El talento de las grandes, la fuerza de las estadounidenses y un físico que recordaba a Anna Kournikova. Todo ello en una sola mujer: Maria Sharapova. La rusa llegó al circuito pisando fuerte y dando mucho de qué hablar. Sus gritos sobre la pista se hicieron famosos, pero ella era más que eso. Una tenista llamada a hacer algo grande que era un reclamo para este deporte tanto dentro como fuera del circuito.

Una carrera de triunfos, de títulos, de Grand Slams y también de escándalos, que ahora llega a su capítulo final. Sharapova se retira con 32 años y lo ha anunciado como solo ella podría hacerlo: en Vogue y Vanity Fair. Las lesiones le han apartado de su mejor nivel en los últimos tiempos, pero fue la sanción por dopaje la que dejó a un lado y tras la que nunca volvió a ser la misma.

"Tenis, perdóname, me despido de ti", con estas palabras Maria Sharapova ha desvelado que deja el tenis en activo y, además, asegurando que se va para no volver. Con ella dice adiós parte de ese espíritu al más puro estilo Hollywood que quedaba en el circuito femenino. La última gran diva que se retira, desde el puesto 373 de la WTA, para llevar una vida más familiar.

Irrupción de estrella

Maria Sharapova dio sus primeros pasos en el mundo del tenis cuando era tan solo una niña. 4 años contaba la pequeña Maria, en una imagen que hace pensar que casi sería más grande la raqueta que ella. Fue dos años después, cuando tras un torneo en Moscú, Martina Navratilova se fijó en aquella niña y convenció a sus padres para que se mudasen a Estados Unidos y comenzar así a preparar a la joven para convertirla en una número uno.

Maria Sharapova, sujetando una raqueta de tenis, durante su infancia Instagram (@mariasharapova)

El sacrificio dio sus frutos no mucho más tarde. Con 17 años, en 2004, sin haber cumplido siquiera la mayoría de edad, Maria se coronó sobre la hierba del mítico Wimbledon tras vencer en la final a Serena Williams por 6-1 y 6-2. Había nacido una estrella, había nacido una número uno. A su victoria en el All England Club le siguieron muchas, aunque caben destacar sus otros majors.

US Open en 2006, el Abierto de Australia en 2008 y ya en 2012 completó el Silver Slam al ganar en Roland Garros. Este honor tan solo lo poseen, en el circuito femenino, Serena Williams y Steffi Graf, aunque únicamente la alemana lo consiguió en un mismo año, además del oro en unos Juegos Olímpicos -el Golden Slam-. En 2014 logró su último 'Grande', otro triunfo sobre la tierra batida de Roland Garros.

Sharapova, tras ganar a Halep en el US Open Robert Deutsch Reuters

A sus éxitos en el circuito se suma su victoria en el WTA Tour Championship del año 2004, para también ser finalista en 2007 y 2012. Sharapova cierra su carrera con 36 títulos conquistados a nivel individual, una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y un total de 21 semanas reinando en la clasificación de la WTA. Una leyenda que también fue protagonista de un gran escándalo.

Positivo por dopaje

Con un prometedor futuro para convertirse en una de las mejores de todos los tiempos, la carrera de Sharapova pegó un frenazo en 2016. La propia tenista rusa fue la que confirmó su positivo por meldonium -también conocido como mildronate- en marzo. El positivo llegó tras un control antidopaje que se le realizó el 26 de enero de ese año durante el Open de Australia.

En una multitudinaria rueda de prensa celebrada en un hotel de Los Ángeles, Maria Sharapova confesó: "Quiero anunciar que he dado positivo por Meldonium, una sustancia que he estado tomando durante los últimos diez años pero que está considerada como positivo por la WADA desde el 1 de enero. Así me lo ha notificado la ITF. Yo desconocía esto pero asumo mi culpa porque cuando me mandaron la lista actualizada de productos dopantes, no la miré".

Sharapova Shannon Stapleton Reuters

"No quiero retirarme así. Quiero darme otra oportunidad, aunque asumo las consecuencias de mi error", añadió la rusa. Entonces empezó un proceso de apelación y un cambio en su equipo médico. La sanción se redujo de dos años a quince meses, pero el daño ya estaba hecho. El 26 de abril de 2017 volvió a las pistas, a la competición al más alto nivel, pero ya no fue la misma.

De las lesiones al adiós

Sharapova no solo fue forjando un imperio con sus ganancias en las pistas, sino que su imponente físico -rubia, ojos verdes y 1,88 de altura- fue un reclamo para las grandes marcas y durante ocho años se convirtió en la deportista mejor pagada del mundo. Pero ese positivo por meldonium fue un gran golpe para su imagen. La rusa ya dijo en Los Ángeles que no se iba a retirar así, pero su vuelta no fue como le hubiera gustado.

Un sinfín de lesiones que fue encadenando y solo un título tras este parón obligatorio por la sanción. Fue en el Torneo de Tianjin, en 2017, donde Maria Sharapova levantó su 36º trofeo. El último hasta su retirada este febrero de 2020: "Mi ventaja nunca fue sentirme superior a otras jugadoras, todo lo contrario. Se trataba de sentirme continuamente cayendo por un acantilado (...). Una de mis claves, sobre todo, fue nunca mirar atrás y nunca mirar hacia adelante".

Maria Sharapova, en el Open de Australia 2020 Reuters

"¿Cómo dejar atrás la única vida que has conocido? ¿Cómo alejarte de las canchas en las que has entrenado desde que eras una niña, el juego que ambas, ese que te hizo llorar de manera indescriptible? ¿Cómo decir adiós a un deporte donde encontraste una familia, unos fans que estuvieron a tu lado durante 28 años? Soy nueva en esto así que, por favor, perdonadme. Tenis, me estoy despidiendo de ti", escribió la rusa.

Se despide así la última gran diva del tenis. La que nunca se ganó el cariño de sus compañeras y fue criticada hasta la saciedad por los espectaculares gritos con los que acompañaba a sus golpeos -de hecho en 2009 se midió uno de ellos y llegó a los llegó a los 105 decibelios. O lo que es lo mismo, alcanzó el sonido del rugido de un león-. Se va el glamour. Se va 'La Sharapova'.

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