Dubái

“¡Qué bonitas!”. El martes por la mañana, un grupo de tortugas gigantes apretadas en una pequeña casita de madera flotante llama la atención de los aficionados que caminan por las calles del torneo de Dubái. La mayoría de ellos, que recorren a pie la distancia entre el hotel oficial y las pistas de juego (un agradable camino de adoquines y puentes fabricados con troncos), no puede evitar detenerse para apreciar los detalles del llamativo entorno, casi único. Si esa es la entrada a una pista de tenis, no lo parece: bajo un calor veraniego (30 grados), los contrastes son tremendos.

El canto de las golondrinas se mezcla con las canciones que salen de los pubs irlandeses, el agua de las fuentes (cristalina como pocas) con la riqueza de los coches estacionados justo al lado, las rojizas tejas que coronan los accesos al estadio con la modernista arquitectura de los edificios que asoman por todas partes. Ajenas a todo eso, inmersas en las rutinas de la competición, las favoritas al título preparan la importante cita (una de las más grandes del calendario) con una esperanza alimentada en los últimos meses: el triunfo de Angelique Kerber (ausente en Dubái) ante Serena Williams (también baja) hace unas semanas en Melbourne ha cambiado definitivamente las reglas del juego.

Esto es lo que dicen los números. Cinco de las 10 mejores jugadoras del mundo no han ganado un Grand Slam, pese a que cuatro de ellas han llegado a la final (Simona Halep, Agnieszka Radwanska, Garbiñe Muguruza y Lucie Safarova, todas derrotadas por Williams salvo la rumana, que perdió contra Maria Sharapova en Roland Garros 2014). Sin embargo, la victoria de Kerber en el pasado Abierto de Australia ha cambiado la mentalidad de todas esas aspirantes: el vestuario ha visto que ganar a la número uno no es imposible y el triunfo de la alemana es el resorte sobre el que sostener esa teoría que puede cambiar el presente inmediato del circuito femenino.

“¡Seguro!”, respondió Muguruza cuando le preguntaron si el triunfo de Kerber le daba más confianza para afrontar el desafío de ganar un Grand Slam, acabando con la número uno por el camino. “Serena sigue dominando, pero ese resultado, viendo ganar a una jugadora que no era favorita, lo cambia todo un poco”, añadió la número cinco mundial, que ha perdido tres de los cuatro partidos ante la estadounidense, la final de un grande (Wimbledon 2015) entre ellos. “No es imposible derrotar a Serena en una final y es bueno que todo el mundo en el circuito lo haya visto”, se despidió Garbiñe antes de estrenarse frente a la vencedora del Jana Cepelova-Elina Svitolina.

Así recibieron a Kerber a su llegada a Alemania. Lukasz Cynalewski Reuters

En cualquier caso, la hoja de ruta de la número uno no es ninguna broma. Hasta el pasado Abierto de Australia, Serena había ganado 21 de las 24 finales grandes disputadas en su carrera (21 de 25 ahora), un cifra que explica perfectamente cómo de peligrosa se vuelve la estadounidense cuando olfatea la copa en los torneos de la máxima categoría.

“Evidentemente, todas coincidimos en que Serena está un nivel por encima del resto”, reflexionó Carla Suárez, que debutará el miércoles frente a Caroline Garcia (6-4 y 6-1 a la eslovaca Schmiedlova). “Pero también es cierto que puede perder partidos. Al ver lo de Kerber, me reafirmo un poco en lo que dije en Australia: creo que ahora mismo las puertas están bastante abiertas”.

2015 ya dejó señales de lo que podía suceder en el futuro. Sin contar los grandes, donde Serena gobernó con puño de hierro salvo en el Abierto de los Estados Unidos (Flavia Pennetta ganó la final a Roberta Vinci), tres jugadoras distintas se repartieron los títulos en los cuatro torneos Premier Mandatory del calendario (los más importantes del circuito) y otras cuatro reinaron en los Premier 5, la siguiente categoría en orden de relevancia. Además, la irrupción de tenistas como Belinda Bencic (que esta semana estrena condición de top-10) anticipó lo inevitable: la revolución está a la vuelta de la esquina.

"Ahora estoy pensando que soy capaz de ganar un Grand Slam después de ver hacerlo a Pennetta y Kerber”, coincidió Halep en una entrevista con el diario Sport360. "Es más fácil para nosotras pensar que ahora somos capaces de ganar un Grand Slam. Hasta este momento era difícil porque Serena estaba allí y creíamos que era la única ganadora, tal vez por eso era difícil ganar. Pero ahora todo el mundo puede pensar que es capaz de ganar un Grand Slam”, insistió la número tres mundial, que se estrenará contra la ganadora del partido entre Ana Ivanovic y Daria Gavrilova.

En consecuencia, las mejores jugadoras del planeta se preparan en Dubái para competir por uno de los títulos más importantes del calendario con un pensamiento compartido: quizás, la gloria ya no es exclusiva de Serena.

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