París

Cuando Flavio Cobolli quiso darse cuenta de lo que pasaba, ya era demasiado tarde. Carlos Alcaraz debutó este lunes en Roland Garros exhibiéndose en la pista Suzanne Lenglen ante el italiano, al que venció por 6-0, 6-2, 7-5 en 1h57m. A toda velocidad, el número uno del mundo devoró el partido y se plantó en la segunda ronda sin esconder nada: como han confesado sus rivales directos, y como él mismo ha reconocido, Alcaraz parte con ventaja en la carrera hacia la Copa de los Mosqueteros.

En 30 minutos, el murciano había hecho suyos los ocho primeros juegos del encuentro (6-0, 2-0), dejando a Cobolli hecho trizas, despedazado sin opción a cura. El italiano, que se las había visto en 2020 con Alcaraz en la fase previa de un Challenger en Todi (Italia), se encontró esta vez con un rival que hizo lo que quiso en todas las áreas de la pista, firmando un ejercicio de demolición que  agitó a la grada, dando a los aficionados el espectáculo que venían buscando. 

De golpe ganador en golpe ganador, y mezclando esa dinamita con su clásica mano de seda (una dejada por aquí, un globo por allá….), Alcaraz se divirtió mientras iba agotando la paciencia de su contrario, por primera vez en el cuadro final de un Grand Slam después de superar la fase previa. 

Cobolli, en cualquier caso, nunca perdió las ganas de dejar su huella, de al menos irse con la cabeza alta. En la tercera manga, con todo perdido, el italiano se fabricó dos pelotas de break para haberse puesto 3-1, que Alcaraz salvó para evitar sobresaltos en el tramo final de la tarde, pero eso no se lo evitó.

Cuando sacaba por la victoria, Cobolli, pura garra, festejó un break que mantuvo vivas sus mínimas opciones en el cruce (5-5). Fueron unos minutos, pero al italiano le debieron saber a gloria. Finalmente, y devolviéndole la rotura de inmediato, Alcaraz cerró la clasificación sin más sobresaltos.

Ahora, el español se medirá a Taro Daniel (6-0, 6-2, 6-4 al australiano O’Connell) buscando el pase a la tercera ronda del torneo.