Londres (enviado especial)

Un aparatoso resbalón pone en guardia el corazón de Francis Roig, técnico de Rafael Nadal. Es el sábado 29 de junio y el campeón de 18 grandes acaba de irse al suelo de la pista número cinco de Wimbledon, donde está trabajando en su estreno del martes ante Yuichi Sugita. La caída, sin embargo, queda en nada: en un santiamén, el español se levanta, se limpia con una toalla los restos del césped que tiene por el cuerpo y confirma con un gesto que está bien. La escena no es solo una señal inequívoca de la llegada del tercer Grand Slam del año, que se juega sobre la resbaladiza y peligrosa hierba, la escena es también un ejemplo de todo lo que el mallorquín ha puesto de su parte para intentar ganar Wimbledon por tercera vez en su carrera tras levantar la copa en 2008 y 2010. Este es Nadal, un campeón a la reconquista del título más prestigioso del planeta. 

"He ido mejorando cada día, cada vez me siento un poco mejor", dijo el tenista en su primera aparición ante los periodistas. "Para mí, Wimbledon es un torneo un tanto especial porque llego aquí sin haber jugado partidos competitivos sobre hierba", prosiguió el español, que por tercer año consecutivo optó por prepararse en las pistas del Mallorca Open tras ganar el pasado mes de junio su duodécimo Roland Garros. "Lo hice así pensando en lo que es bueno para mi cuerpo. Hago las cosas de la manera que veo mejor para ser competitivo, y para gestionar los esfuerzos físicos. Por ahora me siento bien, y eso es lo más importante".

Al igual que en 2017 y 2018, Nadal eligió no jugar ningún torneo previo a Wimbledon y decidió hacer una adaptación a la superficie en el Mallorca Open, cerca de su casa. Así, y durante una semana, el número dos del mundo preparó con Carlos Moyà, otro de sus entrenadores, la transición de la tierra batida al césped, según los expertos la más complicada de todas las que realizan los tenistas a lo largo de la temporada en las cuatro pistas (dura, arcilla, hierba y bajo techo) que componen la columna vertebral del circuito. 

"El esquema de juego es completamente diferente aquí y en tierra", avisó Nadal. "Primero, hay que entender la manera en la que tienes que pegarle a la pelota", recordó el tenista. "Y segundo, los apoyos son más inestables. Entre eso, y que la bola bota muy baja, con menos efectos, la forma de jugar es distinta", prosiguió. "Es un cambio drástico, hay que ir buscando soluciones para hacerle daño al rival sobre esta superficie. Las cosas tienen su proceso lógico, pero estoy trabajando de la manera adecuada, y físicamente me estoy encontrando bien. Espero llegar competitivo a la primera ronda". 

Nadal tiene este martes un debut plácido porque Sugita (274 del mundo, clasificado desde la fase previa) no es un gran sacador ni tampoco uno de esos rivales que se lo fían todo al cara o cruz, tan peligrosos sobre hierba. Luego, en cualquier caso, el español tiene motivos para estar preocupado: Nick Kyrgios (segunda ronda), Denis Shapovalov (tercera), Marin Cilic (octavos), Dominic Thiem (cuartos), Roger Federer (semifinales) y Novak Djokovic (final) componen su potencial camino hacia el título, posiblemente uno de los cuadros más duros que se le recuerdan al español en un Grand Slam.

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