“¡Estás muy guapa, amor!”. Xavi García, cariñoso, le lanza el piropo a una de sus hijas mientras conversa con EL ESPAÑOL. Ha vuelto a su Barcelona natal (1984) para descansar y, a la vez, paladear una de las mejores experiencias de su vida: haber sido campeón del mundo de waterpolo con Croacia. Sí sí, han leído bien. Nacionalizado desde 2013, este es su segundo año jugando con el combinado balcánico. Y no puede quejarse, porque en 2016, durante sus cuartos Juegos Olímpicos, se colgó una plata. Aunque, lógicamente, el metal dorado conquistado en Budapest el pasado 29 de julio lo eclipsa todo.

Lejos queda ya aquel aciago 1 de agosto de 2009, con el sueño del tercer Mundial para la selección española masculina frustrándose ante Serbia (14-13 en unos penaltis de infarto). “Nos quedamos muy cerca. No sabía si iba a tener muchas más oportunidades”, reconoce García. Pero “tanto tiempo buscándolo” ha tenido su recompensa y “ha sentado muy bien”.

“La final fue bonita (victoria por 6-8, con tres goles de García, uno de los máximos anotadores del partido y estelar en la totalidad de la competición). Todo el campeonato. Italia en cuartos de final, que es un rival muy duro; la favorita Serbia en semifinales; Hungría en casa, ante su público. Ha sido un campeonato que nos hemos ganado”, nos cuenta desde su hogar barcelonés.

Allí, más allá de las personas de confianza y el mundillo del waterpolo, “la gente no me dice nada porque no sabe que he ganado, esto no es Croacia”, dice entre risas. Qué distinto fue todo en el que también es su país desde hace siete años, el tiempo que lleva jugando y viviendo en los Balcanes.

“Fuimos a Zagreb y tuvimos un recibimiento espectacular ante miles de personas. Comparable a cuando el baloncesto ganó el Mundial aquí. Allí no acabó el día. Después, cogimos el avión y nos fuimos a Dubrovnik. A medianoche, nos estaban esperando en el centro de la ciudad. Bengalas, todo lleno, autobús descubierto en las dos ciudades… Increíble. Se nota que allí el waterpolo es uno de los deportes más seguidos”, cuenta el atacante hispanocroata.

Ese fervor también se palpa en los medios. “Estábamos en portada en todos los periódicos. En el interior había páginas y páginas y páginas de waterpolo. Toda la primera mitad del periódico era waterpolo. Pasada la mitad, donde suele estar la sección de polideportivo, estaba el fútbol y lo demás”, desvela García orgulloso. Normal cuando uno repasa la trayectoria reciente de Croacia en la piscina: “En los últimos siete campeonatos del mundo, siempre ha estado en semifinales. Y en medallas en los últimos seis. Se han ido consiguiendo resultados, pero el oro se había hecho desear un poco los últimos años”.

La “mentira” que lo provocó todo

Hay que remontarse hasta 2012, justo después de que la selección croata se proclamase campeona olímpica en Londres, para encontrar el primer contacto del combinado balcánico con uno de los grandes nombres propios del waterpolo español. “Sorprendía un poco que quisiesen que jugase con ellos. Decidí que quería seguir con España. Veía que año a año seguían insistiendo, a pesar de todas mis negativas. Al final, fue bastante sencillo decirles que sí”. ¿Por qué? Cuatro años después, en 2016, García no fue convocado para disputar los Juegos de Río con nuestra selección.

“Fue una decisión un poco sorprendente. Más que nada porque el seleccionador sí me había comunicado que contaba conmigo un par de años antes. Y que si contaba conmigo sería todo el ciclo olímpico. Al final, un año antes cambió de opinión. Sorprendió más que nada porque se contradijo en sus palabras, no por la decisión. Al final, él ha de escoger a 13 jugadores y elige a los que cree que van a llegar mejor a su equipo. Pero te sorprende cuando él sabe que tienes otras opciones y te miente”, recuerda sin pelos en la lengua.

Eso sí, García aclara que su decisión de emigrar a Croacia por completo “no ha sido ningún tema político, simplemente deportivo”. Añade que “ni mucho menos he pasado a jugar en una selección mejor”, porque “España tiene un equipo extraordinario y creo que dentro de poco se verán grandes resultados”.

