Nueva York (enviado especial)

El objetivo es que las seis derrotas no se conviertan en siete. El miércoles por la noche, Carla Suárez juega ante Madison Keys sus séptimos cuartos de final de Grand Slam, los segundos en el Abierto de los Estados Unidos, persiguiendo una clasificación que se le lleva resistiendo toda la vida: la española, brillante vencedora de Maria Sharapova en la ronda anterior, jamás ha franqueado la barrera de los cuartos en un grande. A los 30 años, y tras intentarlo por última vez a principios de temporada en el Abierto de Australia (perdió con Caroline Wozniacki, coronada luego campeona), Suárez sale a jugar dispuesta a dar el paso al frente que su carera merece, pero se marcha eliminada (4-6 y 3-6 ante la estadounidense en 1h23m) y muy enfadada: en la pista más grande del planeta, la canaria cae despistada, desorientada y aturdida por el insufrible ruido que provoca uno de los públicos más irrespetuosos que se recuerdan en la historia del torneo.

“Me quejé dos o tres veces al árbitro, pero me podría haber quejado mil, me podría haber quejado en todos los puntos”, asegura luego la tenista. “Es una falta de respeto que estemos jugando y la gente esté yendo a sentarse o caminando por ahí. Estás peleando una ronda así y que te cueste concentrarse porque la gente se lo está pasando bien… Que yo me alegro, pero que se lo pasen bien entre punto y punto, y no cuando esté jugando”, prosigue la número 24. “Me cuesta creer que el público haya estado pendiente del partido”.

Pocas veces los aficionados de la central cruzaron el límite como en el partido entre Suárez y Keys. Al murmullo constante, convertido el miércoles en un intenso zumbido que impidió a las rivales escuchar el sonido de la pelota al chocar contra las cuerdas de la raqueta, se le unió la actitud de la gente: espectadores deambulando en mitad de los peloteos, personas giradas en sus asientos, gente hablando a gritos, brindis por todo lo alto en los palcos de la pista y un desinterés absoluto por el encuentro.

“No lo entiendo”, insistió Suárez moviendo la cabeza. “Ellos mismos deberían escuchar el murmullo. Es lo que había desde el primer minuto hasta el último. Ni siquiera escuchaba mi golpeo, ni tampoco el de Keys. Ha habido un momento en el que no he oído al juez de silla cantar el marcador”, siguió la canaria. “Me sabe mal porque no he disfrutado de la noche de hoy y no lo digo porque haya perdido, porque aquí he perdido 6-0 y 6-0 [contra Serena Williams en 2013] y entonces disfruté”. 

Hasta el 4-4 de la primera manga, Carla tuvo sus opciones. A la española, que dispuso de una bola de break con 2-2, le penalizó su mala noche al saque (47% de primeros) y el acierto de Keys. Como siempre, la estadounidense decidió ser muy agresiva (22 golpes ganadores, por los 10 de su rival) y eso le sirvió para regresar a las semifinales mientras Suárez se marchaba al vestuario con la sensación de haberse jugado la clasificación en un concierto de los Rolling Stone.