Ferrari se encuentra en un callejón sin salida. La escudería de Maranello se encuentra perdida entre un mar de coches que le superan por todos lados. Hundidos, impotentes, la escudería con más historia de la Fórmula 1 se encuentra sola ante el peligro, desvalida, sin aspiraciones y con un futuro todavía más negro que su presente. La tristeza envuelve todo aquello que hace unos años deslumbraba rojo Ferrari. 

El equipo italiano, que vaga por un desierto alarmantemente largo, se encuentra en tierra de nadie y sin nada por lo que pelear. Acusando una sequía de resultados que son los más pésimos de toda su historia. Es duro, pero es cierto, Ferrari nunca había estado tan mal, tan abajo, tan lejos de la cabeza. Hoy por hoy, el equipo que dirige Mattia Binotto es uno de los peores coches de la parrilla y el Gran Premio de Bélgica ha terminado de hundir la poca autoestima que le quedaba a un equipo roto. 

La crisis de la escudería más laureada de la historia es una realidad. La exitosa década de los 2000 pasó y el presente y el futuro de la marca italiana no solo no invitan al optimismo sino que son el manual de la locura, del descontrol, del desasosiego para todo aquel que tenga que ver con el equipo.

Leclerc en la carrera de SPA Twitter (@ScuderiaFerrari)

Entre ellos Carlos Sainz, que mira desde la distancia como la que será su nueva casa se desangra con una unidad de potencia que es el hazmerreír de todo el paddock. Lo que todos pensaban que sería un paso hacia delante parece que será un paso hacia atrás, concretamente hacia los años 80, esa época en la que Ferrari era tan vulnerable como ahora. Esa época en la que con el campeonato de Jody Scheckter en el año 1979 se puso fin a una racha de éxitos que no retornaría hasta el triunfo de Michael Schumacher en el año 2000. Una sequía de 21 años que amenaza con repetirse. 

Una crisis permanente

El año 2020 está siendo el principio del fin. O mejor dicho, lo fue el año 2019. Ahí comenzó todo tras la sanción de la FIA que provocó la realización de cambios en el coche, concretamente en su unidad de potencia, y que dejaron al Ferrari en el punto de partida. Se convirtió en un coche involucionado, lento y con uno de los peores motores de la parrilla. Aquel cambio de normativa que provocó una catarsis dentro de la Scuderia ha supuesto la total caída a los infiernos y que este año cada Gran Premio se traduzca en una película de terror. 

En el circuito de Spa-Francorchamps el equipo Ferrari consiguió el peor resultado de su historia. Sebastian Vettel finalizó 13º y Charles Leclerc 14º. A pesar de su gran salida, el monegasco fue perdiendo posiciones una tras otra hasta retornar al punto de partida de una forma humillante e hiriente. Resulta inverosímil ver a alguno de los dos coches rojos tan atrás después de haber conocido épocas tan gloriosas como las de Schumacher, Lauda o Ascari donde el Ferrari, además de ser el mejor coche, siempre era competitivo. 

Leclerc y Vettel charlan amigablemente Twitter (@ScuderiaFerrari)

Todo hace indicar que la marca italiana, considerada como la más histórica, la más legendaria y la más laureada, esa con la que todos los pilotos sueñan ganar, se ha quedado anticuada. Por eso, la escudería del Cavallino Rampante no gana un Mundial desde el año 2007 cuando lo hiciera Kimi Raikkonen. Sin embargo, el ridículo que está haciendo el equipo este año está manchando su historia hasta cotas inimaginables.

A día de hoy, Ferrari es quinto en el mundial de constructores a más de 200 puntos del que debería ser su rival, Mercedes, lo que da buena muestra de la abismal distancia que les separa. El equipo italiano ha pasado de pelar por el podio a luchar con equipos como Alfa Romeo o Haas por no ocupar el último puesto de la parrilla. La situación es tan alarmante que, durante este fatídico fin de semana, Vettel llegó a ocupar la última plaza en una de las sesiones de los entrenamientos libres. 

No hay futuro

La temporada actual no solo es un año perdido para Ferrari, si no que ha supuesto el principio del fin. Una caída desde la estratosfera sin paracaídas, sin salvavidas, sin frenos, solo un abismo, oscuridad y mucha incertidumbre. Nadie sabe qué va a pasar con una escudería con la exigencia permanente de ganar. En Maranello ya no saben qué más excusas poner y Mattia Binotto se ha quedado solo en una lucha que no puede ganar. La mejor escudería de la historia está abocada al fracaso más estrepitoso y, ahora mismo, amenaza con arrastrar a Carlos Sainz con ella. 

