Esta es mi opinión personal acerca de la instalación de ROMs y del rooteo en Android. ¿Por qué dejé de hacerlo? Te lo explico.

Hablar de mi bagaje por Android implica describir su evolución en primera persona y cómo era este sistema operativo casi en sus inicios. No tuve el primer móvil con Android, el HTC Dream/G1, pero sí conseguí el segundo que salió: el HTC Magic. La conservo en el recuerdo como uno de los smartphones que más juego me han dado, precisamente porque me invitó a jugar más allá de lo que Google proponía.

Utilizar un Android en aquellos tiempos implicaba oponerse a la tendencia en la telefonía móvil. El iPhone comenzaba a conocerse, también el uso de las pantallas táctiles, pero eran otros móviles los que formaban parte de los bolsillos de la mayoría: los básicos. Nokia era la marca por excelencia y Symbian quien más smartphones colocaba (además de BlackBerry), pero no serían ni por asomo los verdaderos artífices del cambio.

Vinieron las pantallas táctiles sin Stylus, el uso del correo electrónico se hizo habitual (BlackBerry también tenía su cuota, especialmente en la mensajería con BB Messenger), la instalación de aplicaciones pasaría a ser lo más novedoso… Y Android dio los pasos necesarios para convertirse en el gigante de hoy en día. Pero lo hizo gracias al apoyo de los cocineros de ROMs.

Los móviles se quedaban cortos para lo que queríamos los usuarios

Los inicios fueron lentos, pero pronto mejoró el hardware. Y con las mejoras aparecían novedades en software que los modelos anteriores no verían de manera oficial. Ahí empecé yo en el mundillo: instalando ROMs para mi HTC Magic con las que simular Sense en la HTC Hero, tercer Android en aparecer. Ahí las capas molaban.

En los inicios las capas molaban, muchas ROMs trataban de llevarlas a móviles no compatibles

Android no salía de serie con permisos de administración, pero eso no fue impedimento para los desarrolladores. Y gracias a que era (y es) un sistema en gran parte de código abierto muchos se interesaron en modificarlo para así aportarle las mejoras que Google (y los fabricantes) no implementaban. Recuerdo haber instalado muy buenas ROMs en la Magic, incluso muchas que lidiaban con las limitaciones de memoria consiguiendo que el móvil funcionase más o menos bien. Con una ROM de Hero eso era un logro.

Una vez aprendes a instalar ROMs y a modificarlas resulta difícil dejarlo. Eso fue lo que me ocurrió a mí: todos los móviles que caían en mis manos, y eran muchos, pasaban de manera irremediable por dos pasos antes utilizarlos de manera habitual: rooteo y restauración de aplicaciones con Titanium Backup.

Titanium Backup, la aplicación por la que yo recomendaba el ROOT

Los desarrolladores de Titanium consiguieron lo que aún hoy Google no ha desarrollado como debe: una copia de seguridad completa de todas las aplicaciones. Fue una de las primeras apps que compré y también una de las que más he utilizado a lo largo de los años. De hecho yo tenía una SD con Titanium en formato ZIP para flashearlo desde el Custom Recovery pertinente; con toda la lista de apps actualizada para restaurar mi móvil poco después de hacerle el unboxing. O tras hacerle un full wipe por algún bootloop…

Como digo, siempre había recomendado el ROOT, la instalación de un Custom Recovery y también el cambio de ROMs. Dependiendo del móvil y de su popularidad existe tal cantidad de firmwares alternativos que basta con un poco de curiosidad para querer probarlos todos. Pero claro, este comportamiento acarrea varios problemas, estos fueron los que me penalizaron a mí.

  • Andar con nuevas configuraciones cada poco tiempo hacía que me tirase más tiempo arreglando ajustes que utilizando el móvil de manera normal.
  • Restaurar todas las aplicaciones con Titanium no siempre funciona como debe. Al final acabé por instalar las aplicaciones sin sus datos. Después dejé que Google las instalara automáticamente.
  • Los bootloops son algo con lo que hay que lidiar. Es muy difícil que se brickee el móvil y que no puedas recuperarlo si tienes un custom recovery, pero ocurre.
  • Me quedé sin algún móvil precisamente por el brickeo. Uno fue mi flamante Samsung Galaxy Note 2.
  • Al final Google ha terminado absorbiendo la mayor parte de opciones que incluían las ROMs para conseguir un sistema potente, atractivo y estable, gota que colmó el vaso.

Con todo esto le fui poco a poco perdiendo el gusto a las ROMs hasta que dejé hasta de rootear mis móviles. También por pereza, por qué no decirlo: cada vez tengo menos tiempo y no quiero utilizarlo jugando con mil configuraciones.

Lo que me ocurre a mí no tiene por qué pasarte a ti

Yo he dejado de verle la utilidad a las ROMs. Como ya escribió mi compañero Manuel, las modificaciones de Android han ido desluciéndose hasta que ya no son necesarias. Sin que esto quiera decir que no puedan aprovecharse sus bondades, que sigue habiendo mil. Sobre todo cuando tienes un móvil con una antigüedad y el fabricante no te lo actualiza. O la actualización se hace demasiado pesada, que es incluso peor.

Echo la vista atrás y siento cierta nostalgia de andar peleándome con el ADB y el Fastboot, pero tampoco lo echo de menos. Al fin y al cabo puedo tener el Android que me gusta sin recurrir  a modificaciones extremas, esta es la grandeza de Android.