Ona Carbonell es el nombre de una de nuestras deportistas más reconocidas a nivel internacional. A sus 30 años, que serán 31 en poco menos de un mes, ha participado en las competiciones más importantes del mundo y se ha recorrido el planeta de arriba abajo exhibiendo el enorme talento que hay en la natación española formando parte de una de las mejores generaciones de deportistas de nuestra historia. 

Sin embargo, en los últimos dos años, la vida de Ona ha dado un giro de 180 grados, o incluso de 360, porque ha pasado por casi todas las etapas que puede pasar un deportista para volver al punto de partida, la competición. Ona regresa después de casi dos años alejada de la competición, pero no del agua, y ya tiene en menta el reto de poder acudir a unos Juegos Olímpicos que han sido de lo más extraño para ella. Se podría decir que la cita olímpica de Tokio ha sido como el Guadiana en su calendario, que ha aparecido y desaparecido, aunque ahora brilla con más luz que nunca. 

La vuelta de Ona

Este lunes han comenzado los Campeonatos de Europa de Natación en Budapest en los que muchos deportistas se están jugando su futuro. Algunos se plantean sus opciones de medalla como parte de la preparación para llegar a punto a los Juegos Olímpicos de Tokio mientras que otros buscan las marcas mínimas para obtener una plaza en la cita olímpica que, si la pandemia no lo evita, debería disputarse este verano tras haber sido suspendida el pasado año. 

En estos campeonatos se producirá un momento muy especial, el regreso a la competición de Ona Carbonell casi dos años después de su última competición, la cual data de julio del año 2019 cuando conquistó sus dos últimos metales en unos Campeonatos del Mundo celebrados en Corea del Sur, cita con la que se convirtió en la nadadora con más metales en la historia de los mundiales. Ahora, será en esta primera semana cuando se produzca el debut de la barcelonesa, ya que en estos primeros días tienen lugar las competiciones de natación sincronizada, saltos de trampolín y aguas abiertas. 

Ona Carbonell, tras ganar su su 23ª medalla mundialista EFE

Una de las opciones para Ona era participar en el dúo técnico, prueba que debería haberse disputado este lunes, pero que se ha aplazado por problemas de la organización con los equipos de música subacuáticos. Sin embargo, esta opción ha quedado finalmente descartada y Carbonell hará su reaparición oficial dentro del equipo técnico.

El objetivo de la nadadora española, tanto en estos europeos como en las próximas semanas, es afinar su estado de forma para estar presente en el Preolímpico, ya que España todavía necesita obtener su billete para Tokio para las pruebas de equipo técnico. El hecho de que este torneo de clasificación se haya retrasado desde marzo hasta dentro de unas semanas ha permitido a Ona poder llegar a la cita, la cual iba a disputarse en Tokio, sede de los Juegos, pero que finalmente tendrá lugar en Barcelona.

Un destino caprichoso

El destino ha sido muy caprichoso con las aspiraciones de Ona en los últimos 24 meses. Cuando la nadadora catalana emprendió su viaje a Corea del Sur en julio de 2019 ya sabía que esa iba a ser su última competición en mucho tiempo, aunque quizás no sabía que tanto. Ona decidió tomarse un año sabático para descansar de tanto desgaste físico y tanto estrés. Una decisión que no fue fácil, ya que con ellos renunciaba a participar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. 

Una vista interior del Centro Acuático de Tokio, sede de los eventos de natación de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020 EFE

Poco tiempo después de esta decisión, Ona se quedó embarazada, lo que supuso un parón más grande de lo esperado en cuanto a su actividad deportiva. Aún así, el hecho de haber tomado la decisión de parar le permitió afrontar el proceso de la maternidad con mucha más calma. Meses más tarde, en marzo del año 2020, la Covid-19 nos estalla a todos en la cara pintando un panorama desolador que, por supuesto, se llevó por delante muchas cosas, entre ellas los esperados Juegos Olímpicos de Tokio 2020. 