Ahí quedan todos los buenos momentos vividos con la selección nacional absoluta entre 2001 y 2015: “La primera llamada internacional siendo un júnior (apenas tenía 17-18 años y fue con la generación de oro del waterpolo español), el Mundial de Barcelona en casa (2003), los primeros Juegos Olímpicos en Atenas 2004 (disputó tres como internacional español), el bronce europeo en 2006, el bronce mundial de 2007, la plata mundial de 2009...”.

Xavi García celebrando uno de sus goles en el Mundial de Budapest. Balazs Czagany EFE

No obstante, Xavi deja claro que no tendría el corazón dividido si le tocase disputar un título contra su exequipo nacional en el futuro. “Querría ganar yo, por supuesto”, ríe antes de valorar el partido que le midió contra su pasado en la última cita olímpica (ganó España 9-4). “Lo pasé mal, es una sensación extraña y muy especial. Tengo grandes amigos en la selección española y es un partido diferente. Te olvidas de todo, durante 32 minutos no tienes amigos. Cuando termina el partido, te das un beso o un abrazo y a seguir”, revive.

Un croata más

De todas formas, a García le queda la sensación de que “un país como Croacia, que entiende tanto de waterpolo, me valora más de lo que me valoraron o valoran” en España. Algo halagador y extraño a la vez, pero que no le duele. Allí también ganó su primera Copa de Europa en 2016, jugando tres finales más de la competición con hasta dos clubes diferentes. Y, además, con protagonismo en equipos punteros a nivel doméstico y, sobre todo, europeo.

A nivel personal, su integración también ha sido fantástica. “Tenemos nuestros amigos, las niñas (tres) tienen sus actividades extraescolares, mi mujer (española, que no croata) trabaja… Estamos en una ciudad, Dubrovnik, que vive para el waterpolo. Todo el mundo te conoce. El tiempo es bastante parecido al de Barcelona y tenemos el mar cerca, así que genial”, opina. Le toca seguir el waterpolo español “por Internet”, qué remedio, y la situación de este no le agrada demasiado.

“A nivel de clubs, es una pena que haya bajado tanto el nivel económico. Es totalmente amateur a excepción del Barceloneta, el único equipo que está apostando por el waterpolo. Es una pena, porque la liga baja su nivel y la selección lo nota también. Espero que la cosa cambie y que la selección, que ahora quiere jugar la Liga Mundial, vuelva a crecer y jugar muchos partidos. A ver si en el Europeo del año que viene, en casa, tienen suerte y obtienen resultados. Así se anima un poco el nivel de los clubs”, anhela.

Selfie de Xavi García con sus compañeros tras ganar el oro mundial. Instagram

También rompe una lanza en favor de sus excompañeros, porque “la generación de oro estuvo unos cuantos años para poder conseguir éxitos”. Aun así, considera que “han de ponerse objetivos más cercanos y realistas: ir mejorando y creciendo, meterse en la lucha por las medallas luego y aspirar a los oros consecutivos en varias competiciones después”. Hay que creer, porque “tienen un buen grupo, han escogido al seleccionador idóneo y pueden hacer grandes cosas”.

Por su parte, las chicas, plata mundialista horas antes de que García fuese oro, siguen en pleno auge. “Han tenido la suerte de tener tres equipos potentes: Barceloneta, Mataró y Sant Andreu. Al tener una liga competitiva, también sube el nivel de las jugadoras. Ahora hay más niñas que quieren jugar a waterpolo. Es un ciclo, igual que cuando la selección masculina obtuvo resultados. Esperemos que las dos selecciones puedan seguir teniendo gente que quiera practicar nuestro deporte y que suba la calidad en España”, sentencia.

Antes de despedirse desde una Cataluña de cuya situación no quiere hablar demasiado (“Vamos a ver cómo acaba la cosa, no pinta demasiado bien”), Xavi García se marca el objetivo de llegar a Tokio 2020. “No tenemos 20 años y la situación del waterpolo tampoco está muy bien a nivel europeo”, pero ahí está el reto de ganar también un oro olímpico y otro continental. Es de lo poco que le queda por conquistar, y si lo logra, con el gorro ajedrezado y una nueva medalla al cuello, se sentirá tan guapo, interna y externamente, como su hija.

Xavi García defendiendo en la final contra Hungría. SZILARD KOSZTICSAK EFE

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