Instagram es una de las aplicaciones más usadas del mundo. Lo que empezó como una red social para los aficionados a la fotografía, se ha convertido en una de las piezas clave de la comunicación digital.
Esto es algo que Mark Zuckerberg supo ver cuando compró la empresa hace más de una década viendo que se podría convertir en un rival de Facebook.
Y, de hecho, Instagram es para la Generación Z lo que Facebook ha sido para la Generación X o los Boomers: la aplicación por defecto para comunicarse.
Incluso WhatsApp se ha quedado como algo casi anacrónico para los más jóvenes, esa aplicación que usan, mayormente, para comunicarse con sus familiares.
Por eso la compañía, ahora parte de Meta, ha seguido avanzando y evolucionando, incorporando nuevas funciones que eleven el tiempo uso de la aplicación. Y que extraigan más datos.
Los mapas de Instagram
Una de las últimas ha sido los mapas, una característica centrada en la geolocalización de imágenes, vídeos y personas.
No es algo que sea nuevo, dado que Google Maps ya lo permitía con lugares y usuarios desde hace mucho, e incluso WhatsApp o Telegram tienen una función similar.
Compartiendo ubicación en Instagram
Pero en ambos casos hablamos de funciones diseñadas para un uso casi íntimo, con una única persona. Instagram quiere jugar en otra línea.
La idea de la nueva función es que se pueda compartir no sólo la ubicación de un reel o una imagen, sino también la nuestra, en todo momento. Y con grupos de personas o todo el mundo que nos siga.
Por supuesto, se pueden filtrar los usuarios que tienen acceso a esa información, pero los riesgos que tiene son enormes.
El peligro de la localización
Para adentrarnos en este tipo de funciones hemos hablado con Jordi Serra, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC.
El experto nos contaba que este peligro, que es real, ni siquiera es nuevo. "Hace un tiempo hubo problemas con la aplicación de Strava, que al permitir compartir la ubicación, hizo que se descubrieran bases militares secretas".
Y el problema es muchas veces de los usuarios, "que comparten su ubicación o la de imágenes, sin saberlo". Y "si tenemos muchos datos de una persona, o de un grupo de personas, podemos sacar un patrón muy exacto de las costumbres de una persona."
Mapas de Instagram
Y el que sean fotografías los elementos que se comparten y no otro tipo de archivos, potencia el peligro, porque en esas imágenes pueden aparecer usuarios, algunos que han querido compartir su ubicación pero también otros que no.
Además de las coordenadas GPS la aplicación también "recibe datos como nuestro identificador y muchos otros, como el usuario". En teoría Instagram debería enviar toda esta información cifrada, pero si no es así las posibilidades de filtraciones de datos son enormes.
Suplantación de identidad
El problema de este tipo de funciones puede ser mayor si uno de nuestros contactos, que tenga acceso a nuestra ubicación porque nosotros se la hemos dado, ve comprometida su cuenta. Esto es algo que pasa con instituciones, bancos y también particulares.
Si una persona es víctima de un ataque y pierde su cuenta, ve expuesta sus fotos, sus mensajes privados pero, con esta función, también sus amigos ven expuesta su posición en tiempo real.
Fotomontaje con una persona siendo suplantada mediante phishing.
Esto permite a los atacantes establecer como futuras víctimas a esas personas, sabiendo dónde están y, por lo tanto, dónde no están. Es algo parecido a lo que pasó en la pandemia con los aplausos.
Jordi Serra nos indica que si se ha visto comprometida una cuenta "sería posible ir saltando de un usuario en otro para localizar a alguien en concreto". Este peligro podría ser ser mayor si Instagram no cifrara esas comunicaciones, cosa que parece que sí hace.
El acceso de gobiernos
Otro problema, que podría parecer distópico pero dadas las noticias de los últimos meses no lo parece tanto, es el acceso de diferentes entidades gubernamentales a esta información.
El experto en ciberseguridad nos confirma que, si una administración de un país pide datos a una empresa, esta está en la obligación de darlos. Es decir, que "si la empresa tiene acceso a la localización, debe compartirla con el gobierno si la pide."
Es de suponer que en estados no autoritarios, esto no debería ser un riesgo para los ciudadanos, pero visto lo que está pasando en países como Estados Unidos, no es algo baladí.
Cómo minimizar riesgos
Aunque el mapa de Instagram viene apagado por defecto, si un usuario quiere usarlo voluntariamente, es importante que tenga en cuenta los posibles problemas, y lo que puede hacer para minimizarlos.
Como Jordi Serra indica, "podemos usar la localización por zonas, no exacta, a la hora de colgar una foto o un vídeo". Además, no es lo mismo colgar "una foto de un lugar público que todo el mundo sabe dónde está que una que localice nuestra casa o los alrededores de la misma".
Esto puede ser un problema porque, además de saber dónde vivimos, un tercero con acceso a nuestra localización podría saber a qué hora no estamos, convirtiendo esa información en un cóctel letal.
También hay que ser conscientes de que no deberíamos localizar fotografías con personas que no saben que están siendo geolocalizadas. "Hay que ir sin prisas a la hora de localizar imágenes o fotos, e incluso restringir la localización desde el móvil por aplicaciones".
