Roberto Bautista cayó a palos. Para llevarse el primer punto de la eliminatoria entre España y Rusia, Andrey Rublev remontó 3-6, 6-3 y 7-6 al castellonense un partido mayúsculo y doloroso, que deja un herida profunda por el resultado (7-0 del ruso en el tie-break decisivo) ,por lo que significa (La Armada sin margen de error desde ya) y por los antecedentes. El número nueve, que había perdido dramáticamente en los dos cruces que jugó en 2018 con la selección, dejándose remontar un 2-0 ante Cameron Norrie en la primera ronda disputada sobre la tierra batida de Puente Romano en Marbella y cediendo de nuevo en cinco sets contra Lucas Pouille en las semifinales de Lille frente a Francia, se marchó otra vez con la cabeza agachada. A continuación, Rafael Nadal se medirá a Karen Khachanov en el segundo encuentro de la serie. [Narración y estadísticas]

“Me ha faltado consolidar los los breaks”, se lamentó Bautista después de la derrota. “El encuentro se me ha escapado ahí. Cuando le das ese poco de vida al rival es difícil sacar adelante los partidos”, añadió el castellonense. "He tenido dos roturas a favor en el tercer set y no he podido consolidarlas. Así es difícil”, insistió. “Cuando no confirmas esas ocasiones, al final se escapan este tipo de partidos. He hecho méritos, he dejado todo en la pista pero el tenis es así de caprichoso”.

Muchas veces acostumbrado a pasarlo mal al ponerse la camiseta de España, quizás acusando la presión de tener que tirar hacia delante cargando con la responsabilidad, Bautista jugó un buen estreno al principio, pero acabó perdiendo todo ese impulso a medida que fueron pasando los minutos. El castellonense, primer reserva de la pasada Copa de Maestros, aprovechó los días en Londres para trabajar entrenando duro, beneficiándose de que allí estaban los ocho mejores jugadores del año, y los resultados salieron cuando pisó la pista para medirse a Rublev en el encuentro que inauguró la eliminatoria entre España y Rusia.

El jovencísimo aspirante, solo 22 años, ganador este año de Roger Federer en los octavos de final de Cincinnati, asaltó el encuentro a porrazo limpio. El ruso, una locomotora, se ha distinguido por reventar cada pelota, cuidando muy poquito sus tiros. Así se fabricó dos pelotas de break en el juego inicial ante Bautista (15-40), llevando a su contrario loco, de lado a lado, de sacudida en sacudida, de terremoto en terremoto.

Eso duró un par de minutos, lo que Bautista tardó en serenarse para levantar un muro impenetrable que Rublev no tuvo manera de rebasar, y ahí está el intercambio de 47 golpes que ambos jugaron cuando el español buscaba hacerse con el primer parcial (afrontó un 15-40, que salvó, ganando ese peloteo larguísimo en la segunda bola de rotura para terminar echándole el lazo a la manga inicial) u otro de 30 que terminó con Rublev tirado en el suelo, pidiendo una tregua o una intervención divina, no quedó muy claro si buscaba lo primero o lo segundo para meterle mano a un contrario inabordable hasta ese momento.

A Rublev, sin embargo, le importó un pimiento que Bautista le hubiese negado las ocho pelotas de break que se había ido procurando a lo largo del cruce. El ruso, a lo suyo, continuó exprimiendo su juego desde las dos alas de la pista, un martillo con la derecha, otro con el revés, hasta que consiguió lo que buscaba: romperle el saque al español y ganar el suyo a continuación para empatar el partido, tremendo el impulso que le dio verse al fin dominador.

Apareció el pánico en la cara de Sergi Bruguera, el capitán de La Armada. Se llenó el banquillo español de silencios, los puños bajados. Y volvió Nadal del vestuario, al que se había ido después del primer parcial para comenzar a prepararse antes de su duelo, y se fue directo a por Bautista. Con medio cuerpo metido en la pista, el otro medio en una plataforma de metal, el número uno le dijo al castellonense que aguantase las embestidas de Rublev, que muchas veces el que más resiste es el mismo que acaba ganando. Eso mismo le repitió a Pepe Vendrell, técnico del número nueve, con el que estuvo charlando varios minutos antes de marcharse de nuevo a seguir con la rutina previa a un partido.

Entonces, la llegada del tercer parcial desembocó en algo evidente: la victoria pasó a estar en manos de Rublev, como Bautista, y el enfrentamiento entró en un momento muy delicado. Dos veces estuvo por delante el español (2-0 y 3-1) y dos veces le recuperó la ventaja el ruso, que se puso 3-3 y 0-30, amenazando seriamente a su oponente. Sin querer ceder metros, pero sabiendo el peligro de entrar en un tiroteo con el ruso, Bautista experimentó de todo: desaprovechó pelotas de break (dos con 4-4), la salvó (una con 5-4) y cuando llegó el tie-break decisivo no ganó ni un solo punto, encajando siete disparos a pecho descubierto que le mandaron a la lona.

La Davis arranca mal para la cinco veces campeona: Rusia por delante, España en problemas.