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Este viernes, Ana Peleteiro demostró que es la indiscutible reina del triple salto en Europa al conquistar la medalla de oro en los campeonatos en pista cubierta, celebrados en Apeldoorn (Países Bajos). Este título, que se suma al obtenido en Roma el año pasado, reafirma su categoría pese a recientes adversidades.

Tras los Juegos Olímpicos de París, la gallega de 29 años optó por transformar su preparación. Dejando atrás el entrenamiento bajo el técnico Iván Pedroso en Guadalajara, regresó a su Ribeira natal para trabajar junto a su marido, Benjamin Compaoré, exsaltador francés y ahora entrenador personal. Esta decisión representó un cambio técnico y un compromiso por recuperar el bienestar físico y mental.

El cambio de entorno trajo consigo modificaciones en su técnica. La deportista busca optimizar cada salto, enfocándose en aumentar el componente horizontal de su vuelo. Como expresó antes del inicio de la competición: "Estamos intentando saltar de forma más horizontal. Estamos trabajando muchísimo en eso para ganar, sobre todo, en salud y en longevidad".

En la final, la atleta sorprendió a todos con una actuación impecable. Su segundo salto, de 14,20 metros, le permitió tomar la delantera, mientras que en su quinto intento se marcó 14,37 metros, la mejor marca europea de la temporada. Con este resultado,Peleteiro se coronó campeona de Europa en pista cubierta por segunda vez, consolidando su posición en el atletismo continental.

La gloria deportiva se vio empañada por una semana personal difícil. Días antes de la final, la saltadora tuvo que enfrentar el duro impacto de una amenaza: "Recibir una información con amenazas y coacciones de una persona a la que yo apreciaba mucho nunca es plato de buen gusto". Este suceso se sumó a decepciones y dolores físicos, durante el último mes, complicando aún más su preparación para la competición.