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La Fórmula 1 vive una cuenta atrás silenciosa hacia una transformación sin precedentes. La revolución técnica que se avecina en 2026 ya no es una promesa, sino una realidad que empieza a tomar forma en los simuladores y en las fábricas.

En el caso de Aston Martin, ese cambio ha dejado de ser un proyecto de futuro para convertirse en el eje central de su presente. Tanto es así, que las próximas carreras —Imola, Mónaco y Montmeló— serán un ensayo crucial para calibrar si el ambicioso plan de Lawrence Stroll y compañía avanza en la dirección correcta.

Los nuevos monoplazas de 2026 serán más cortos, más estrechos, con ruedas más pequeñas, una menor carga térmica y aerodinámica activa en ambos ejes.

Pero el giro más radical llegará con un nuevo sistema de empuje eléctrico que premiará al piloto que persigue y penalizará al que defiende, lo que promete adelantamientos artificiales pero espectaculares, en busca de un espectáculo más vibrante.

Dentro de ese marco, Aston Martin ha decidido ir un paso más allá y convertir 2025 en un año laboratorio. Fernando Alonso y Lance Stroll ya han probado en el simulador el primer prototipo virtual del coche de 2026.

Así lo ha confirmado Bob Bell, director ejecutivo del equipo, quien además subraya la importancia de esa primera toma de contacto para orientar correctamente el desarrollo.

Fernando Alonso, en el muro de Aston Martin durante el GP de Baréin 2025 Aston Martin

“Es muy importante obtener una evaluación temprana de los pilotos, ya que sus comentarios son una parte fundamental del proceso de desarrollo”, explica Bell.

El coche, claro está, aún dista de ser definitivo, ya que la FIA sigue ultimando detalles del reglamento. Sin embargo, la filosofía general ya está definida y el nuevo simulador de Silverstone se ha convertido en una herramienta decisiva.

Visión a largo plazo

El propio Bob Bell ha reconocido que el AMR25, el coche de esta temporada, es un compromiso claro con el proyecto de 2026.

Buena parte del monoplaza procede del AMR24, lo que ha permitido al equipo evitar un rediseño completo y centrar sus esfuerzos en el largo plazo.

“Lo más importante, probablemente, es 2026. Esa es la decisión que tomamos el año pasado”, afirma el directivo británico. Consciente de que las oportunidades reales de lograr podios o victorias eran mínimas, el equipo optó por la contención de recursos.

Adrian Newey, junto a Andy Cowell en su primer día en Aston Martin

La aerodinámica sí ha sido revisada, pero el chasis y otros componentes estructurales se han mantenido para no desviar tiempo ni dinero.

En palabras de Bell, el AMR25 es un banco de pruebas con ruedas, un monoplaza destinado más a validar tecnologías futuras que a competir con éxito en el presente.

Imola, primer test real

La dura realidad que mostró Miami, donde Alonso cruzó la meta a 20 segundos del Sauber de Nico Hülkenberg y el equipo fue último en ritmo puro, ha encendido todas las alarmas.

Andy Cowell, CEO de Aston Martin Performance Technologies, lo ha resumido sin ambages: “el resultado refleja las prestaciones del coche y no estamos contentos”.

Ahora bien, la crisis puede ser una oportunidad si se utiliza para comprobar si las herramientas estrenadas en 2024 —nuevo túnel de viento, simulador, métodos de correlación de datos— funcionan en condiciones reales.

Y eso es exactamente lo que está en juego en las tres próximas carreras: ¿es fiable la maquinaria de Silverstone?

Cowell lo deja claro: “ponemos mucho esfuerzo en 2026 y no queremos malgastar los recursos que tenemos. Queremos mejorar nuestras herramientas y nuestra manera de preparar evoluciones”.

Y eso significa que las piezas que debutarán en Imola, Mónaco y Barcelona serán tanto actualizaciones como ensayos tecnológicos.