Cada vez que cogemos el teléfono para responder una llamada y esta resulta ser de una empresa que quiere vendernos un producto, nos preguntamos: ¿qué podemos hacer para evitar este incordio? Desde que existe el telemarketing, las campañas telefónicas y por mail se han convertido en un elemento más de nuestro día a día, aunque no por ello hemos dejado de aborrecerlas.

Una de las soluciones a las que podemos optar para dejar de recibir publicidad vía telefónica y por mail es inscribirnos en la Lista Robinson, un servicio de exclusión publicitaria que impide que te llegue publicidad de empresas de las que no eres cliente o a las que no has dado tu consentimiento. 

Al servicio, que ya cuenta con más de 1.450.000 personas inscritas —según un artículo publicado por Newtral en mayo de 2021—, pueden acceder tanto consumidores, de manera gratuita, como empresas, mediante una suscripción de pago. 

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La Lista Robinson no es nueva, sino que existe desde 1993, cuando fue creada para evitar que la gente recibiera publicidad por correo postal. Con la digitalización, sin embargo, las campañas publicitarias de las empresas pasaron a hacerse por teléfono, por correo electrónico y por SMS, con lo que el servicio tuvo que actualizarse. 

Ello ocurrió en 2009, cuando la Asociación Española de Economía Digital (Adigital), que gestiona la lista, anunció que también protegerían a los usuarios inscritos en el ámbito digital, bloqueando llamadas telefónicas, SMS y mails procedentes de empresas a las que no hayan dado su consentimiento

¿Cómo apuntarse?

Cualquier persona física mayor de 14 años puede inscribirse en la Lista Robinson, rellenando un formulario en su página web y aportando datos como nombre completo, DNI y fecha de nacimiento. 

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A continuación, debe elegirse a través de qué medios no quieres que te contacten las empresas: teléfono móvil, fijo, correo electrónico, SMS, MMS y correo postal. Estas preferencias pueden cambiarse en cualquier momento, accediendo con la clave que elijas en la primera inscripción. 

No obstante, hay que tener en cuenta que la inscripción no se hace efectiva inmediatamente, y, en algunas ocasiones, hay que esperar hasta dos meses para que tu nombre deje de aparecer en las bases de datos de las compañías. 

¿Funciona?

Según se especifica en el punto 23.4 de la Ley Orgánica de Protección de Datos de 1999, las empresas están obligadas a consultar “los sistemas de exclusión publicitaria que pudieran afectar a su actuación, excluyendo del tratamiento los datos de los afectados que hubieran manifestado su oposición o negativa al mismo”.

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Esto significa que las empresas tienen la obligación legal de consultar listas como la Lista Robinson y depurar sus bases de datos en función de ellas, excluyendo, por tanto, de sus campañas publicitarias a todos sus miembros inscritos. Sin embargo, en la ley también se aclara que esa obligación no existe si el afectado ha dado directamente a la empresa su consentimiento para que usen sus datos

A pesar de ser obligatorio, para acceder a estos ficheros las empresas tienen que pagar una cuota, que varía dependiendo del tamaño y del tipo de actividad de la compañía. En el caso de las microempresas, las tarifas van desde los 0 euros a los 1.975 euros, mientras que para los prestadores de servicios la cuota puede ascender hasta los 6.450 euros al año. 

¿Efecto contrario?

Sistemas como el de la Lista Robinson se basan en una gran paradoja, ya que, para evitar ser bombardeados con publicidad, los usuarios tienen que inscribirse y dar sus datos a una empresa que cobra a otras por mostrárselos. 

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Esto da lugar a que algunas personas sospechen de la verdadera efectividad de la lista, e incluso, de que apuntarse en ella pueda tener el efecto contrario al deseado, es decir, que las empresas, en lugar de borrarte de sus bases de datos, te incluyan en ellas. 

Para probar esta hipótesis, algunos usuarios han probado a dar un correo electrónico falso en el formulario de inscripción de la Lista Robinson, y al poco tiempo se han encontrado con que esa cuenta está repleta de spam procedente de empresas que, con toda seguridad, obtuvieron la información de contacto a través del sistema de exclusión publicitaria.