Cuando Fernando Alonso se marchó de Ferrari, a finales de 2014 rumbo al flamante nuevo proyecto de Honda y McLaren, aseguró que haber firmado tres subcampeonatos en cinco años en Maranello no era tan malo como muchos aseguraban y que su sustituto tampoco lograría ser campeón.

La escudería italiana es historia del automovilismo, y en especial de la Fórmula 1. En Ferrari sólo vale ganar pero las últimas 12 temporadas se han visto superados una y otra vez. El dominio de McLaren y Hamilton en 2008, el potencial de Brawn en 2009, el puño de hierro de Vettel junto a Red Bull entre 2010 y 2013 o la insultante superioridad de Mercedes durante la era híbrida de la F1, que le ha dado ya seis títulos consecutivos (2014-2019), han sido un lastre para todos los proyectos de Maranello.

A Alonso se le culpó de gafe, de segundón, de no ser capaz de liderar un equipo como Ferrari, se abrió mil y una polémicas con su compañero Felipe Massa... y la llegada de Vettel era, según todos esos críticos, la demostración de que un buen piloto sería capaz de devolver a la escudería italiana a lo más alto. Cinco años después, Fernando tenía razón.

Sebastian Vettel, durante los test en el Circuit de Catalunya EFE

Vettel se ha desinflado como un globo en Ferrari. En Maranello han apostado por él en los buenos y en los malos momentos y el trabajo no ha cesado para volver a ver al alemán en lo más alto del podio pero la culpa ha sido compartida.

Ferrari, al igual que con Fernando Alonso, no ha dado a Vettel un coche dominante ninguno de estos años y el alemán, acostumbrado a dominar con Red Bull de forma aplastante durante cuarto temporadas, no ha sabido gestionar la presión. Sebastian ha cometido innumerables fallos de pilotaje, sobre todo las dos últimas temporadas, y ha tenido demasiados encontronazos con sus compañeros de equipo, sobre todo con Charles Leclerc.

Renovación imposible

Tras un año en el que el joven monegasco superó, en la pista y fuera de ella, a Vettel. Ferrari tenía claro que su apuesta no podía ser el alemán de nuevo. De cara a este 2020 ambos pilotos eran considerados como 'Nº1' en el equipo, muy diferente a la defensa a ultranza que hizo Mattia Binotto el invierno pasado sobre el liderazgo del alemán en el equipo.

La renovación ha sido imposible. Vettel exigía no solo seguir siendo el piloto referencia en la pista sino también en los despachos. El alemán cobra 35 millones de euros por temporada y la oferta de Ferrari lo había rebajado hasta los 12 millones, un recorte que casi le igualaba el suelo al de Leclerc, que se estima en 9 millones de euros tras renovar a finales del pasado año. Además, el objetivo de los italianos era que firmase por sólo una temporada más, algo inconcebible para un cuatro veces campeón del mundo.

"Lo que ha sucedido en estos últimos meses nos ha llevado a muchos a reflexionar sobre cuáles son nuestras prioridades reales en la vida. Uno necesita usar su imaginación y adoptar un nuevo enfoque para una situación que ha cambiado. Yo mismo me tomaré el tiempo que necesito para reflexionar sobre lo que realmente importa cuando se trata de mi futuro", aseguraba Vettel en el comunicado emitido por Ferrari. Unas palabras que podrían indicar que el alemán está valorando si quiere continuar compitiendo o si opta por nuevos desafíos en su carrera lejos de la Fórmula 1.

[Más información: Sebastian Vettel rompe con Ferrari: dejará su asiento libre tras 2020]

Noticias relacionadas