Madrid

A las 10 de la mañana del domingo, media hora antes de que Rafael Nadal y Grigor Dimitrov empezasen su entrenamiento en la pista número 13 del Mutua Madrid Open, los aficionados habían llenado todos los asientos de la grada, haciendo imposible para los recién llegados encontrar una posición desde la que seguir el entreno. Durante las dos horas siguientes, español y búlgaro se apretaron de lo lindo, demostrando que están más cerca de conseguir el objetivo por el que llevan días trabajando duro. La altitud de Madrid (667 metros sobre el nivel del mar) obliga a los tenistas a reajustar el juego, pese a disputarse sobre tierra batida, como Montecarlo o Barcelona.

Tras el entreno, Carlos Moyà y Francis Roig se sentaron con EL ESPAÑOL en la zona de jugadores del torneo para analizar cómo afecta la altitud al tenis del campeón de 16 grandes y qué necesita hacer para adaptarse antes de debutar el próximo miércoles en busca de su quinto título en la Caja Mágica.

Carlos Moyà. La altitud se nota, claro que se nota. El juego cambia un poco. Hay más descontrol y menos ritmo, y eso beneficia al jugador que ataca. Obviamente, influye.

Francis Roig. Sí. Cuando golpeas la pelota se te suele escapar más. Y posicionarte para sentir que tienes el control de los puntos también es más difícil. Un ejemplo: yo estoy atacando, tú me haces un buen contraataque y me pones a mí en una situación de descontrol otra vez. La bola se va mucho más y los puntos duran menos, aunque hay menos desgaste, tanto físico como psicológico.

Moyà. Es que es más difícil defenderse. Por eso, Rafa debe intentar ser más agresivo, siempre manteniendo el orden y el control. No es la misma sensación que en Montecarlo o Barcelona, donde juega a nivel de mar. Allí había ritmo y los tiempos del partido los marcaba Nadal.

Roig. Nadie lo hace mejor que Rafa cuando tiene el control del juego. En Madrid las cosas pasan más rápido. ¿Cuándo es mejor Nadal? ¿A tres mangas o a cinco mangas? Está claro.

Nadal, golpeando una derecha en un entrenamiento. Diego G. Souto Mutua Madrid Open

Moyà. La competición no ha empezado todavía. Nadal está preparado de cabeza para jugar. Si Rafa está bien no tiene por qué no irle bien aquí, ni mucho menos.

Roig. Lógicamente, cuando él coge el dinamismo en altura… que se preparen los demás porque sus golpes botan una barbaridad, suben más. La clave es más o menos sencilla de explicar. Los ojos están acostumbrados a tener un tiempo de reacción que va relacionado con el cuerpo. ¿Qué pasa aquí? Que tienes menos tiempo. A veces, la pelota te come, la pegas tarde y se te marcha. Rafa viene de dos semanas donde ha controlado muy bien todo esto, el control del 90% de los puntos. Aquí necesita más días.

Moyà. Por eso, intentamos hacer entrenando muchas cosas que son de repetición, a no ser que haya algún gesto técnico que esté haciendo mal. A estos niveles es difícil que un tenista haga un gesto malo. El paso del día a día hace que se vaya adaptando a algo que le había venido de nuevo cuando llegó a Madrid. Poco a poco, le ha ido cogiendo la mano a la situación.

Roig. Son repeticiones de ejercicios en los cuales tenga menos tiempo del que tendrá en el partido. Hay que obligar al jugador a meterse en la línea para que cuando se retrase un poquito en la competición esté adecuado. Es un tema de anticiparse más veces durante un rato del entrenamiento para que el ojo se acostumbre. Luego jugando tendrá más tiempo. Es lo que llamamos repeticiones de calidad.

Moyà. Al final, es tierra batida. Y lo que cambia mucho es el desplazamiento, la opción de poder resbalar, la bola se ralentiza un poco al botar, pero sigue siendo tierra. Tenemos claro que no es Montecarlo o Barcelona, pero también tenemos claro que Nadal en tierra es Nadal en tierra. No es un cambio tan grande. Al final es el suelo lo que diferencia las pistas. Luego está el bote, pero el desplazamiento sigue siendo el mismo.

Nadal, voleando en Madrid. Diego G. Souto Mutua Madrid Open

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