La fecha está subrayada en rojo para Rafael Nadal: 28 de mayo. Ese domingo, que marca el inicio de Roland Garros, también sirve como referencia para el tenista, que busca alcanzar su mejor versión para asaltar con garantías la catedral de la tierra batida. El español, eliminado en la segunda ronda del Abierto de Australia por Mackenzie McDonald tras jugar lesionado en la cadera de su pierna izquierda desde el final del segundo set, encajó el golpe como quien recibe una bofetada a bocajarro, sin esperarla, a traición.

Horas después, el dolor sigue siendo el mismo y la manera de curarlo parece

clara: mirar a París.

"No he podido terminar ninguno de los últimos tres grandes [Wimbledon, Abierto de los Estados Unidos y Abierto de Australia] en condiciones: dos roturas de abdominal, aquí no sé qué pasa en la cadera…", se arrancó Nadal. "Podemos venir, poner buena cara y aceptar las cosas, pero uno no tiene que engañarse a sí mismo y hacer un discurso optimista cuando no lo es a día de hoy", añadió. "Nunca he estado en condición de quejarme. La vida me ha dado y me da tantas cosas positivas que no tengo derecho a quejarme, pero es evidente que van sucediendo cosas y a nivel deportivo el vaso se va llenando y llega un momento dado en el que el agua puede salir por fuera. Hay que ser realistas".

Nadal, despidiéndose de la Rod Laver Arena. Lukas Coch Efe/Epa

Antes de volar a España, Nadal se sometió a primera hora del jueves a una resonancia para confirmar qué tiene: una lesión de grado 2 en el psoas-ilíaco de su pierna izquierda y estará entre seis y ocho semanas de baja. Se perderá los torneos de Doha (20 de febrero), Dubái (27 del mismo mes) y quizás Indian Wells (8 de marzo), antes de ponerse a entrenar para la gira de tierra batida europea (Montecarlo, Barcelona, Madrid, Roma y Roland Garros).

"Estoy cansado, triste y decepcionado", confesó el mallorquín. "Cuando las cosas avancen, se tomarán las decisiones adecuadas porque quiero seguir jugando al tenis, no dar un paso atrás", reconoció. "Espero no tener que pasar ahora mucho tiempo fuera, porque es muy difícil coger la forma. Cuando continuamente tienes parones, se hace difícil y aún más con una edad avanzada", continuó. "No queda más que, como siempre, poner la cabeza sobre los hombros, esperar, aceptar las cosas como vienen y

después seguir las indicaciones. Hacer las cosas de la mejor manera posible e intentar estar listos para cuando pueda volver a jugar".

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Nadal cumplirá en junio 37 años. Sus últimos 10 meses han sido un infierno de lesiones (costilla, pie izquierdo, dos roturas abdominales y ahora la cadera) que le han impedido jugar con regularidad y encontrar el ritmo de crucero que necesita para aspirar a todo. Sumido en plena carrera por el trono de mejor tenista de todos los tiempos (22 grandes, por los 21 de Novak Djokovic), Roland Garros le ofrece la oportunidad ideal de conquistar de nuevo París (14 Copas de los Mosqueteros).

El pulso, sin embargo, ya no es contra Nole. Nadal juega contra sí mismo, contra su cuerpo, su cabeza y su capacidad de levantarse una y otra vez, pase lo que pase. Esta vez, claro, es diferente: como bien reconoció tras caer en Melbourne, el vaso está tan lleno que puede rebosar en cualquier momento.