Cualquier aficionado al rugby en general, y al irlandés en particular, hubiera hecho locuras por estar presente el 9 de marzo de 2014 en Dublín para despedir a Brian O'Driscoll. Allí estuvo Francisco Igea, actual vicepresidente de la Junta de Castilla y León, gracias a un regalo que se hizo a sí mismo por su 50 cumpleaños.

Junto a otros 30.000 espectadores, este médico especialista en digestivo metido a político en Ciudadanos, aún recuerda emocionado el "momentazo" que supuso entonar en el campo como homenaje al mítico 13 irlandés, Flelds Of Athenry; la balada que narra la historia de un joven que fue encarcelado después de robar para dar de comer a su familia durante la hambruna que asoló Irlanda en el siglo XIX.

A lo mejor no es una expresión adecuada, pero ¿se le puede dar la enhorabuena después de que el pasado miércoles fuera el primer día sin fallecimientos a causa del Covid-19 en Castilla y León?

La verdad es que sí. Han sido tres meses esperando que llegara ese instante y es un motivo como para dar la enhorabuena. Hemos tenido días terribles y por eso se puede decir que fue muy feliz.

Demasiados fallecidos, ¿no?

Llevamos alrededor de 3.400 muertos. Sin duda, son demasiados.

¿Le apetecerá entonces mantener una charla en torno al rugby para dejar de lado unos minutos la política y la medicina?

Es la entrevista más difícil que me hacen. Aun así, intentaré estar a la altura.

Para ponérselo fácil al principio, ¿dígame qué tiene Valladolid para que sea considerada por muchos como la capital del rugby nacional?

El historial de las copas y ligas ganadas en los últimos años así lo dice. Fíjate, aquí hemos conseguido llenar un estadio de fútbol en una final de Copa del Rey. Y es que lo que tiene Valladolid en esto del rugby es mucha historia desde que el sacerdote francés Georges Bernés lo trajo al colegio El Salvador. Los que por entonces éramos estudiantes disputábamos una liga de enorme competitividad entre todos los colegios.

¿Eso no era muy frecuente en otras ciudades?

En realidad, es una historia de colegios y de chicos que querían jugar al rugby. Para los que éramos de Jesuitas era un momento épico aunque perder contra El Salvador se convirtió en una costumbre. Lo importante es que a pesar de la rivalidad con el paso de los años se ha creado una especie de gran familia que es lo que ha hecho que el rugby perviva en la ciudad. Hoy todavía nos reunimos todos en el campo. Estamos más calvos y gordos que antes pero hemos conseguido transmitir nuestra afición a nuestros hijos y en algunos casos también a los nietos.

Francisco Igea, el cuarto por la izquierda de los de abajo, con su equipo de rugby

¿En qué colegio le liaron para jugar a rugby?

En el San José, que era de los Jesuitas. Nosotros competíamos con El Salvador, un colegio del Opus Dei, y luego estaban el San Agustín y El Lourdes, a quienes en Valladolid les llamaban los baberos. En general eran colegios privados concertados. En mi caso jugué desde los 9 años hasta el primer año de universidad como zaguero y luego de segundo centro.

¿Y lo dejó por los estudios?

Por eso, y por la mala vida que te da la juventud.

Empieza a ser una tradición que un equipo de Valladolid gane algún título todos los años. ¿No piensan dejar algo para los demás?

Entiendo que esto pueda ser aburrido para el resto de los equipos y aficionados, pero comprenderás que para mí supone una gran satisfacción. De hecho, me cuesta recordar un día en los últimos cinco años que haya subido al campo y haya visto ganar a un equipo que no sea de Valladolid.

Promocionamos el deporte femenino en condiciones de igualdad

Pero sería bueno que aumentara la rivalidad entre equipos de fuera de Valladolid para que haya cada vez más aficionados.

Ya hay mucha afición en otros sitios como Madrid, Cataluña o el País Vasco. Aquí los partidos más duros han sido casi siempre con los equipos vascos. Recuerdo que en un partido contra el Ordizia se desplazaba todo el pueblo. Era un día fantástico. Ya sabes cómo es el ambiente aquí: bota, chistorra y gente compartiendo el bocadillo. Era una cosa superchula. Luego, ha ido decayendo, y ya no viene tanta gente.

¿Su actual condición de político le impide decir qué equipo lleva en el corazón?

Soy de centro.

¿Neoliberal?

Bueno... -risas-.

Ha sido usted el que ha sacado la política...

