En su regreso al Grupo Mundial tras dos años fuera, 'La Armada' cerró un viernes que empezó mal y acabó con mejor cara. La derrota de Pablo Carreño (6-3, 3-6, 4-6, 6-4 y 6-7 ante Franko Skugor) y la victoria de Roberto Bautista (6-4, 6-2 y 6-3 a Ante Pavic) dejaron empatada la eliminatoria entre España y Croacia, con una plaza de cuartos de final en juego y la certeza de que ambos países pelearán por ella hasta el domingo. El castellonense, líder del equipo en Osijek y segundo mejor jugador nacional por ránking (número 16, tras Rafael Nadal, sexto), acudió al rescate del equipo y devolvió la normalidad a una serie que la selección debería ganar porque los locales están huérfanos de sus cuatro mejores jugadores (Marin Cilic, Ivo Karlovic, Borna Coric e Ivan Dodig), todo lo contrario que los españoles.



Bautista salió a la pista con el agua al cuello. Lo que debería haber sido un cruce para abrir ventaja se transformó en un enfrentamiento sin margen de error, condicionado por lo que había pasado previamente. Así, con el cemento aún caliente, el castellonense tardó un rato en tomarle la medida al partido, como demostró que Pavic (486 mundial) le devolviese el break en la primera manga e incluso sacase las uñas, lo impensable con semejante diferencia de nivel entre ambos.



Una vez se asentó Bautista, calmado al ver su superioridad, Pavic desapareció, aunque dejó señales de pelea (por ejemplo, se tiró en plancha persiguiendo una volea en la red en el tercer set) y algunos destellos de clase. El castellonense, curtido en varias peleas de altura, sostuvo a España con un triunfo impecable, esperado y confirmado luego con las buenas maneras de siempre.



Antes, la derrota de Carreño contra el 223 mundial. Durante toda la tarde, el gijonés gestionó con muchas dificultades la presión del partido. Tras debutar en la competición el año pasado en un encuentro sin trascedencia (venció a Adrian Ungur con la eliminatoria ante Rumanía ya resuelta), Carreño descubrió el auténtico peso de la camiseta de España, la responsabilidad de jugar por la mayor potencia del siglo XXI (cinco títulos) y el vértigo que provoca un encuentro de Davis, sensación amplificada como consecuencia de ser favorito en lugar de ocupar la tranquila posición del aspirante.



Todo eso superó el español en una quinta manga controlada con sangre fría y un tenis cargado de cordura (4-1 de arranque), hasta que apareció el momento de cerrar y empezó a temblar como un flan: Carreño cometió doble falta (con 5-3 y 30-30, acabó entregando el saque), perdió tres puntos de partido al resto (5-4) y dejó escapar el triunfo en el desempate contra un rival disparado por la oportunidad de firmar una pequeña gesta.



En el mejor momento de su carrera (26 mundial) después de acabar 2016 estrenando su casillero de títulos (Winston-Salem y Moscú), el gijonés vive su momento más dulce en el circuito tras despegar con fuerza hace unos meses. La decisión de romper con Javier Dudu Duarte (el entrenador que le esculpió como jugador) para contratar a Samuel López y César Fábregas tuvo un efecto incuestionable: a los 25 años, el español ha elevado su nivel de juego y amenaza con seguir rompiendo barreras, aunque se le atragantase su doctorado con España en una prueba durísima. Para Carreño, por ahora, imposible sobrevivir a un quinto set en Davis, fuera de casa y en un encuentro lleno de curvas muy cerradas.



Con la obligación de ganar, como no podía ser de otra manera contra un rival sin pedigrí (cuatro victorias en el circuito ATP), el gijonés sufrió para imponer sus galones y acabó dando alas a un rival que empezó con dudas y terminó jugando de carrerilla, propulsado por el saque y una derecha que le provocó sudores fríos antes de colapsar en el quinto parcial, cuando parecía que por fin todo estaba solucionado.



A partir del segundo set, quizás liberado tras aceptar que lo normal era perder, Skugor empezó a dominar el pulso con sus latigazos de gigantón (1,98m y 96kg). Acunado por las condiciones de la pista, de bote bajo e irregular, y muy rápida, el croata se metió tres metros dentro de la línea de fondo, pegó casi siempre plácidamente a la altura de la cintura y acorraló a estacazo limpio a su contrario, que se defendió como pudo, aguantando a ver si en algún momento dejaban de lloverle bombas y podía recuperarse.



“¡Franko! ¡Franko!”, canturrearon los ruidosos croatas, que esperaban recibir una paliza y se llevaron una buena sorpresa. Con el puño cerrado y los ojos encolerizados, Skugor celebró cada avance en el encuentro con optimismo, soñando con hacer algo más, con defender su territorio y ponerse a pensar en el triunfo. Primero, el croata empató el partido, ganando la segunda manga en una reacción fantástica. Luego, tomó ventaja echándole el lazo al tercer parcial, competido con el mazo en la mano. Finalmente, encontró premió a su constancia, porque nunca se rindió y porque su contrario se descompuso.



Con todo de cara en el quinto set (4-1), después de hacer lo más complicado al darle la vuelta al partido, Carreño pagó la presión sacando por el triunfo (doble falta con 5-3) y no aprovechó luego los tres puntos de partido al resto (5-4) que se procuró en un juego eterno. En consecuencia, perdió una batalla tremenda, de las que dejan huella en el corazón y tardan mucho en olvidarse, aunque es muy joven para hacerlo.



Ahora, y gracias a la victoria de Bautista, España vuelve a tener todo a favor para ganar una eliminatoria que sería pecado no superar: el sábado, Marc López y Feliciano López buscarán ganar el punto de dobles y colocar en una buena posición a la selección antes del domingo definitivo.

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