Cincinnati (enviado especial)

Dos malos juegos al saque de Nick Kyrgios le dieron su primer título de Masters 1000 a Grigor Dimitrov. En la primera final de un torneo de la categoría entre dos debutantes desde 2002 (Andy Roddick y Guillermo Cañas en Toronto), el búlgaro derrotó 6-3 y 7-5 al australiano y a los 26 años puso fin a la espera, ganando un trofeo de los que por talento y potencial merecía desde que se presentó al mundo mucho antes de cumplir la mayoría de edad. Tras un largo proceso de ascensión (2014), caída (2016) y ascensión, liberándose por el camino de la peligrosa comparación con Roger Federer, Dimitrov confirmó con su triunfo en Cincinnati que todavía está a tiempo de hacer cosas importantes. Después de levantar la copa, el búlgaro se acordó inmediatamente de Rafael Nadal y de los siete días que los dos pasaron juntos entrenando en Manacor, antes de poner rumbo a la gira de pista rápida previa al Abierto de los Estados Unidos.

“Creo voy a enviarle un mensaje de texto para decirle que volvamos a hacer eso en algún momento”, se arrancó Dimitrov ante los periodistas. “La semana que pasé con él fue increíble, tanto dentro como fuera de la pista. Fuimos a cenar juntos, a la playa… Fue genial”, insistió. “Entrenamos sin parar todas las mañanas, sin parar desde primera hora, y lo juro por Dios. Yo decía: ‘¿podemos tener por lo menos la tarde libre?”, prosiguió el búlgaro. “La academia es perfecta. Han hecho un trabajo fantástico. Nada más llegar sentí buenas vibraciones, todo muy tranquilo. Tienen un gran gimnasio, pistas excelentes… Y todos fueron muy acogedores, tratando de que las cosas estuviesen siempre bien. Rafa y su equipo han hecho un gran trabajo”. 

A finales de julio, Nadal acogió a Dimitrov en Mallorca para preparar la gira de verano en su academia durante una semana. Esos días, el español y el búlgaro se exprimieron en largas sesiones durante el día y disfrutaron de las incomparables tardes de verano de la isla. Buscando llegar listos a los torneos previos al Abierto de los Estados Unidos (Montreal y Cincinnati), los dos jugadores practicaron yendo al límite y los resultados tardaron muy poco en aparecer.

“Estoy muy agradecido de que me diera esa oportunidad, no tienes muchas así y solo puedo sacar cosas positivas de esa semana que pasamos juntos”, reconoció el búlgaro, que con su victoria en Cincinnati regresará al top-10. “Rafa ha sido siempre una inspiración para mí. A veces, cuando estoy perdiendo un partido, me quejo y me pregunto: ‘¿Rafa haría eso? No lo creo”, continuó Dimitrov, que ahora afronta el último grande del año disparado por la conquista de Cincinnati. “Llegar con este título es algo positivo, pero lo más importante ahora es mantener los pies en el suelo y seguir haciendo el mismo trabajo, creer en mí mismo y prepararme de la mejor manera que pueda para Nueva York”.

Por tenis, físico y cualidades excepcionales no será. La capacidad para mantener el tono mental ya es otra historia. Precisamente, el sello distintivo de Nadal.

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