Londres

Si existe la perfección, debe parecerse a esto. Novak Djokovic ganó 6-3 y 6-4 la final de la Copa de Maestros a Roger Federer, se convirtió en el primer jugador de la historia que celebra cuatro títulos consecutivos en el último torneo de la temporada y se quedó a un trofeo del récord absoluto, que precisamente tiene su rival (seis veces campeón). Por encima de triunfo, el serbio se marchó de la pista con una sensación de superioridad aterradora: no necesitó ir al límite para vencer al número tres (que le había derrotado cinco días antes en la fase de grupos) y festejó la corona con una media sonrisa, muy lejos de los grandilocuentes aspavientos del pasado, cuando se arrancaba la camiseta encolerizado. El diagnóstico es el siguiente: esa es la tranquilidad del que se sabe superior, con todo bajo control. El gen del ganador.

La victoria en Londres resume un año impecable: el serbio ha jugado 16 torneos en 2015, alcanzando la final en 15 (no puedo lograrlo en Doha), ganando 11 de ellos (Abierto de Australia, Indian Wells, Miami, Montecarlo, Roma, Wimbledon, Abierto de los Estados Unidos, Pekín, Shanghái, París-Bercy y la Copa de Maestros) y quedándose a una victoria de completar el Grand Slam, lo que además le habría proclamado campeón de los cuatro grandes en la misma temporada (Roland Garros, donde perdió ante Stan Wawrinka). Tras caer derrotado en la final, Federer lo definió mejor que nadie: “Es un año terrorífico”, alcanzó a decir el suizo, inclinado también por Nole en los encuentros decisivos de Wimbledon y el Abierto de los Estados Unidos.

“Es el mejor Djokovic al que me he enfrentado”, revela Rafael Nadal, que ha jugado más que nadie contra el serbio (46 partidos). “Ahora mismo, lo que hace Djokovic es jugar mejor que los demás, es tan simple como eso. Mentalmente es muy bueno, evidentemente, pero lo que marca las diferencias con los rivales es lo bien que está haciendo todas las cosas dentro de la pista”, continúa el balear, derrotado cuatro veces por el número uno en 2015 (Montecarlo, Roland Garros, Pekín y Copa de Maestros), 24 en total. “Está sacando muy bien, golpeando la pelota de forma fabulosa y su resto siempre fue increíble Es capaz de jugar sin errores y cambiar las direcciones de manera fácil durante mucho tiempo”, añade. “Cuando alguien está jugando así, lo único que puedes hacer es felicitarlo y no desearle la mejor de las suertes para el próximo año”, dice el mallorquín entre risas antes de despedirse con una contundente afirmación. “Por el momento, Djokovic es casi invencible”, sentencia.

“No me siento invencible, pero es la mejor temporada de mi vida”, contesta el campeón de 10 grandes. “Lo que me motiva a seguir adelante es que siempre hay margen para mejorar. Estoy teniendo una carrera increíble y me siento orgulloso de todo lo que he logrado en los últimos 10 años como profesional, pero todavía quiero hacer más”, avisa Djokovic, que sabe perfectamente la oportunidad que tiene para adueñarse de un lugar importante en la historia, ya inmerso en la carrera por discutirle esos puestos al propio Nadal, Pete Sampras o Federer. “Espero conservar la salud y mantener la mente fresca para conseguir más cosas en el futuro”.

¿El mejor año de la Historia?

El debate, claro, es evidente. Después de acabar el año como número uno, con casi 8.000 puntos de ventaja sobre su perseguidor más inmediato, y con un currículo inmaculado, ¿es el curso de Djokovic la mejor temporada de la historia? “Es uno de los mejores años de la Era Abierta”, opina Carlos Moyà, el ex número uno del mundo. “Es comparable a los años buenos de Federer, pero no recuerdo al suizo ganando con la facilidad que lo ha hecho este curso Djokovic”, añade el mallorquín, que ha visto cómo el serbio se llevaba 31 victorias frente a jugadores del top-10 (¡31!), algo que nadie había hecho jamás.

“Djokovic ha sido el mejor de la temporada con muchísima diferencia”, apunta Toni Nadal, tío y entrenador del número cinco mundial. “El nivel al que jugó en Pekín y Shanghái era increíble. Cualquier bola que pegase, aunque lo hiciese en un mala posición y tocándola mal, la pelota iba dentro. No es fácil jugar a este nivel siempre”, cierra el técnico mallorquín, asombrado como todos. “Es un año perfecto”, coincide Francisco Fogués, entrenador de David Ferrer. “Nosotros jugamos con él las semifinales de Pekín y yo no había visto nada igual desde hacía muchos años, posiblemente como el mejor nivel de Federer. Djokovic se acerca a lo que significa ser perfecto”.

Federer cerró 2006 con un impresionante balance de 92 victorias y seis derrotas, lo que le valió 12 títulos. Sin embargo, y pese a que sumó más triunfos y trofeos que Djokovic en 2015 (82-6 y 11 coronas), la campaña del serbio se sustenta en la superioridad exhibida frente a todos sus oponentes, además del récord de Masters 1000 (ha ganado seis, algo inédito). ¿Dónde está la diferencia que le separa del resto? ¿Por qué hay tanta distancia entre él y sus rivales?

“Es complicado señalar lo que me separa de los otros jugadores”, reflexiona Djokovic. “Siento que con los años he conseguido mejorar mi transición de la defensa al ataque. Mi servicio también evolucionado, no en velocidad, pero en sí términos de precisión y exactitud. Sé que puedo defenderme bien, pero tampoco quiero permanecer anclado en el fondo de la pista durante la mayor parte de mis partidos. Los encuentros contras los grandes rivales se ganan siendo agresivo, pegándole pronto a la pelota. En cualquier caso, todavía puedo trabajar para ser mejor”.

Una duda en el horizonte

Así, y a falta de algo más de un mes para que arranque el Abierto de Australia, el vestuario se pregunta si Djokovic será capaz de mantener semejante velocidad de crucero, lo que desembocaría en otro puñado de marcas destruidas. “Es muy difícil mantener el nivel”, explica Manuel Orantes, campeón de la Copa de Maestros en 1976. “Es muy complicado que siga así tres o cuatro años y rompa todos los récords. Cuando compites tanto, todo te va quemando”, insiste el español, que también ganó el Abierto de los Estados Unidos en 1975. “Acumulas presión y esfuerzo y empiezas a tener problemas físicos, como le ha pasado a Nadal. Con la edad cuesta más recuperar y eso se acaba notando en los resultados”, se despide uno de los pioneros del tenis nacional.

“Lo que está haciendo Djokovic es simplemente increíble”, reconoce Nadal, elogiando a su contrario más enrevesado. “Pero no es fácil mantener ese nivel tan alto durante cuatro o cinco años seguidos, aunque si alguien puede hacerlo es él”, concluye el campeón de 14 grandes, que ya ve al número uno por el retrovisor.

“¿Por qué no lo va a mantener?”, pregunta en voz alta Moyà. “Es complicado que lo haga, pero no imposible. Por ejemplo, puede tener lesiones o algún bajón en partidos importantes. Si tiene una lesión, ya está obligado a jugar menos torneos y eso le quitaría continuidad y ritmo. Luego, a nivel mental hay que ver si mantiene el hambre para intentar batir las marcas, algo que va a ser clave, pero por nivel no veo por qué no va a hacerlo”.

En Londres, el final de un año histórico y el comienzo de algo que puede ser aún más grande: Djokovic se marcha después de 11 meses impecables, los mejores de su vida, pero apunta hacia la leyenda. Cuidado, una fiera anda suelta.

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