Sin la mano siseando como una mariposa y sin los dedos manoseando el silencio, tal y como cualquier español la recordaba tras coronarse en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, Ruth Beitia se hizo con la plata en el Europeo de Belgrado de pista cubierta. Lo hizo todo bien hasta llegar al 1’96, y entonces, como reconoció tras la competición, “se le fue la cabeza”. Hizo tres nulos y cedió el protagonismo a su máxima rival, la lituana Airiné Palsyte, que hizo su mejor marca personal del año (2’01) y se adjudicó el oro. En tercera posición terminó Yuliya Levchenko.



Sin embargo, Ruth Beitia lo celebró como si hubiese ganado el oro. Cambió su carrera (de 9 a 10 pasos), acabó con esos gestos involuntarios que precedían a su salto y ha conseguido su objetivo: estar de nuevo subida a un podio continental. La cántabra ganó su medalla número 15 (y la primera de la delegación española en este campeonato) y sigue ampliando su leyenda.



Pasan los años y Ruth Beitia sigue ahí. Sin cambiar, con su sonrisa perenne, su ilusión de siempre y sus conversaciones con Ramón Torralbo. Este sábado, como siempre, saltando y buscando instrucciones. Hasta ese 1’96 que le ha arrebatado la corona continental. Un palo para cualquiera, pero no para ella: “Estoy muy contenta. Estar de nuevo en un campeonato de Europa ha sido una oportunidad y me sabe como un oro”, reconoció después de la carrera. Y después, antes de volverse a celebrar su plata, se acordó de su hermano José: “Se lo dedico porque es su cumpleaños”.



Lo hizo, como siempre, sin guardar rencor a nadie. Una vez eliminada, la cántabra observó a su rival, Airiné Palsyte, la vio hacer su mejor marca del año (2’01), buscó la bandera de España y se fundió en un abrazo con la lituana. “Somos amigas”, confesó. Y después de acordó de su 50%, Ramón Torralbo. “Esta medalla es tanto suya como mía. Ambos apostamos por cambiar la carrera y no salió mal del todo, por no decir que ha salido bien. Hay que pensar en el aire libre”, terminó, pensando en el Mundial de Londres de este verano, justo donde quedó cuarta en 2012.



Allí, en Londres, tras competir en los Juegos Olímpicos, Ruth Beitia anunció su retirada. Dijo que lo dejaba, que ya no podía más. Sin embargo, pasado un tiempo, decidió volver. La convencieron de que podía llegar a Río de Janeiro, y ella dijo que sí. Aceptó el reto con todas las consecuencias, y desde entonces no ha parado de alegrarse de tomar esa decisión. Ganó el oro en los Juegos este verano y este sábado se hacía con una nueva plata continental.

Ruth, como en aquel día de la marmota, volvió a emerger como la luz de la delegación española. Tras la decepción de Orlando Ortega, que fue séptimo en los 60 metros vallas, la saltadora cántabra, fiel a su rutina, no falló. A estas alturas, es un seguro de vida. A su edad, ganó la primera medalla para España y sigue dando alegrías al atletismo sin fecha de caducidad. 

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