la deforestación.

La mayoría de los bosques ha vivido durante milenios en la cuerda floja tras sufrir alguna perturbación como incendios, inundaciones y olas de calor. Actualmente, este equilibrio se ha roto y son incapaces de hacer frente a estos condicionantes.

Los árboles de todo el mundo están colapsando y el principal de los motivos es el cambio climático: el aumento de la temperatura y la escasez de las precipitaciones que dan lugar a las sequías los está matando.

Pero no es el único factor ni está separado de otros como la explotación humana, la degradación del suelo o las plagas. Un fenómeno que Francisco Lloret, catedrático de Ecología de la UAB e investigador del CREAF, explica en su libro La muerte de los bosques (Arpa, 2022).

Sus investigaciones se centran en el estudio de los bosques con relación a diferentes fuentes de perturbaciones causadas por los humanos. Analiza el grave fenómeno del declive de los bosques e introduce al lector a la ciencia forestal mediante un recorrido por bosques de todo el mundo.

Pero no solo Lloret es consciente de este fenómeno global; también la comunidad científica afirma que estamos en un estado de alerta ante profundas transformaciones en los bosques.

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El libro recorre algunos de los bosques más importantes de Norteamérica, Patagonia, Europa y África, poniendo especial atención a casos españoles como los sabinares de Doñana entre otros.

Cada capítulo empieza con el caso concreto de un bosque que ha sufrido episodios de mortalidad, que sirve de ejemplo para explicar cómo funciona aquel tipo de bosque.

Pese a que el cambio climático sea el principal enemigo de los bosques, la presencia humana ha empeorado la situación de los mismos. En este sentido, los humanos hemos modificado la diversidad en muchos bosques, a veces cortando árboles y otras repoblando. En general, hemos tendido a simplificar esa pluralidad.

Francisco Lloret asegura en su libro que el problema es que la realidad a la que nos enfrentamos es totalmente distinta a la que viviamos. Lo que lleva consigo un cambio a la que, ni los bosques ni el ser humano, están preparados.

Una realidad tan brusca o irreversible que puede hacer que la mayoría de los árboles se pierdan dejando claro que numerosos bosques ya no serán iguales que los conocidos hasta ahora.

Mueren los arboles más jóvenes ¿cómo podemos revertilo?

La sequía da lugar a que los árboles no puedan fotosintetizar y por ello dejen de crecer a falta de ese CO2 atmosférico, de la radiación y del agua. Ante esto, el proceso se bloquea, por lo que el árbol tiene que tirar de sus reservas.

Cuando un árbol vive más tiempo, tiene más posibilidades de almacenar recursos por lo que los árboles viejos tienen más capacidad para guardar reservas en sus raíces, y superar los periodos más adversos. 

Sobre la necesidad de actuar para evitar el colapso de los bosques, hay que entenderlos, estudiarlos, para poder decidir los modelos de gestión más adecuados a las características de cada uno de ellos.

En España, hay encinares y robledas afectados por patógenos y sequía, pero tienen una gran capacidad de rebrotar. Conocer cómo funcionan mediante la gestión forestal permite hacerlos más resistentes y resilientes a estos cambios que nosotros estamos provocando y que son demasiado rápidos para ellos.

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Plantar árboles es siempre una buena opción para ayudar a capturar CO2 de la atmósfera y a frenar el calentamiento global. Sin embargo, el clima está cambiando a tal velocidad que esos nuevos árboles podrían plantarse en un lugar que mañana se revelará equivocado o crecerá limitadamente.

Lo que podemos hacer es acompañar a los bosques a ese nuevo entorno climático que se está produciendo, de la misma manera que la sociedad humana se tiene que adaptar a los cambios que se esperan.