Por primera vez desde 2012, España volverá a jugar los cuartos de final de la Copa Davis. En un domingo de fantasmas saltarines y nervios afilados, la selección consiguió lo que debería haber logrado mucho antes, y sin semejante agonía. Los triunfos de Roberto Bautista (6-1, 6-7, 6-3 y 7-6 a Franko Skugor) y Pablo Carreño (7-6, 6-1 y 6-4 a Nikola Mektic) certificaron la remontada en la eliminatoria frente a Croacia (3-2) y citaron a La Armada el próximo mes de abril con la Serbia de Novak Djokovic (a domicilio, por octava serie consecutiva) por una plaza en las semifinales de la competición por países. Tras dos años en Segunda División, y pese al martirio de Osijek, el sueño de otra Ensaladera sigue vivo.

Bautista demostró por qué a día de hoy es el mejor jugador que tiene España tras Rafael Nadal. El castellonense, protagonista de una explosión tardía (entró al top-100 con más de 25 años), lleva un par de temporadas compitiendo cada partido con la certeza incuestionable de exigir un precio muy alto por la derrota. Los rivales, claro, están más que avisados de lo que les espera y si alguno quiere encontrarse con un triunfo envuelto en papel de regalo está muy equivocado porque Bautista no regala ni el aire.

Ante Skugor, todavía en una nube tras la inesperada victoria del viernes, el castellonense intentó dejar las cosas claras desde el arranque del partido, cerrando espacios para evitar más sustos después de un fin de semana lleno de sobresaltos. Imponiendo un tenis punzante y seguro, dos de sus cualidades más destacadas, Bautista reveló sin esfuerzo todas las carencias del croata, que son muchísimas porque el ránking no suele ser mentiroso, salvo que haya alguna lesión entremedias. Sin embargo, y de repente, el cruce se enfangó.

Hasta mitad del segundo set, Bautista machacó las dudas del croata y perforó sus debilidades con pillería. El español pasó por el inicio del duelo en línea recta, sin detenerse a pensar porque jugó sin masticar, engullendo a su rival hasta dejarle hecho trizas. Así, el número 16 amenazó con empatar la eliminatoria en un parpadeo, con hacer del encuentro un trámite sin historia, con dejar a Carreño la remontada encima de la mano.

Ocurrió que Skugor se olvidó de la paliza que recibió en la primera manga y empezó a conectar saques y derechas en el segundo. Sucedió también que Bautista no se lo esperaba, quizás imaginando que doblar las rodillas del gigante sería más fácil después de haberle sacudido violentamente en el inicio. En esas, el español se vio compitiendo a brazo partido tras perder el segundo parcial en el desempate (con su contrario desatado, con la capa de héroe puesta nuevamente), y salió airoso porque tiene madera de tipo duro y mimbres de jugador grande.

Sin que la obligación de ganar para no provocar un enorme fracaso le detuviese, Bautista jugó con el viento de cara. Donde otros habrían visto la ocasión ideal de estamparse (en el cuarto set tras perder el saque, por ejemplo), el español encontró una oportunidad de confirmarse como un líder fiable (ganando el encuentro en un tie-break de vértigo), echándose de nuevo el equipo a la espalda y dejando a Carreño en rampa de lanzamiento para pelear por el pase a cuartos de final.

Después de la victoria de Bautista, una sorpresa y un quinto punto de infarto gestionado con madurez y un tenis de plomo. De entrada, Carreño se encontró con la sopesada e inesperada decisión de Zeljko Krajan, una maniobra muy atrevida. Para ir a la guerra, el capitán croata cambió a Ante Pavic (su pieza inicial) por Mektic, el doblista que el día anterior se había impuesto a Feliciano López y Marc López formando pareja con Marin Draganja. La intención del seleccionador local fue clara: prescindir del juego directo de Pavic para apoyarse en la constancia del 319 mundial.

Sobre esas bases, Mektic intentó buscarle las cosquillas a Carreño desde el fondo de la pista, donde el gijonés se plantó con solidez y evidenció su superioridad. Aunque al número 26 le costó un rato entrar a la pelea (perdió dos breaks de ventaja en la primera manga, una de ellas sacando por el parcial), cuando aparcó el cosquilleo se acabó el partido y por supuesto la serie, una tortura finalizada con buen sabor de boca.

Tras ganar el primer set en el tie-break, Carreño jugó suelto por primera vez en todo el fin de semana. Le costó, pero en el corazón del encuentro consiguió subrayar la diferencia que lógicamente le separa de Mektic. Así ganó el gijonés, llevándose por delante a su oponente. Así se repuso del golpe del viernes, cuando dejó escapar tres puntos de partido ante Skugor y la serie empezó a complicarse. Así se doctoró con la selección, con 25 años y un triunfo cargado de madurez y grandes intenciones.

En consecuencia, España tuvo que llegar al quinto punto para superar una eliminatoria que podría haber estado resuelta desde el sábado. Con un equipo encabezado por el 223 mundial, formado por un puñado de jugadores sin brillo ni experiencia (con las ausencias de Marin Cilic, Ivo Karlovic, Borna Coric e Ivan Dodig), Croacia resistió con uñas y dientes a la España de Bautista, Carreño y los López, un cuarteto difícilmente mejorable (salvo con Nadal). El motivo es el mismo de casi siempre: la Davis es una competición que lo iguala todo sin que importe nada más. El mérito de La Armada es haber sobrevivido a eso para poder alimentar el sueño de otra Ensaladera, un broche perfecto a la generación dorada del tenis español.

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