El piloto español, que tampoco está viviendo su temporada soñada en la que será su despedida de McLaren, sigue desde la distancia y desde la preocupación como se despedaza su futuro. O mejor dicho, la que será su casa en unos meses. El piloto madrileño confía en que su llegada, un nuevo proyecto, la frescura de un comienzo y la esperanza de un cambio de reglamentación que llegará en 2022 sean alicientes suficientes para que el equipo levante la cabeza e intente pelear, al menos, por los puntos, primer paso para intentar entrar en el podio. 

Carlos Sainz reflexiona en su box Instagram (carlosainz55)

Sin embargo, lejos de construir castillos en el aire, Carlos debería, que seguro que ya lo hace, afrontar una realidad que es muy cruda. El desalentador panorama que Ferrari registra este año será igual en 2021 y, muy probablemente, en 2022. Ni el cambio en la reglamentación, ni la limitación en el presupuesto y el favorable Plan de Concordia de la Fórmula 1 suponen esperanzas muy sólidas para esperar que Ferrari vaya a cambiar su cara en el próximo año y medio. 

Nadie podrá criticar el paso dado por Carlos al aceptar la oferta de la escudería más laureada de todos los tiempos, lo que sí es realmente desquiciante es que lo haya hecho en el peor momento de su historia, cuando amenaza con igualar su peor racha sin campeonatos del mundo, que ya es de 13 años y que se ampliará, al menos, otros dos años más. 

Leclerc en el box de Ferrari Twitter (@ScuderiaFerrari)

Sainz sabe que la unidad de potencia del Ferrari necesita muchas mejoras, que el coche tiene problemas de agarre y que en general, el motor que un día dominaba la Fórmula 1 y hacía competencia con su brillo al mismísimo sol, hoy es un amasijo de problemas que nadie querría tener. Lo peor de todo es que esta situación, que se alargará el próximo año y que con toda seguridad también se alargará el siguiente, puede llevarse por delante el futuro de uno de los mayores talentos de la parrilla como es Carlos. 

Sin noticias desde Schumacher

Hoy en día los récords de Michael Schumacher, el piloto de Fórmula 1 más grande de todos los tiempos, están en boca de todos por culpa de Lewis Hamilton. El piloto inglés está siendo el dominador del Mundial un año más y está muy cerca de batir todos los registros del 'Kaiser', unos registros que parecían inalcanzables para los mortales pero que el equipo Mercedes ha conseguido poner a la alcance de la mano de un piloto tan dominador como el británico. 

Tras haber superado ampliamente el récord de poles (93-68) y haber batido hace unas semanas el de podios (157-155), Hamilton tiene a tiro superar al piloto alemán en victorias (89-91). A este ritmo, tras superar este registro, el siguiente reto que tendrá el inglés será superar los siete campeonatos del Mundo de Michael, ya que de ganar este año ambos igualarían en la cabeza. 

Schumacher en el equipo Ferrari en 1996 Instagram (michaelschumacher)

Este dominio que hoy ejerce Hamilton y al que el SF1000 no se puede acercar, era el que ejercía el propio Schumacher en la Fórmula a principios del nuevo siglo, el último gran Ferrari y gracias al cual, Kimi Raikkonen pudo sumar el último título ferrarista en el año 2007. Antes, el 'Kaiser' dominó con puño de hierro el 'Gran Circo' en la última época de esplendor de Ferrari, la que consolidó a la escudería como la más grande todos los tiempos. 

La reestructuración del equipo ideada por Jean Todt, Ross Brown y Rory Bryre tuvo su consolidación en resultados con el alemán a los mandos, firmando una época dorada de éxitos que se tradujo en cinco campeonatos de forma consecutiva que se unieron a los dos que ya había ganado Michael con Benetton. Fue una época de euforia, de felicidad, de satisfacción. Ferrari había hecho suyo el negocio de la Fórmula 1 y parecía que nunca lo soltaría. Sin embargo, la llegada del binomio formado por Fernando Alonso y Flavio Briatore que hicieron crecer a un Renault campeón adelantó la caída del 'Kaiser' y de la propia escudería que solo encontraría en el año 2007 su última alegría gracias a que la torpeza del equipo McLaren le negó el mundial al piloto español para dárselo al finlandés.

