Melbourne (enviado especial)

Sin malas caras ni reproches, Garbiñe Muguruza aceptó que la organización del Abierto de Australia programase su estreno en la cuarta pista en importancia del torneo. La española, apartada el martes de los grandes escenarios porque ahora mismo está lejos de ser la jugadora que fue (número 18 del mundo), ganó a Saisai Zheng en un suspiro (6-2 y 6-3 en 1h15m) para llegar a la segunda ronda y comenzó a recorrer el camino de vuelta al lugar que por condiciones merece ocupar. Tras un 2018 muy malo, Garbiñe sueña con un 2019 espectacular. 

“No me quito un peso de encima”, aseguró Muguruza tras citarse con Johanna Konta por el pase a la tercera ronda. “2018 fue un año difícil, sobre todo porque venía de hacer la mejor temporada de mi carrera. Si le dices a cualquier persona que has terminado entre las 20 mejores, te dirá que es un gran año, pero si lo comparas con mis actuaciones anteriores… Me lo he tomado de forma relajada”, prosiguió la española. “Este año he olvidado todo eso. Sigo igual de motivada para estar arriba otra vez. He aprendido muchas cosas. Por ejemplo, tomar un poco de perspectiva, sobre todo cuando tengo mucha expectativas. Quería seguir en la misma línea de mi mejor año y eso ha hecho que a veces tuviese demasiadas ganas, que se transformaron en frustración”.

La frustración de Muguruza se resume en un 2018 lleno de sinsabores. Tras dos años seguidos ganando un título del Grand Slam (Roland Garros en 2016 y Wimbledon en 2017), la española cerró la campaña pasada en blanco en los torneos más importantes del circuito, con la única conquista de un trofeo menor (Monterrey) y sin victorias de prestigio ante sus grandes rivales del circuito. Acabó, además, fuera de las 15 mejores cuando meses atrás había coronado la cima de la clasificación, convirtiéndose en la mejor tenista del planeta. 

Así, Muguruza inició la pretemporada con el objetivo claro de recuperar su mejor versión, olvidando un año terrible y poniéndose manos a la obra. Al trabajo que hizo para ponerse a punto, Garbiñe le sumó un arranque novedoso. Por primera vez, Muguruza se unió a David Ferrer en la primera semana de la temporada para disputar la Copa Hopman (la clásica exhibición por equipos) en Perth y allí encontró una fuente de inspiración que bien podría servirle para salir de la crisis en la que todavía está sumida.

“Me encantó compartir la semana con David, vivir sensaciones con él”, reconoció Muguruza sobre el alicantino, que este año se despide del circuito. “Es un tío muy relajado, ojalá fuese yo así. Me estuvo contando que él también ha pasado por muchos cambios y que tuvo una mejoría muy importante”, desveló la española. “Es un jugador tan trabajador que te transmite una motivación especial. Así que… qué mejor que empezar la primera semana del año con él”.

Un buen ejemplo del que tomar nota.