Melbourne (enviado especial)

A las dos horas de partido, con un set para cada uno, Rafael Nadal y Nick Kyrgios se enzarzaron en una retahíla de puntos espectaculares, cada peloteo mejor que el anterior, cada intercambio más difícil de creer, hasta desembarcar en un tie-break taquicárdico que decidió media clasificación para los cuartos de final del Abierto de Australia[Narración y estadísticas: Nadal - Kyrgios]

En ese desempate, con la Rod Laver Arena sin uñas tras tanto mordérselas, el australiano cometió una doble falta con 5-5 para darle a su rival el primer punto de set, el español replicó ese error y dejó escapar un tren (6-6) al que luego se montó por una razón muy sencilla: los dos jugaron al 200% durante mucho rato, pero Nadal exhibió una cabeza impenetrable, lo que le diferencia de la gran mayoría desde hace más de una década. Tras el triunfo (6-3, 3-6, 7-6 y 7-6), al mallorquín le espera Dominic Thiem por una plaza en las semifinales del primer grande del año. 

Un loco de la NBA, fan reconocido de los Celtics, Kyrgios salió a la Rod Laver Arena con la camiseta de los Lakers de Kobe Bryant, con el número 8 a la espalda, y tratando de contener las lágrimas al recordar el fallecimiento de la leyenda estadounidense. Una vez terminó el calentamiento, el australiano se puso su ropa habitual, seguramente porque las reglas le impedían jugar con la otra, y se olvidó de la tragedia para intentar sumar una nueva victoria ante el español.

El emocionante homenaje de Kyrgios a Kobe Bryant

"¡Recuerda Acapulco!", le gritó un aficionado a Kyrgios en el primer juego del partido, animándole a acordarse así de su último triunfo ante Nadal, que consiguió el año pasado en Acapulco en un cruce de alto voltaje que rompió para siempre las relaciones normales entre los dos, consecuencia directa del show que protagonizó el australiano, una mezcla de faltas de respeto dentro de la pista a las que luego dio continuidad fuera, aprovechando el altavoz de las redes sociales y también el de la prensa.

Así, casi un año después del partido que destruyó la paz, Nadal y Kyrgios se encontraron en un momento especialmente interesante: con el australiano intentando mejorar su comportamiento, jugando mejor que nunca, y con el español en plena línea ascendente tras levantar su nivel en la tercera ronda contra Pablo Carreño después de un comienzo tibio en el torneo.

A diferencia del partido entre Roger Federer y John Millman, que el suizo ganó agónicamente en el super tie-break del quinto set recibiendo todo el apoyo de la gente pese a enfrentarse a uno de los protegidos de la grada, Nadal se midió al número 26 escuchando cómo gran parte de la pista se posicionaba del otro lado. Con el escenario convertido en territorio de Kyrgios, el campeón de 19 grandes se lanzó a conquistar una victoria que parecía muy difícil antes de arrancar, pero que se despejó considerablemente en los primeros 10 minutos.

Nadal

Nadal encadenó dos dobles faltas en su primer turno de saque, descoordinado por los nervios, pero se hizo con el primer parcial tras romper el saque de Kyrgios bien pronto (3-1). El resultado fue producto de dos circunstancias bien claras: el español compitió genial, sacando como durante sus mejores días de 2019 (89% de de puntos ganados con primer servicio) y con el cuchillo entre los dientes (14 ganadores), pero al australiano le faltó la energía que se dejó el sábado para ganar a Karen Khachanov en casi cinco horas de partido. En consecuencia, Kyrgios estuvo dispuesto a comprometerse con el desafío, pero al principio no le dieron ni los pulmones ni las piernas.

Esas ganas de luchar, sin embargo, lograron que el australiano se enganchase al partido cuando peor lo tenía y que se recuperase de su mala salida: salvando tres bolas de break en el primer juego del segundo set, que necesitó casi ocho minutos para llevarse, y rompiendo luego el servicio de su contrario por primera vez en la noche para acabar empatando los octavos, alumbrando sin saberlo un tercer set de cinco estrellas, un espectáculo gourmet.

Durante casi una hora, ambos contrarios disputaron un partido memorable en la pista que se vivió con altas dosis de tensión en los banquillos de cada uno. "¡Joder!", resopló de alivio María Francisca Perelló, la mujer de Nadal, después de que el número uno colocase el 4-4. "¡Concentrado Nick!", le gritaron al australiano desde su lado, animando a Kyrgios a no perder la seriedad que había mantenido desde la primera pelota, y que se terminó cuando rompió la raqueta en el tie-break crucial de ese tercer parcial.

Si Nadal ganó el desempate, pese a la doble falta de su rival (para 6-5) a la que sorprendentemente respondió con otra (6-6), fue por lo mismo que le ha ayudado a dominar con puño de hierro partidos muy apretados desde lo tenístico. Si ganó el encuentro, pese a perder su servicio cuando buscaba la victoria con 5-4 en el cuarto set, obligándoselo a corregirlo luego en otro tie-break inesprado: en el límite, no hay una mente como la suya.