París

Refugiada de la lluvia, Garbiñe Muguruza se marchó a entrenar el martes a las pistas cubiertas de Roland Garros para preparar su partido de cuartos de final, que jugará contra la estadounidense Rogers este miércoles en el último turno de la pista Suzanne Lenglen. La número cuatro, clasificada para la antepenúltima ronda desde el pasado domingo, está en una posición privilegiada con respecto a sus principales rivales hacia la copa de campeona, atisbando el sueño de llegar a la final de un Grand Slam por segunda ocasión en su carrera tras lograrlo en Wimbledon el curso pasado.

 

El caos que ha partido en dos el torneo, con la lluvia obligando a suspender una jornada completa (lunes) y a aplazar otra sin apenas encuentros completados (martes), no afecta a Muguruza, que ha utilizado esos dos días para recuperar y pulir golpes, algo vital en la recta final de un torneo. Además, la española se ha encontrado de repente con un camino bastante más despejado que hace unas horas, cuando el horizonte estaba teñido de negro: las derrotas de Agnieszka Radwanska (6-2, 3-6 y 3-6 contra Tsvetana Pironkova) y Simona Halep (6-7 y 3-6 ante Samantha Stosur) provocan que Garbiñe tenga un cruce de semifinales (si supera los cuartos) mucho más amable, sin enfrentar a ninguna de las 10 mejores del mundo hasta la final del torneo.

 

“Pero a mí me da igual que mi rival sea Pepita o María”, dijo Muguruza cuando le recordaron cómo se le había abierto el cuadro después de las derrotas de las principales favoritas. Esas palabras, un lógico intento de restarle importancia al hecho de medirse a una contraria menor en la fase final de un grande, no ocultan lo evidente: la española tiene en su mano otra oportunidad increíble para confirmar que está destinada a escribir el futuro del tenis femenino mundial.

 

CARLA, DOS DÍAS DE SUSPENSIONES

 

A diferencia de Muguruza, clasificada días atrás para los cuartos, la parte alta del cuadro femenino todavía no ha echado a andar. Hay cuatro encuentros (Serena Williams-Elina Svitolina, Carla Suárez-Yulia Putintseva, Kiki Bertens-Madison Keys y Venus Williams por comenzar) mientras que la parte baja ya tiene configurada las semifinales (Rogers-Muguruza y Stosur-Pironkova). Tan grande es el desajuste, tan grande el problema, que cuando Garbiñe mañana esté peleando por su pase a semifinales, Suárez estará intentando alcanzar los cuartos.

 

La canaria, que por segundo día se marchó al hotel sin saltar a pista (como el lunes), buscará derrotar a la kazaja Putintseva para aterrizar en la antepenúltima ronda. Sabe, por supuesto, que está ante un desafío para cabezas fuertes. Con el ritmo de competición frenado en seco, después de varios aplazamientos, la número 14 debe reengancharse al torneo, superar a su rival y apretar los dientes porque deberá volver a jugar el jueves (cuartos), el viernes (semifinales) y el sábado (final) para mantener vivo el sueño de aspirar a su primer Grand Slam. Son cuatro partidos en cuatro días, como todas las jugadoras de la parte alta del cuadro. Simplemente, un disparate.

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