Ni Alonso ni Vettel

Tras Kimi Raikkonen volvió ese desierto más absoluto que ya habían saboreado en la década de los 80 y los 90. Años de depresión y de intentos fallidos por volver a ser los reyes de la Fórmula 1 y por volver a saborear ese éxito que ya jamás volvió. Equipos como Brawn GP, Red Bull o Mercedes supieron adaptarse a los nuevos tiempos mientras la escuadra italiana seguía haciendo coches del pasado que solo sus grandes pilotos conseguían llevar hasta posiciones dignas.

La era moderna ha sido un calvario total para la escudería, que no ha conseguido triunfos ni con corredores de la talla de Fernando Alonso o Sebastian Vettel. Entre ambos suman seis campeonatos del mundo, pero ninguno fue capaz de llevar al Ferrari a lo más alto, si no que han tenido que pelear durante años con un monoplaza desfasado, lento y en ocasiones poco fiable que ni con suerte les permitió luchar por el campeonato. Al menos, aquellos coches sí podían pelear con cierta regularidad por carreras, por podios, por actuaciones decentes, y no sufrían lo indecible para poder clasificarse a una Q3 tal y como padecen hoy el alemán y su compañero Leclerc. 

Fernando Alonso, tras ganar en Silverstone 2011

Fernando Alonso, a pesar de no estar nunca en disposición de pelear por el campeonato en cuanto al nivel del coche se refiere, fue capaz de firmar 3 subcampeonatos, 11 victorias y 44 podios en 5 años. Por su parte, Vettel ha conseguido ganar 14 carreras, ha sumado 54 podios y ha terminado dos veces segundo del mundial en sus años en la escudería más laureada de la historia. 

Estos resultados, conseguidos por dos de los mejores pilotos de la historia de la Fórmula 1, resultan casi sonrojantes teniendo en cuenta que se han conseguido con el equipo Ferrari. Sin embargo, al lado de la quimera que supone conducir el SF1000 parecen incluso victorias, ya que la debacle en el equipo italiano es total y absoluta, y la añoranza de tiempos pasados es casi enfermiza. 

El espíritu Ascari, Fangio y Lauda

Ese pasado que todavía le sonríe a Ferrari es lo que le queda a la marca de Maranello para considerarse historia de este deporte. Los éxitos conseguidos por pilotos como Schumacher, Raikkonen o el espíritu dejado por grandes leyendas que pisaron la casa como Ascari, Fangio o Lauda y que labraron una reputación que hoy están echando por tierra. 

La crisis de Ferrari es tan profunda que amenaza peligrosamente con manchar los éxitos que todas estas leyendas consiguieron a bordo de un monoplaza del Cavallino Rampante. Ascari y Fangio iniciaron la leyenda del equipo rojo y le entregaron el testigo a Hawthorn para dominar por completo la década de los años 50 en la que la escudería italiana ya era una auténtica referencia con sus cuatro mundiales. 

FANGIO CONDUCE UN FERRARI

Hill y Surtees hicieron lo propio en los años 60, aumentando el palmarés de un equipo que ya despuntaba y que presumía de tener uno de los motores más rápidos, potentes y fiables de la Fórmula 1, algo que hoy añoran y echan de menos todos sus pilotos. El estadounidense y el británico fueron los últimos triunfadores del equipo italiano antes de que otro ilustre como Nikki Lauda se pusiera a los mandos del Ferrari para ganar otros dos campeonatos y entregarle un coche campeón a Scheckter, que vivió el último gran año de Ferrari antes de que llegara la temida sequía. 

Esa sequía que tuvo su recreación real en la figura de Kimi Raikkonen, que recogió el coche de otro gran campeón como Schumacher para vivir un último año de éxito antes de entrar en el letargo que hoy se encuentra. Habrá que esperar para ver si el gigante dormido despierta de su letargo y hace volver a rugir sus motores de cara al año 2022 o 2023 y vuelve a pelear por Mundial con Carlos Sainz a los mandos. 

[Más información: Carlos Sainz no correrá el Gran Premio de Bélgica por un fallo en el escape]

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