Moncloa estaba preparada para pasar el fin de semana de guardia para seguir los acontecimientos en Cataluña con motivo del referéndum ilegal del 1-O. El gabinete de crisis no era amplio, con Mariano Rajoy al frente y a su núcleo duro de Palacio. La vicepresidenta y ministra para las Administraciones Territoriales, Soraya Sáenz de Santamaría, la dirección de su Gabinete y algún segundo nivel de la «fontanería» de la vicepresidenta. Rajoy además ha estado en contacto permanente con los ministros más implicados en la gestión de esta «crisis de Estado», como el de Interior, Juan Ignacio Zoido, y el de Justicia, Rafael Catalá. Y también con el PSOE y con Ciudadanos.

Ese era el operativo, en el que podría parecer extraño que no aparezca la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. Pero es lógico que no haya estado incluida en este operativo ya que en ningún momento se ha planteado, ni siquiera quieren oír hablar de ello, la necesidad de intervención del Ejército. Lo que ha ocurrido este domingo es muy grave, pero el Gobierno y los partidos constitucionalistas que lo apoyan han defendido en todo momento que la respuesta sea proporcionada. En ese sentido no se ha sopesado la posibilidad de meter al Ejército en un escenario ya suficientemente complicado.

Cospedal ha sido preservada para sus funciones de número dos del primer partido político de España, pero también, según se ha comentado en medios políticos concretos, para garantizar que los recursos que controla su Ministerio en materia logística estén funcionando debidamente en apoyo del Estado. De lo que no cabe duda es de que la también presidenta del PP de Castilla-La Mancha no está siendo ajena a los graves hechos que se están produciendo en España por la deriva soberanista de los políticos catalanes. Cospedal está participando en todo ello de forma activa y con la discreción que requiere la responsabilidad de su cargo.