Singapur (enviado especial)

Garbiñe Muguruza tendrá que pelear con Venus Williams su pase a las semifinales de la Copa de Maestras de Singapur en un cruce a cara de perro. Con un tenis mecánico, veloz y destructivo, Karolina Pliskova apabulló 6-2 y 6-2 a la española en un parpadeo (62 minutos), se convirtió en la primera jugadora del torneo en superar la fase de grupos y obligó a Muguruza a disputar el próximo jueves un partido clave con Venus, que resistió 7-5, 6-7 y 7-5 a Jelena Ostapenko en el tercer encuentro más largo (3h13m) en la historia de la competición. [Narración y estadísticas]

“Tampoco me esperaba este resultado”, se arrancó Muguruza minutos después de la derrota, todavía sudando y vestida con la ropa de tenista. “Supongo que tenía que llegar algún momento en el que tuviese un partido así. Desde el principio he notado que estaba fallando bolas que no debía y ella da muy pocas oportunidades”, prosiguió sobre su contraria. “Esperaba irme encontrando mejor con el paso del tiempo, pero no ha sido el caso y ha cogido mucha ventaja enseguida”, continuó. “Contra Venus me lo voy a tomar como una final. Es un partido que me motiva mucho, otra oportunidad. Me hace ilusión intentar darle la vuelta para acabar con mejor sabor de boca que hoy. Quiero analizar por qué no me he encontrado bien, pero no lo voy a pensar demasiado”, avisó la campeona de dos grandes. “¿Para qué le voy a dar vueltas? Tengo otro partido en dos días”.

Antes de jugar, durante el día previo de preparación, el desfavorable cara a cara de Muguruza con Pliskova (2-6) actuó como fuente de motivación de la española. No fue ninguna sorpresa. Pocas cosas le gustan más a la número dos mundial que probar distintas soluciones para resolver un reto, y la checa es de los mayores a los que se ha enfrentado en su carrera. A Garbiñe, sin embargo, se le agotaron las buenas intenciones cuando el pulso no había descontado ni cinco minutos. 

El tibio partido de Muguruza, que intentó activarse dando pequeños saltitos y jugó todo el rato con mala cara, le costó una noche desagradable de principio a fin, posiblemente de las peores de esta temporada. La española, demasiado imprecisa incluso en puntos de poca exigencia, dejó que Pliskova dominase el cruce en línea recta, de línea en línea y muy rápido, se movió como si le pasase algo y se atrapó en jugadas increíblemente sencillas: la bola que dejó a su contraria con 2-0 en la segunda manga fue un remate a pista vacía que Garbiñe mandó a la grada. 

Pliskova, que llegó a Singapur tras disparar más de 400 aces por cuarta temporada consecutiva (¡más de 400!), consiguió que su saque le hiciese de escudo en los pocos momentos apretados que encaró (una bola de break con 2-0 en la primera manga y otras dos en el primer juego de la segunda, cuando el duelo todavía estaba vivo) y desesperó así a Garbiñe, que bajó los brazos al no encontrar la forma de abordar a su oponente.

En poco más de 45 minutos, la checa tenía el encuentro en su mano (6-2 y 4-0) y Muguruza estaba pidiendo auxilio con la mirada. Incapaz de proponer nada con su raqueta, sin ideas ni fuerzas para intentar una remontada imposible, a la española le quedó el amor propio para evitar perder la segunda manga en blanco al salvar los tres puntos de partido que su rival se procuró al resto (5-0 y 0-40) y conseguir justo a continuación su primera rotura del choque (de 0-5 a 2-5). 

Eso solo prorrogó lo inevitable: un contundente triunfo de Pliskova que deja a Garbiñe obligada a ganar para no decir adiós al doble sueño que persigue en Singapur: ser la primera española campeona de la Copa de Maestras y acabar el año como número uno del mundo.