El pasado 28 de mayo, Carolina Marín hacía saltar todas las alarmas. En un entrenamiento en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, la deportista española tenía problemas para hacer uno de sus arriesgados apoyos y de repente notó como algo no iba bien en su rodilla. Era un mal presagio, un presentimiento basado en hechos ya vividos lo que le hicieron venirse abajo entre el dolor y la desesperación.

Todavía no había diagnóstico y quedaba un pequeño periodo de pruebas médicas. Los medios de información solo se atrevían a informar de una lesión en una de las rodillas de 'Caro', lo cierto es que el destino ya estaba marcado y que esa terrible sensación había vuelto a recorrer su cuerpo con el cartel de paso por quirófano y varios meses de baja colgado como una bandera.

Efectivamente, aquel día Carolina Marín se había vuelto a romper el ligamento cruzado anterior de su rodilla, esta vez de la izquierda, y no de la derecha como la anterior vez, pero añadiendo también los dos meniscos. Una lesión terrible. Sin embargo, tan solo cinco meses después, la onubense ya ha recorrido gran parte del camino y gracias a su esfuerzo, a su tesón, a su capacidad de trabajo y a su fuerza de voluntad, ya ha quemado muchas etapas de su travesía.

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Tanto es así que en los últimos días se le ha podido ver haciendo progresos muy importantes sobre la pista del CAR de Madrid. Carolina vuelve a bailar como ella misma ha publicado en sus redes sociales mostrando entrenamientos muy avanzados y que demuestran que su recuperación va por el mejor de los caminos. Ha vuelto a jugar a un nivel considerable y a hacer esfuerzos que simulan a un partido y la rodilla, las rodillas, responden a la perfección, por lo que la moral de la andaluza va recuperándose día a día, paso a paso, con la esperanza de volver a volar alto.

El hecho de no haber tenido más molestias de las habituales en estos procesos y de que no haya habido ni una sola recaída le dan fuerzas para continuar con su recuperación y empezar a pensar ya en su reaparición. Sin prisa, sin pasos en falso, sin precipitaciones, pero tampoco sin cortarse las alas. 

La fortaleza mental 

A lo largo de los años y de su trayectoria profesional, Carolina Marín ha demostrado al mundo ser una auténtica roca. Es capaz de defenderse como la mejor y de pasar al ataque cuando es necesario, cuando ve la oportunidad, cuando huele sangre en el rival y tiene que remar con todo hacia delante para llevarse el punto sin dar respiro al oponente.

Sin embargo, el tiempo está demostrando que la mayor virtud que tiene el mayor talento de la historia del bádminton es su fortaleza mental. Solo así se explica que haya conseguido superar baches tan complicados en los últimos años, un periodo de su vida que ha sido especialmente duro. Todo comenzó en el año 2019 cuando Carolina sufrió su primera grave lesión de rodilla. Un problema muy similar al vivido el pasado mes de mayo, pero en la otra articulación, la derecha. Una rotura de ligamentos que le tuvo durante muchos meses en el dique seco y con ciertas dudas sobre si podría volver a ser la misma de antes y a tener ese nivel tan excelso.

Carolina Marín sufre una rotura del ligamento cruzado anterior EFE

Sin embargo, sus males se agravaron de manera exponencial en el año 2020, el cual ha sido el más duro y complicado para ella. En el mes de febrero su padre Gonzalo sufría un terrible accidente laboral que tuvo consecuencias muy graves para él. Después de varios meses luchando contra las lesiones producidas fruto de aquella caída, el padre de 'Caro' terminaba falleciendo a finales de mes de julio. La volantista española estaba muy unida a su progenitor y, de hecho, nada más producirse el accidente decidió mudarse a Huelva para estar lo más cerca posible de él y de su familia hasta el triste desenlace.

Después de haber conseguido superar todos estos golpes y cuando Carolina había conseguido salir hacían delante, haciendo una gran temporada con varias victorias importantes y con la consecución de su quinto título de Europa, llegó esta nueva lesión que daba al traste con sus planes y con sus sueños de estar en Tokio, en los Juegos Olímpicos, y de luchar por ese gran reto de la triple corona con Europeo, JJOO y Mundial.

La machada del Mundial

A pesar de haber superado muchos trances, los últimos meses de Carolina han sido realmente complicados. Esa lesión a finales de mayo y esa nueva operación en el mes de junio rompieron buena parte de sus ilusiones y de su trabajo. Llegar a la cita de Tokio en las mejores condiciones posibles para revalidar su medalla de oro era el gran reto que había perseguido los últimos cinco años, luchando contra pérdidas, lesiones y pandemias.

Sin embargo, aquella nueva lesión de rodilla supuso un duro golpe para su moral y para su estabilidad mental. Aunque la zozobra hizo acto de presencia, la atleta de Huelva ha conseguido mantenerse fiel a sus principios de trabajo y esfuerzo para enfocar su recuperación hacia un objetivo de lo más ambicioso.

Carolina Marín, en el Abierto de Dinamarca EFE

Sin perder en ningún momento la perspectiva, la cual está puesta mucho más adelante, Carolina tiene en su horizonte más cercano un reto: estar en el Mundial que se celebra en su tierra este mismo año. En diciembre, Huelva celebra el Campeonato del Mundo, el que iba a ser el último gran objetivo del curso y con que debía poner el broche al primer año de la historia en el que las tres competiciones más importantes del bádminton coincidían, fruto de los cambios originados por la pandemia en 2020.

En este proceso, Carolina parte con una ventaja y es que ya conoce a la perfección un plan de esta envergadura para volver a jugar. A pesar de que no es el objetivo real, que no es otro que quedar perfectamente recuperada para el 2022 y arrancar un nuevo ciclo olímpico en plenitud, el mundial de Huelva está ahí y la ilusión es grande, especialmente teniendo en cuenta que los plazos van mejor lo de esperado.

El título se pondrá en juego en diciembre del presente año, por lo que habrán pasado siete meses desde que se produjera la lesión. Un tiempo suficiente para que esté recuperada y para poder hacer ejercicios de alta intensidad, pero un tiempo también que parece escaso para afrontar un reto tan grande ante las mejores del mundo. Además, llegaría casi con total seguridad sin haber podido hacer una competición previa en la que rodarse, coger sensaciones y físico. Esto es algo que, de llegar, tendría que hacer partido tras partido en la máxima competición. 

Paris 2024, objetivo real

A pesar de que la fe mueve montañas y de que la ilusión de Carolina por estar en Huelva es muy grande, tanto ella como su equipo no pierden la perspectiva de la situación y tiene claro cuál es el objetivo y el reto principal: volver a estar en plenitud para los Juegos Olímpicos de París 2024. Parece una empresa lejana y más si se compara con la posibilidad de estar en el Mundial, pero lo cierto es que esta olimpiada es la más corta de la historia, de solo tres años, y que Carolina empezará a tener sensaciones a partir del 2022.

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Por ello, y tras la mala suerte de haberse perdido la pasada cita olímpica celebrada en Japón, 'Caro' no quiere decir adiós también al evento de 2024 en la capital gala. Allí espera recuperar su trono mundial, el que le pertenece después de haber ganado en Río de Janeiro la presea más deseada.

A sus 28 años, Carolina llegará a París habiendo superado ampliamente la treintena, por lo que también tendrá que empezar a lidiar con la edad, sobre todo en un deporte en el que los grandes talentos, como fue su caso, despuntan muy pronto. Solo llegando allí en óptimas condiciones tendrá la verdadera oportunidad de volver a ser la número 1, cerrando un círculo que ha sido nefasto, pero que podría tener otro final feliz ocho años después.

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