A menos de 48 horas de su estreno en el Abierto de Australia, Rafael Nadal está en apuros. Después de no estrenarse aún en 2021, renunciando a jugar por España en la ATP Cup para no agravar “una rigidez en la espalda baja”, el número dos mundial llegará a su debut del próximo martes ante el serbio Djere sin resolver un contratiempo que se ha convertido en su principal motivo de preocupación. Si al salir de Mallorca el objetivo era asaltar los 21 grandes, récord masculino de todos los tiempos (ahora mismo Roger Federer y el balear están empatados a 20), ahora esa meta queda bien lejos. De momento, con ganar el primer partido ya vale. 

“Tengo un músculo en la espalda que se tensa, especialmente al sacar”, se arrancó Nadal el domingo por la tarde ante los periodistas. “No me deja hacer el movimiento con libertad. No puedo forzar. Hoy he vuelto a servir después de unos días y me he notado un poco mejor, pero sí es cierto que se me ha ido cargando”, añadió. “No es un problema grave porque me he hecho las pruebas pertinentes, pero no ha mejorado todo lo que me gustaría. Lo único que puedo hacer es darme las máximas oportunidades posibles en todos los sentidos. Cuando llegue el martes, tenga lo que tenga, debo estar competitivo. Estoy en una situación complicada, pero no renuncio a nada”.

Nadal sintió cómo se le cargaba ese músculo de la espalda tres días antes del partido de exhibición que le midió el viernes 29 de enero a Dominic Thiem en Adelaida. Si el español jugó ese encuentro, si salió a la pista ese día, fue para no romper el compromiso que había adquirido con la federación australiana. A partir de ese momento, sin embargo, el número dos inició un plan conservador para intentar mejorar: se sometió a varias pruebas para descartar tirar la toalla, no jugó ni un solo partido de la ATP Cup, redujo la intensidad de sus entrenamientos y se puso en manos de Rafael Maymò, su fisioterapeuta, para iniciar un tratamiento que le sirviese de ayuda.

“Hasta hace unos 10 días, casi todo era perfecto”, reconoció el mallorquín. “Había hecho una pretemporada muy progresiva, entrenando cosas que necesitaba preparar para este año. Me sentía con confianza porque las cosas iban por muy buen camino”, continuó. “Las semanas de entrenamiento en Adelaida estaban siendo realmente buenas. Me notaba fuerte, con la energía que necesito para encarar un comienzo de temporada. Luego ha pasado esto y todas las sensaciones de tranquilidad se han convertido en problemas, sobre todo a medida que van pasando los días”.

El domingo, por segunda jornada consecutiva, Nadal se entrenó con Carlos Alcaraz, que en Melbourne se estrenará en el cuadro final de un Grand Slam. Después de varios días sin sacar, el movimiento donde los problemas en la espalda se manifiestan, el español se atrevió a hacerlo con una mejoría que acabó empañada por la sensación de dureza que volvió a notar pasados unos minutos.

“Mi nivel de preocupación es el lógico cuando estás cerca de empezar uno de los torneos más importantes del año y llevas varios días con problemas”, confesó Nadal. “Creo que llevo un buen trabajo detrás porque he hecho las cosas bien durante muchas semanas. Si consiguiera jugar con libertad de movimientos, y tuviese la oportunidad de poder ganar algún partido, ¿por qué no van a poder volver las sensaciones positivas? Pero para eso necesito sentirme bien”, insistió el mallorquín. “¿Que se puede y voy para adelante? Fantástico. ¿Que no se puede? Te vas con la tranquilidad de haber hecho todo lo que has podido”.