“Soy lesbiana, no estoy enferma, esto no es una enfermedad”. Alison Van Uytvanck no lo oculta. Todo lo contrario. La tenista belga, 47 del mundo, habla de ello con la misma naturalidad con la que se mueve sobre la pista. Y, en Wimbledon, no sólo está siendo protagonista por sus palabras, sino también por su juego. Acabó con Garbiñe Muguruza en segunda ronda y, el domingo, día Internacional del Orgullo Gay, hizo lo propio con Anett Kontaveit para clasificarse para octavos de final –su techo en un Grand Slam está en cuartos, a donde accedió en Roland Garros en 2015–. Y, tras el triunfo, se dirigió a la grada, aplaudió al público y le dio un beso a su pareja, Greet Minnem, también tenista.

“No lo admití porque quiera ser un modelo, sino que lo hice así porque me siento bien. Soy realmente feliz junto a ella (su pareja), formamos un buen equipo. Ella me comprende, entiende también la vida de una tenista, el juego. Hay una buena conexión, eso es todo”, reconoció en la rueda de prensa posterior a su victoria contra Anett Kontaveit.

Van Uytvanck sale de la pista. Reuters



Sus palabras, en Wimbledon, han sonado serenas y han retumbado con la intensidad entre el costumbrismo británico. Alison Van Yutvanck habla lentamente, masticando sus palabras, con aplomo y madurez. A sus 24 años, sorprenden tanto como su juego y son tan necesarias como su discurso. “Soy lesbiana, pero no creo que ahora me sienta más libre, sino que sencillamente decidimos que no fuera algo solo personal ni algo que debiéramos guardárnoslo para nosotras, porque soy feliz independientemente de que sea un hombre o una mujer. Siento que no debemos avergonzarnos por esto y por eso quiero ser libre”, explicó.



Van Yutvanck, que vive con su pareja, cuatro años más joven, también sufrió acoso durante su etapa júnior, cuando tenía apenas 15 años. Entonces, no pudo decir que era lesbiana. Todo lo contrario, como recitaba en una entrevista con el diario suizo Blick: “Fue una época difícil. Si hay jugadoras jóvenes que son lesbianas no deberían tener miedo en salir y contarlo”, reconoció.



Como lo hicieron otras muchas leyendas del tenis: Martina Navratilova, Billie-Jean-King o Amélie Mauresmo. Todas, en algún momento, con dudas, pero tan valientes fuera como dentro de la pista. Ellas fueron las que dieron el primer paso. Ahora, otras tenistas como Alison Van Yutvanck lo siguen. ¿El objetivo? Que dentro de poco dejen de ser noticia por su condición sexual. 

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