He tenido carnet de los dos porque voy a verles habitualmente. La verdad es que quizá soy un poco más quesero.

Castilla y León tiene cuatro equipos en División de Honor (tres de chicos y uno de chicas). ¿Habrá que apoyar algo más al rugby femenino?

Desde las instituciones hacemos lo que podemos. Vamos a los torneos, promocionamos el deporte femenino en condiciones de igualdad y aun así, falta empujar un poco más. Hay que intentar ir a un sistema que vaya igualando las subvenciones y las ayudas a los deportes. Soy muy creyente en esto de la igualdad, y me refiero a una igualdad de verdad, en la que se midan las cosas según sus resultados y no por su sexo.

¿En el rugby hay igualdad?

Hablamos de un deporte con muchos valores. Cuando inauguramos el VIII Torneo Contra la Violencia de Género, así se lo dije a la gente que vino. Les expliqué que, aunque les pudiera parecer sorprende, el rugby puede llegar a ser una herramienta muy útil en la lucha contra la violencia porque enseña unos valores de respeto y tolerancia que son muy importantes.

También tiene otros valores como el trabajo en equipo...

Así es. Para mí es el deporte más educativo que existe. La única pena que tengo es que mi hijo solo jugó un año porque era muy futbolero y a pesar de eso conseguí que jugara un año. Tenía un problema, que era del 30 de diciembre y entonces siempre era el más pequeño. Y claro, en este deporte ser el más pequeño es siempre un hándicap.

Siempre se ha dicho que el rugby es un deporte de caballeros y tengo dos historias que lo demuestran

¿Habrá en breve una vacuna para que el profesionalismo llegue tanto a hombres como a mujeres?

No creo que sea una cuestión de vacuna, sino que es un tema que está más relacionado con las hormonas del crecimiento. El rugby en España ha crecido estos últimos años, sin embargo, al final siempre ha faltado que en los grandes eventos como VI Naciones o Mundiales se hubieran publicitado en cadenas de televisión con una mayor difusión.

Cuando se sienta frente al televisor en el sofá de su casa para ver un partido del VI Naciones con la cerveza en la mano, ¿a quién anima?

Antes solía ir a verlos a un bar llamado La Central, que es la sede del Chami, o a un pub irlandés. Lo chulo es ir a un sitio de esos con una jarra de cerveza en la mano. Lo que ocurre es que ahora los veo en casa y además tengo un amigo que me graba todos los partidos y me los deja en el buzón.

Si quiere le puede dar también mi dirección

Sí, lo haré. Es un tío encantador. Fue mi entrenador cuando era chico y me regala un CD metido en una caja con todos los partidos grabados.

De vuelta a la pregunta de antes. ¿Tiene un equipo favorito?

De chico era un fan de Gales y de aquel mítico equipo de patillas y melenas en el que destacaban JPR Williams o Phil Bennett. Ya de mayor he sido muy fan de los irlandeses en general. Incluso celebré mi 50 cumpleaños viendo en Dublín el partido de despedida de Brian O'Driscoll. Fue un momentazo mítico. Poder cantar Fields of Athenry con 30.000 tíos mientras un dirigible pasaba con la imagen de Brian O'Driscoll por el campo. Fue algo espectacular.

¿Tiene más batallitas de esas por contar?

Siempre se ha dicho que el rugby es un deporte de caballeros y tengo dos historias que lo demuestran. El Newcastle de Wilkinson (Jonny) vino a jugar a Valladolid un partido de la Copa de Europa. Hubo una tangana y sacaron tarjeta roja a un inglés. Cuando pasaba por debajo un espectador le increpó. El tío se dio la vuelta y le agarró por la solapa. Entonces me levanté y le dije en inglés: "Tú eres una vergüenza para este deporte". El tío me miró, dejó en paz al espectador y se fue al banquillo. Poco después de empezar la segunda parte subió las escaleras, se sentó a mi lado y cuando pensé que me iba a partir la cara, me pidió perdón.

¿Y no aprovechó para hacerse una foto con de Wilkinson?

Claro que sí. Cuando fuimos diez chalados de Valladolid a Newcastle para ver el partido de vuelta de repente nos encontramos con que Wilkinson, que seguía siendo Dios en el mundo del rugby, estaba en la grada muy cerca de nosotros. Ni siquiera se había cambiado para jugar y el tío no puso ningún reparo a sacarse una foto con todos los que habíamos ido de Valladolid. Vamos, igual que en el fútbol.

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