Nueva York

Tres años después, Juan Martín Del Potro volvió a llegar a la segunda semana de un Grand Slam (7-6, 6-2 y 6-3 a David Ferrer para pasar a octavos en el Abierto de los Estados Unidos, donde se enfrentará al austriaco Thiem) y subrayó lo que el vestuario sabe desde hace tiempo: partido a partido, el jugador que sufrió cuatro operaciones en las muñecas (tres en la izquierda y una en la derecha), quedando al borde de la retirada, está más cerca de volver a ser el campeón que sorprendió al mundo entero hace años. Todo eso, sorprendentemente, lo ha logrado sin nadie a su lado, sin nadie que le acompañe, sin entrenador. Completamente solo.

“Con mis amigos hablo bolucedes”, respondió el argentino cuando le preguntaron si alguien de su círculo cercano le estaba dando consejos, al menos por teléfono. “Obviamente, formar un equipo de primera línea es uno de mis objetivos para el año que viene si logro recuperarme del todo, para al menos poder salir a pelear de igual a igual”, prosiguió Del Potro, que no quiere comprometerse con nadie sin poder garantizarse primero que competirá todo el año completo.

Del Potro rompió con su equipo de trabajo de toda la vida en julio de 2015, cuando no sabía si volvería a jugar al tenis y se encontraba en un momento crítico. Así, Franco Davin (su entrenador) y Martiniano Orazi (preparador físico) dejaron un hueco que nadie ha vuelto a ocupar. Desde entonces, el argentino ha estado solo, incluyendo su vuelta al circuito de esta temporada en el torneo de Delray Beach. Aunque en Wimbledon contó con la ayuda de Daniel Vallverdú (extécnico de Andy Murray y Tomas Berdych, actualmente en el banquillo de Grigor Dimitrov), la relación no siguió adelante por incompatibilidad de prioridades entre los dos.

“Al hablar de futuro”, reveló Vallverdú, “le di una recomendación: él necesita a alguien constante ahora, no a alguien que venga una semana de forma esporádica. Juan Martín necesita a alguien que le ayude a atravesar el proceso actual, que es duro. Necesita que le ayuden cada semana”, insistió. “Yo me acabo de mudar a Europa, estoy viviendo en Zurich, y él pasa mucho tiempo en Buenos Aires. Fui sincero. Me encantaría que hubiésemos trabajado juntos, pero eso significaría haber viajado casi el doble de lo que estaba viajando antes”, apuntó el entrenador venezolano. “Fue más una decisión personal y familiar mía”, prosiguió. “Y fue una decisión complicada. Desde entonces he tratado de recomendarle algunos entrenadores, algunos preparadores físicos, pero lamentablemente yo no pude seguir con él”, cerró el preparador.

“Hay grandes tipos en el circuito”, reflexionó Del Potro sobre la composición del vestuario actual, plagado de leyendas que han cambiado la raqueta por la pizarra. “No creo que sea cuestión de suerte que Djokovic esté con Becker, que Murray esté con Lendl, que los grandes jugadores estén con los mejores de la historia”, añadió el argentino. “Llegar a formar ese equipo para mí sería espectacular y creo que me pueden aportar muchas cosas, dentro y fuera de la pista”, reconoció. “Han sido jugadores que tuvieron presión durante toda su carrera y que supieron gestionarla muy bien”.

Efectivamente, el circuito está lleno de grandes exjugadores que ahora entrenan a los mejores del mundo. Boris Becker a Novak Djokovic, Ivan Lendl a Andy Murray, Ivan Ljubicic a Roger Federer, Michael Chang a Kei Nishikori, Goran Ivanisevic a Tomas Berdych o Carlos Moyà a Milos Raonic. En plena búsqueda de equipo, Del Potro no descarta seguir una formula similar y contratar a una leyenda como asesor, al margen de contar con un entrenador a tiempo completo.

“Una de las opciones es tener un referente como ellos y alguien más para el día a día, que tenga una relación mas cercana a mí”, reconoció Del Potro, dejando abierta la puerta a explorar esa vía. “Sería algo nuevo para mi carrera, pero como vengo pasando tantas cosas nuevas y cambios… podría probarlo”, continuó. “Preferiría no seguir solo el año que viene. Cuando tenga un tiempo libre, porque desde Río de Janeiro no he parado, volveré a analizar los posibles entrenadores para el año que viene. También es fundamental para mí el preparador físico, esa es mi prioridad número uno para poder mantenerme fuerte y mejorar físicamente”, señaló, apuntando a esa figura tan importante en alguien cuyo cuerpo está en proceso de readaptación a la competición.

“Aunque ahora mismo”, caviló el 142 de mundo, “me siento libre para jugar solo porque puedo hacer lo que quiero dentro de la pista, no tengo que seguir una estrategia específica”, argumentó. “De esta manera estoy bien para esta temporada, lo estoy llevando bastante bien. En Río estaba solo y salí a jugar solo, a pegarle desde todos lados. Funcionó”, celebró con una sonrisa el medallista de plata. “Me estoy demostrando a mí mismo que puedo jugar solo, sin un entrenador, pero el día que puedo cerrar un equipo de la forma en la que quiero hacerlo voy a estar más cómodo todavía”.