El golpe fue durísimo y estuvo salpicado de lágrimas. Rafael Nadal se marchó el pasado viernes de Acapulco tras tomar la decisión de renunciar a los Masters 1000 de Indian Wells y Miami días después de bajarse también del torneo mexicano como consecuencia de una recaída en su lesión en el psoas-ilíaco de la pierna derecha, la misma que le obligó a sacar bandera blanca contra Marin Cilic en los cuartos de final del Abierto de Australia. En consecuencia, el número dos del mundo regresó a casa pensando en reponerse de otro revés, pero con la cabeza invadida por las dudas: a finales de marzo, Nadal habrá acumulado ocho citas seguidas sin poder competir o retirándose por distintos problemas físicos (Basilea, París-Bercy, Copa de Maestros, Brisbane, Abierto de Australia, Acapulco, Indian Wells y Miami) y mirará al futuro con mucha incertidumbre. 

“La medicina no es dos por dos, no es una ciencia exacta desgraciadamente”, explica a este periódico Ángel Ruiz Cotorro, el médico de confianza del tenista. “Lo que le ha pasado a Rafa puede ocurrir, pero por su evolución no había nada que nos hiciese pensar que esto fuese a suceder”, añade el doctor. “Estaba entrenando normal, muy fuerte, y sin notar molestias. Tampoco se sentía cargado. De repente, en un movimiento, tuvo un pinchazo y… A veces estas cosas cicatrizan, parece que está todo bien, y puede pasar”, insiste. “Lo hemos estudiado y no es habitual lo que ha pasado, no debería haberse repetido en el tiempo que hemos tenido. Cinco semanas era un plazo más que suficiente para recuperarse”.

Nadal se retiró de los cuartos de final del primer grande de la temporada el 23 de enero por la noche y el jueves 1 de febrero se entrenó durante 45 minutos a primera hora de la mañana en la pista cubierta que está a pocos metros de su academia de Manacor. No lo hizo el viernes 2, pero sí nuevamente el sábado 3. Es decir, pasaron ocho días entre el abandono contra Cilic y el regreso a la pista, con un viaje de más de 20 horas (la vuelta de Melbourne) entremedias. El diagnóstico que el balear conoció tras someterse a una resonancia magnética en un hospital australiano la mañana después del abandono (lesión de grado 1 en el psoas-ilíaco de la pierna derecha) le llevó a optar por combinar un ligero reposo de apenas una semana con fisioterapia, reincorporándose a los entrenamientos a un ritmo progresivo mientras aprovechaba para jugar al golf (campeonato amateur de Baleares y el Rafa Nadal Challenge, organizado por el propio tenista en Son Servera, Pula y Son Gual) y para cumplir sus obligaciones con algunos patrocinadores.

Así, el 19 de febrero Nadal aterrizó en la isla de Cozumel, donde es copropietario de dos hoteles, y empezó a preparar su vuelta a la competición sin rastro de la lesión en la pierna. Los entrenamientos en Acapulco (tres horas diarias en doble sesión) confirmaron esas buenas sensaciones y el optimismo envolvió al entorno del balear, al que consideraron más que preparado para luchar por el título de campeón en México. El último día antes de debutar con Feliciano López, sin embargo, el número dos del mundo sintió un pinchazo entrenando con el francés Mannarino y recayó de una lesión que parecía olvidada.

“Ahora nos vamos a tomar un tiempo de descanso”, avisa Cotorro. “Hemos hecho un tratamiento y dejaremos ese área en reposo, dándole tiempo para que se vuelva a poner en su sitio. Haremos lo mínimo de lo mínimo, nada que afecte a esa zona”, prosigue el doctor. “A veces, parar siempre te lleva a poder hacer otras cosas, pero esta vez seremos aún más estrictos. Hay que ser prudentes y cautos. Este tipo de lesiones juegan un poco escondidas porque la sintomatología enseguida desaparece. Son lesiones que dejan de doler muy pronto y hay que desconfiar de ellas. La lesión parte de la misma zona y es una zona un poco especial”, cierra el médico.

A principios de semana, el campeón de 16 grandes acudió a Barcelona para realizarse nuevas pruebas que le permitieron explorar bien la lesión (sin tanto líquido como en México) y concluyeron que se trataba de un contexto menor al de Melbourne, aunque en la misma zona, que descartaron afectación en la cadera (totalmente limpia) y que le llevaron a elegir esta vez la vía ultraconservadora como método de recuperación. Desde que volvió de Acapulco, y durante las próximas semanas, Nadal no hará nada que implique un esfuerzo o ponga mínimamente en peligro esa área tan delicada. En resumen, el español estará quieto hasta que tenga luz verde para volver a entrenarse, algo que hará de menos a más y con la máxima precaución posible.

La situación no es crítica, pero sí preocupante. Nadal intentará estar listo para el inicio de la gira de tierra batida, históricamente su parte más importante del año, que comienza en Montecarlo el próximo 15 de abril, aunque el jugador podría disputar la eliminatoria de cuartos de final de Copa Davis que medirá a España contra Alemania en Valencia (entre el 6 y el 8 de abril; también sobre arcilla). Sea en la Davis (el balear tenía predisposición para estar, pero regresar en encuentros a cinco mangas no es el escenario ideal) o sea en Montecarlo, Nadal volverá con algo muy importante que solucionar: cuando pise la tierra e inicie la defensa de 4680 puntos (más de la mitad de los 9460 que tiene actualmente), el mallorquín será un jugador sin memoria y habrá perdido todos los automatismos que ganados a pulso en 2017 para alcanzar su mejor versión. Eso es casi como partir de cero.

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