Ese adiós, que no era un adiós definitivo sino un hasta luego hasta el verano siguiente, es lo que le ha permitido a Ona volver a pensar en los míticos aros olímpicos para su calendario. Tras haber sido madre en agosto de 2020, Ona retomó los entrenamientos y se incorporó a su vida profesional y a la natación sincronizada a finales del pasado año. Tras unos meses de puesta a punto, la nadadora española regresa ahora a las competiciones para probar su verdadero estado físico y mental de cara a formar parte de ese equipo de natación sincronizada que ya busca su billete para Tokio en unos Juegos Olímpicos que Ona no debería haber disputado nunca, lo que hubiera significado que ni el coronavirus ni nada similar hubiera llegado a nuestras vidas. 

Defensa de la maternidad

Durante este parón tan prolongado, Ona ha tenido tiempo de vivir otras experiencias y pensar en cosas que son muy necesarias para el deporte y la sociedad. Una de esas experiencias ha sido la de ser mamá. Ahora ha vuelve a la competición una Ona completamente distinta que ha pasado por el momento más bonito e importante de su vida, pero que también tiene un objetivo incluso mayor que el de unos Juegos Olímpicos.

Ona Carbonell junto a su pareja Pablo Ibañez.

 

Su preparación durante estas últimas semanas ha sido muy importante, ya que al largo periodo de inactividad, entendiendo por esta el deporte de élite y de máxima exigencia, se ha unido su maternidad, la cual ha supuesto también un desgaste físico y vivir en unas condiciones donde la práctica deportiva se reduce. No obstante, su reto es ahora poder llegar a citas tan importantes como unos Juegos después de haber sido madre. 

Ona se siente en la necesidad de hacer visible su caso y el de tantas deportistas que ven perjudicadas sus carreras en la élite después de haber sido madres. Conseguir volver a un alto nivel y obtener ese billete para Tokio será una victoria que protagonizará ella, pero que hará extensible a todas las que se encuentran presentes en esa lucha y en ese desafío que tienen las deportistas de elite que intentan seguir en el alto nivel tras una maternidad. Una cuestión de honestidad, de orgullo, de profesionalidad, pero también de dejar unos valores y un legado que pueda servir a otras que vengan por detrás. 

Soñando con las medallas

Ya entrada en materia, sería un logro grandioso poder estar en los Juegos Olímpicos de Tokio. Su opción más factible sería estar presente en ese equipo técnico que estrenará rutina en Budapest de cara a las olimpiadas y que todavía tiene que conseguir su plaza, ya que la posibilidad de participar en el dúo es ahora más remota. 

Gemma Mengual junto a Ona Carbonell en los Juegos Olímpicos de Río en 2016.

Ona espera poder llegar en plenitud a Tokio y tener un muy buen nivel en el preolímpico que se celebrará en Barcelona. Sabe que los retrasos de las competiciones le han venido muy bien y no quiere desaprovechar esa suerte. De momento, los rivales más importantes que tiene enfrente el equipo español son Italia, Ucrania y sobre todo Rusia. Sin embargo, la posibilidad de soñar con un metal en Japón sigue viva, algo que sería muy especial después de estos dos últimos años tan particulares. 

Carbonell ya sabe lo que es ganar una medalla olímpica, concretamente dos, las que se colgó al cuello en los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, cuando se llevó dos bronces en las pruebas de equipos y en el dúo con Andrea Fuentes. Su extenso palmarés habla por sí solo con 23 medallas en campeonatos del mundo y 12 medallas en campeonatos de Europa, pudiendo presumir de haber sido cuatro veces campeona de Europa y una vez campeona del mundo en diferentes modalidades. Cerrar el círculo con una buena participación en Tokio y con un nuevo metal podría ser el final perfecto de estos dos años para una de las grandes referencias de la natación española. 

[Más información: El día que Ona Carbonell hizo historia al ganar su medalla 21 en un Mundial]

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