El Mundial de Fórmula 1 2025 no podía tener un desenlace más dramático tras un año en el que todo parecía que estaba decidido y sería sólo cosa de dos.
La tensión máxima se traslada al circuito de Yas Marina, en Abu Dabi, donde este fin de semana se decidirá quién alza el título de pilotos: Lando Norris, Max Verstappen u Oscar Piastri.
Un duelo a tres bandas, pero con claros matices. El británico es el único que depende de sí mismo, mientras el neerlandés y el australiano necesitan una combinación de resultados, y algo de suerte.
Max Verstappen, en el momento en el que se sube al podio tras el GP de Qatar.
Lo que parecía una temporada dominada por McLaren, con victorias y dobletes que auguraban un final plácido, ha dado un giro inesperado en las últimas semanas.
Errores estratégicos en el muro, fallos en boxes y una gestión conservadora en momentos clave han permitido a Verstappen resucitar su candidatura al campeonato.
El piloto de Red Bull, que aspira a su quinto título consecutivo, llega a Abu Dabi a solo 12 puntos de Norris, con la memoria bien fresca de lo que ocurrió en este mismo escenario en 2021.
Aquel día, también con todo en juego, logró su primer campeonato mundial tras un final de carrera caótico, controvertido y aún debatido.
El fantasma de McLaren
La historia de la Fórmula 1 ha demostrado que no hay liderato seguro en la última carrera, y bien lo sabe la escudería de Woking.
McLaren ya tuvo un fiasco histórico hace casi dos décadas. En 2007, con Fernando Alonso y Lewis Hamilton al frente del campeonato, dejaron escapar el título en la última prueba disputada en Brasil. Kimi Räikkönen, con Ferrari, necesitaba un milagro… y lo consiguió.
Ganó en Interlagos mientras los dos McLaren se veían envueltos en errores, tensiones internas y problemas mecánicos. El finlandés se proclamó campeón con un punto de ventaja.
Hamilton y Alonso, cuando eran compañeros en McLaren en 2007.
Esa herida sigue abierta en Woking. Aunque han pasado casi veinte años, las similitudes inquietan.
McLaren domina el campeonato con dos pilotos, pero la presión en la recta final, combinada con la experiencia y el oportunismo de un rival letal, puede echar todo por tierra. Y Verstappen no perdona.
Verstappen y 'lo imposible'
Pocos saben gestionar la presión como Max Verstappen. El piloto de Red Bull ya demostró en 2021 que puede mantenerse firme en medio del caos. Aquel año, llegó empatado a puntos con Lewis Hamilton a la última carrera.
Durante 57 vueltas, parecía que el británico lograría su octavo título, pero un coche de seguridad y una polémica decisión del entonces director de carrera, Michael Masi, lo cambió todo.
Con neumáticos frescos y solo una vuelta lanzada, Verstappen adelantó a Hamilton y se coronó campeón.
Lewis Hamilton y Max Verstappen en la rueda de prensa oficial del Gran Premio de Abu Dhabi
El escándalo posterior derivó en cambios estructurales dentro de la FIA, pero el neerlandés demostró que no se rinde hasta que cruza la línea de meta.
Esa frialdad en situaciones límite es su mayor baza en Yas Marina. Además, sabe que ganar es su única opción: debe sumar al menos 13 puntos más que Norris para proclamarse campeón.
Si empatan a puntos, el británico se llevaría el título por tener más podios esta temporada.
Otro final in extremis
Las estadísticas favorecen a Norris. Tiene el coche más competitivo, la ventaja en puntos y la regularidad que ha demostrado durante todo el año.
Pero la experiencia, la sangre fría y la capacidad de exprimir cada oportunidad están del lado de Verstappen.
Y en Fórmula 1, como ya demostró Brasil 2007 o Abu Dabi 2021, los títulos no se ganan hasta que se baja la bandera a cuadros.
El mundo del motor ya contiene la respiración. La batalla final está servida. Abu Dabi decidirá si McLaren rompe su maldición o si el imperio de Verstappen sigue ampliando su leyenda.
